En sus 45 años de carrera, ha tocado toda clase de géneros, y de una manera u otra, ha deslumbrado. Tal vez sea porque, unida a un físico único y una capacidad creadora infinita, está la autorreferencia freudiana mediante la cual invita al espectador a conocer sus miserias sin ningún tipo de pudor. Entre sus temas recurrentes, casi obsesivos, el destino, el sexo y el amor conviven con el vacío existencial y la muerte. Pero, aunque es bastante nihilista en sus reflexiones, siente verdadera pasión por el ser humano, sobre todo, por la mujer, a la que ha dedicado intensas y profundas miradas. Con motivo del ciclo de cine que el Cine de la Prensa le dedica a Woody Allen (retratado aquí), he aquí (Mi Petit) Homenaje al cineasta quien, como ha dicho en varias ocasiones, “era lo suficiente bajo y lo suficientemente feo como para triunfar por mí mismo”.

   Hijo de un joyero judío (que ganaba un sobresueldo como taxista y camarero cuando venían maldades) y de una contable, también judía, Allan Stewart Königsberg nació a finales de 1935 en el barrio de Brooklyn (Nueva York). Según sus propias palabras, tuvo una infancia y una juventud corrientes y “burguesas”, reflejadas en muchas de sus películas, como en “Días de radio” (1987), donde rindió homenaje a la casa judía de sus recuerdos, llena de gente, de corpulentas matriarcas, de emigrados europeos y de niños feuchos y flaquérrimos.

   En el instituto donde estudió, no destacaba en los deportes ni en las ciencias, pero sí en literatura, y con apenas 15 años, empezó a ganar dinero con sus chistes, que vendía en la radio y en los escenarios de Brooklyn. Enseguida su tono melancólico encandiló al público , y fue entonces cuando el joven eligió su nombre artístico. Woody Allen pasó varios años escribiendo gags para otros humoristas e historias en el New Yorker, y alternando con los escenarios de monologuistas de los que huía en cuanto podía, tal era su ansiedad e inseguridad. De ahí nació el reconocible balbuceo al hablar de su alter ego tan tímido y neurótico como él y que el público creía impostado.

   A principios de los 60, cansado de escribir para los demás, probó suerte en la dirección e interpretación, y de aquella simbiosis entre sus personajes y su persona, surgieron los guiones de “What’s New Pussycat?” en 1965, y de “Toma el dinero y corre” en 1969, que en un principio escribió para Jerry Lewis pero que acabó protagonizándolo él mismo. Había nacido el cómico judío neoyorkino por excelencia, heredero natural de Groucho Marx.

   En la década de los 70, Woody Allen empezó a explorar la comedia delirante en espacios históricos o futuristas como “Bananas” (1971), “Todo lo que quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar” (1972), “El dormilón” (1973) y “La última noche de Boris Grushenko” (1975). Aunque en aquellas películas exploró parte de lo que más le interesa de la psique humana, fue al protagonizar “Sueños de un seductor” (1972), basada en su obra de teatro homónima y llevada a la pantalla por Herbert Ross, cuando tomó conciencia de que su verdadera sintonía con el público operaba con su aproximación realista del mundo. Y a partir de ese momento, se convirtió en el hombre hipocondríaco e problemático que tanto adorarían sus fieles seguidores.

   Y llegaron “Annie Hall” (1977) y “Manhattan” (1979) -sin duda alguna sus dos obras maestras- que supusieron un punto de inflexión en la carrera del cineasta. Con una ambición visual que alumbran una estética y una narrativa reconocibles, “Annie Hall” es una crónica sobre el desamor en forma de relato intimista, que rompe por primera vez con el humor disparatado y que se hizo con 4 Oscar (a la Mejor Película, al Mejor Guión, al Mejor Director y a la Mejor Actriz, Diane Keaton), gracias, entre otras cosas, a su mirada más seria sobre el hombre en cuyo interior invita a entrar gracias a un interpelación directa al espectador en una conjunción equilibrada entre el tiempo, el espacio y los sueños. En cuanto a “Manhattan”, es una historia de amor a la ciudad que le vio nacer desde una perspectiva algo irreal, quizás idealizada, pero que constituye uno de los más bellos retratos de la Gran Manzana de la historia del cine.

   Sin embargo, tras ella, preso de una terrible angustia existencial, Woody Allen renegó del estrellato, y empezó a realizar obras muy próximas al vacío existencial de su padre cinematográfico, el sueco Ingmar Bergman, dejando ver su espíritu más vacío y nihilista. Entre sus cintas más dramáticas y de estética y temática más “europeas”, que triunfaron mucho más en este lado del charco que en Estados Unidos, destacan “Hannah y sus hermanas” (1986), “Septiembre” (1987) y “Otra mujer” (1988), en las que la introspección indaga en los más grandes sentimientos del ser humano de la mano de inmensas protagonistas femeninas a las que reverencia otorgándoles algunos de los más intensos personajes de toda su filmografía.

   Además de todas las consideraciones temáticas de su obra, Woody Allen es, sobre todo, un cineasta apasionado por las experiencias estilísticas y narrativas como ha ido demostrando en diferentes trabajos que van desde en “La comedia sexual de una noche de verano” (1982) -homenaje a Bergman y Shakespeare en clave de comedia-, a “Sombras de niebla” (1991) -mirada al expresionismo alemán-, pasando por “Poderosa Afrodita” (1995) -comedia ligera narrada por un coro griego-; el adorable pastiche “Todos dicen I love you” (1996) -un musical de historia bastante naif pero con uno de sus mejores repartos-.; y por supuesto, “La rosa púrpura de El Cairo” (1985) -un melancólico retrato sobre la desesperanza en el que se fusionan realidad y ficción mediante la historia de amor entre el personaje de una película de aventuras y una mujer gris y apagada en la América de la depresión.

   No se puede obviar en su biografía el capítulo de fiascos, pues hasta los genios se equivocan. En él están las cintas que empezó a realizar a raíz de un acuerdo con Dreamworks con el que pretendía mejorar la distribución de sus películas pero que le obligó a escribir historias más digeribles y para todos los públicos pero que fueron, también, más mediocres. Tal es el caso de “Granujas de medio pelo” (2000), “La maldición del escorpión de Jade” (2001) -una película de 25 millones de dólares que él detesta-, “Un final made in Hollywood” (2002) y “Todo lo demás” (2003). También han pasado sin pena ni gloria las contemporáneas “Scoop” (2006), “Vicky Cristina Barcelona” (2008), “A Roma con amor” (2012) y “Magia a la luz de la luna” (2014).

   Resurgiendo de sus propias cenizas, el mejor Allen, el de la comedia teñida de negro, volvió en “Melinda y Melinda” (2004), de donde salen sus reflexiones más actuales sobre la futilidad de la vida, y “Match Point” (2005), su trabajo favorito, rodado en Londres para narrar, en clave de thriller, una tragedia sobre el destino y la codicia, sobre la ausencia de moral y la culpa. Y finalmente, recién cumplido 80 años, lejos de pensar en su jubilación, Woody Allen con sus ya icónicas gafas de pasta, rodó en Los Ángeles “Café Society” con Kristen Stewart, Blake Lively y Jesse Eisenberg (entre otros actores) y cuyo argumento ha conseguido mantener en secreto hasta su estreno en el Festival de Cannes de 2016.

   Entonces, Woody Allen es ¿uno de los mejores cineastas del mundo o, como dice él, “un tipo corriente de Brooklyn y Broadway que ha tenido suerte”?

PD (nº1) ¿Sabías que…?
- Ha estado nominado a 19 Oscar, ha ganado 4 , pero odia la famosa gala;
- Toca el clarinete todos los lunes con su banda de jazz.
- Ha tenido tres musas: Diane Keaton -dicen que su gran amor-; Mia Farrow -con escándalo sexual incluido-, y Scarlett Johansson.
- Se autodenomina Rey de las Fobias (a los insectos, a la luz del sol, a los ciervos, a los perros, a los niños, a las alturas, a la muchedumbre, a las enfermedades, a los ascensores, etc., etc., etc.).

PD (nº2): Woody Allen y el sexo
- “El sexo solo es sucio si se hace bien”,
- “El sexo es la cosa más divertida que se puede hacer sin reír”;
- “El sexo es como jugar al bridge. Si no tienes un buen compañero, más vale que tengas una buena mano”;
- “Si alguna vez tuviera la oportunidad de reencarnarme, me gustaría volver convertido en las yemas de los dedos de Warren Beatty”;
- “El amor es la respuesta, pero mientras esperas la respuesta, el sexo plantea algunas preguntas bastante interesantes”.

                                                        (De Belén E., el 04 de mayo de 2017)

Referencias útiles:
CiCLO DE CiNE WOODY ALLEN

¿CUÁNDO? Los Jueves 04, 11 y 18 y el Martes 23 de mayo de 2017, a las 20h15.

¿QUÉ? Ciclo especial Woody Allen:
J 04: "La maldición del escorpión de Jade" (VOSE);
J 11: "Desmontando a Harry" (VOSE);
J 18: "Granujas de medio pelo" (VOSE);
M 23: "Poderosa Afrodita" (VOSE).

¿DÓNDE? En el Cine de la Prensa (en la ilustración)
Gran Vía, 46
28013 Madrid
915 219 900
M Callao

¿CUÁNTO? 5 euros aquí.

Para saber más del evento, conéctate a la web del CiNE DE LA PRENSA (también en Facebook y Twitter).

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