Después de la locura vampírica de la saga Crepúsculo -y no solo de parte de las quinceañeras-, la Casa del Lector del Matadero Madrid celebra el centenario de la muerte del escritor irlandés, Bram Stoker, con una exposición-homenaje a su obra maestra: “su” Vampiro (literario) de renombre internacional, el Conde Drácula. Lectura(s) de un mito romántico a prueba de balas, cada vez menos mortales, que consigue reinventarse a fuerza de fábulas, cada vez más morales.

   Si, por una vez, la figura del vampiro, tal y como la conocemos hoy en día -un no muerto, pero tampoco vivo, con incisivas afiladas y mirada penetrante-, no remonta a la mitología griega, sí que se nutre de la necesidad que tiene el hombre, desde que es hombre, de nombrar y dar forma a la sombra, a las tinieblas o como quiera llamarse. En cuanto a la fascinación por el elixir vital o mortal -según si se es bebedor o dispensador-, existe desde la Antigüedad. Nuestros ancestros, tanto los sumerios como los amerindios, establecieron, sin consultarse los unos con los otros obviamente, una relación sagrada entre la sangre y la muerte y, en su nombre, practicaron significativos sacrificios en ofrenda a sus respectivos dioses. Pero volvamos a nuestro vampiro moderno, cuyo nombre “Vampire” apareció, por vez primera, en un diccionario inglés, en el siglo XVIII, y que el Romanticismo convirtió en catalizador de nuestras fobias y ansias ancestrales.

   Como lo reconoció el propio Stoker al publicar su novela epistolar, en 1897, la vida del Príncipe de Valaquia, Vlad III (1431-1476) -aquí retratado-, más conocido como Vlad el Empalador, pero nacido como Vlad Draculea, le inspiró a nuestro escritor no solo el nombre sino también la cruel renombre de su personaje literario más famoso. Sin embargo, no cabe duda de que el cuento Camilla, de su amigo Joseph Sheridan Le Fanu, publicado en 1872, influyó considerablemente a Stoker a la hora de erotizar a su personaje... Camilla, a diferencia de Vlad que era feo feo, pero que muy feo, es una misteriosa muchacha de una gran belleza que acaba viviendo en la casa familiar de la joven Laura, después de un accidente de carruaje. Las dos adolescentes que se hicieron amigas enseguida, se sienten atraídas la una por la otra... y, después de intentar resistirse al discurso embaucador de Camilla, Laura la invita a compartir su lecho, se deja querer y “morder” por Camilla, la primera vampira de la Historia de la literatura...

   Bram Stoker dejó de lado la temática lesbiana, demasiado atrevida para la moral victoriana, y se quedó con el poder de seducción y el potencial sexual de Camilla, convirtiendo así a Drácula en la encarnación del Bien y del Mal y a su novela en el terreno propicio para la lucha entre el mundo civilizado y nuestros instintos básicos. Todos los vampiros literarios y cinematográficos del siglo XX le seguirían, más o menos, la corriente hasta cambiar radicalmente de rumbo en el siglo XXI. Edward, el muy atractivo vampiro de Stephenie Meyer, en la mundialmente conocida saga crepuscular, seduce pero no consume... ni sangre ni el amor que le carcome por dentro, dejando a dos velas a Bella, su víctima voluntaria y futura esposa, y, de paso, al público, durante varios capítulos. Al cumplir su promesa de “sexo dentro del matrimonio”, el puritanismo (y no solo americano) gana la partida y Stephenie, de confesión mormona, la fama.

   ¡Ven a (re)descubrir al “verdadero” vampiro romántico a través del espejo!

Referencias útiles:
EXPO: “DRÁCULA, UN MONSTRUO SiN REFLEJO”

¿CUÁNDO? Hasta el 20 de septiembre de 2013, de Martes a Viernes, de 16h a 21h; los Sábados, de 11h a 15h y de 16h a 21h; Domingos y Festivos, de 11h a 15h.

¿DÓNDE? En la CASA DEL LECTOR del Matadero Madrid
Paseo de la Chopera, 14
28045 Madrid
917 006 676
M Legazpi

Más info en la web de LA CASA DEL LECTOR (también en Facebook y Twitter).

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