Fue un sueño hecho realidad. No era guapo ni alto. No era seductor ni simpático, pero era espontáneo y natural. Tenía una fotogenia casi animal y un magnetismo para atrapar a las masas. Los jóvenes de la década de los 50, hijos de los caídos en la Segunda Guerra Mundial, herederos del puritanismo y protagonistas de la American Way of Life que les imponían, encontraron en James Dean a un antihéroe capaz de decirle NO al sistema. Y la repentina muerte (antes de cumplir los 25) del rebelde (¿sin causa?) por antonomasia del siglo XX le convertiría en leyenda. Con motivo del 60º aniversario de su muerte, hoy, Miércoles 30 de septiembre de 2015, (Petit) Homenaje al hijo maldito de un Hollywood al que no tuvo tiempo de entregar todo su talento.

   Fruto del amor entre Mildred Winslow y Winton Dean, James Byron Dean nació en Marion, un pueblo humilde de Indiana, el 08 de febrero de 1931, y en 1937 la familia se mudó a Santa Mónica (California) para empezar una nueva vida. Pero cuando James cumplió 9 años, su madre falleció de cáncer, y como su padre no podía hacerse cargo solo del chico, le mandó de vuelta a Indiana, para vivir en la granja de sus tíos. Nada más llegar a su nueva escuela, James se refugió en la interpretación, los deportes, la competición… en todo aquello donde pudiera volcarse más física que intelectualmente.

   Al acabar secundaria, trató de estudiar Derecho en Los Ángeles, pero los grupos de teatro le robaban todo su tiempo. No tardó en debutar en publicidad y en participar de extra en algún serial televisivo. Rubio, tímido, con un tupé un poco a lo Elvis y un poco histriónico... tenía algo. Y con 18 añitos, lo dejó todo para instalarse en Nueva York donde se imbuyó del espíritu del Actor’s Studio, siguiendo los pasos de Marlon Brando, Montgomery Clift y Paul Newman. Fue en sus escenarios donde Elia Kazan, director de “Un tranvía llamado deseo” y “Esplendor en la hierba”, le conoció y atisbó en él ese espíritu maldito que necesitaba para protagonizar al joven atormentado de “Al Este del Edén”. En su adaptación cinematográfica de la novela de Steinbeck, el personaje del joven Cal Trask encarnaba todas las inquietudes de una generación perdida. Con este papel, Dean fue nominado al Oscar y elevado al firmamento hollywoodiense. Y como él odiaba todo aquello, empezaron a quererle aún más, a adorar su autenticidad.

   A principios de 1955, James Dean firmó un contrato de 6 años con la Warner Brothers, que vio en él la gallina de los huevos de oro, y se embarcó enseguida en el proyecto de “Rebelde sin causa”, la mejor, sin duda, de sus 3 películas. Con sus primeros 10.000 dólares, se compró el primero de los dos Porsche de su corta vida, pero su pasión por la velocidad no convencía a los estudios, y le prohibieron participar en cualquier carrera durante los rodajes. En cuanto a su repentina fama, hay documentación escrita que refleja la soledad del joven actor deseoso de dar lo mejor de sí mismo, pero al margen del oropel hollywoodiense. “No soy nadie”, decía. Con ese estado de ánimo, James abordó el papel de Jim Stark en la película del director de “Rey de reyes” o “55 días en Pekín”, Nicholas Ray, compartiendo cartel con Natalie Wood y Sal Mineo, otros actores temperamentales y generacionales que, como él, habían interpretado a jóvenes solitarios e incomprendidos.

   Jim Stark es un joven sufridor y apocado, que desprecia a su padre al que considera un hombre miserable, oprimido por una mujer dominante y caprichosa. La metáfora perfecta de unos jóvenes que odiaban a una América castrante y mojigata, que no permitía una expresión total de libertad. Las fotos de Roy Schatt en las que Dean aparece vagabundeando por las calles vacías de Nueva York, sin toda la magnificencia de los grandes estudios, contribuyeron a forjar el mito. Entonces, no es de extrañar que la generación Beat tomara la imagen de Dean como una de las que mejor representaba su alma atormentada.

   Su papel en “Gigante” de George Stevens también contribuyó a desarrollar su leyenda. Primero porque dio vida a un obrero que odiaba a su patrón. Segundo, porque amaba silenciosamente a una mujer, Pier Angeli, que no pudo tener (la familia de ella la obligó a dejar de verle porque Dean no era católico). Tercero, porque pese al éxito vagó por la vida sin encontrar un lugar en el mundo. Y cuarto, y sobre todo, porque murió el 30 de septiembre de 1955, justo después de terminar de rodar sus escenas de la película, pero antes de que concluyera su rodaje.

   Fue a lomos de su “Little Bastard”, su segundo Porsche, un Spyder 550, mientras iba a participar en una carrera de aficionados. Se estampó de frente contra un Ford Custom Tudor Coupe en un cruce de las bellas carreteras californianas. Hollywood se volvió loco; a los 4 días de su muerte, estrenó “Rebelde sin causa”; en un tiempo record, realizó un documental sobre su vida; y rápidamente empezó a explotarse esa imagen de héroe maldito, buscándole sucesores, imitadores casi, que siguieran su estela. Pero no hubo otro igual. Cuando se estrenó “Gigante”, por la que recibió la primera nominación póstuma al Oscar de la historia del galardón, las colas daban la vuelta a la manzana. Los estudios se arrepintieron de haberle dado solo un papel secundario que él, por cierto, había odiado interpretar.

   Cuando se cumplen 60 años de la muerte de la estrella más fugaz de Hollywood, puede decirse sin miedo a exagerar que James Dean tiene en común con Rodolfo Valentino, Marilyn Monroe y Elvis Presley, seguir siendo un mito; y con Katharine Hepburn, John Wayne y Chaplin, el haber sido verdaderamente único e inimitable.

PD (nº1) maldita: El mismo día del accidente mortal de James Dean, el operario que trasladó los restos del coche murió aplastado al descargar el amasijo. Aún así, George Barris, mecánico y amigo del actor, decidió quedarse con los restos del coche, comprándoselos a la aseguradora por 2.500 dólares de la época. Lo que no sabía nadie es que todos los que lo conducirían, morirían en trágicas circunstancias, o sufrirían gravísimos accidentes, como los pilotos Troy McHenry, que murió estampado contra un árbol, y William Eschrid, a quien se le bloqueó la caja de cambios, y acabó herido de gravedad en el hospital; el estudiante, que se rompió la cadera al caerse el coche del escenario donde se daba una charla sobre seguridad vial; o el conductor, que quedó sepultado bajo los restos de “Little Bastard” cuando su coche chocó contra la parte posterior del camión que transportaba el coche maldito a un desguace de Nuevas Orleans.

PD (nº2) televisiva: El próximo sábado 03 de octubre de 2015, a la 23h, La Noche Temática de La 2 rendirá homenaje a James Dean.

                                              (De Belén E., el 30 de septiembre de 2015)

Referencias útiles:
Para seguir los pasos póstumos de JAMES DEAN, conéctate a su web y su Facebook.

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