Una primavera de 1992, siendo Madrid Capital Europea de la Cultura, se inauguró una torre de iluminación y comunicaciones, que pretendía aclarar el camino a los coches, que accedían a Madrid por la autovía del noroeste, alumbrar las pisadas de los runners, guiar a los estudiantes del turno de noche, o dejar que, en su base, los amantes programaran las caricias para los instantes más sombríos. Su aspecto, sobre todo en la cima, podía recordar al de un platillo volante, pero el saber popular prefirió comprarlo con un faro, y la moción triunfó por mayoría, siendo desde entonces, el Faro de Moncloa.

   Desde la torre -de 110 metros de altura y 254 metros cuadrados, diseñada por el arquitecto Salvador Pérez Arroyo, madrileños y visitantes se sintieron un poco marineros -aunque de tierra adentro-, al poder navegar visualmente por el skyline de la Villa, formado por la Casa de Campo, el Parque del Oeste, el Arco del Triunfo, el Cuartel General del Aire, el muy cercano Museo de América, o el vecino Museo del Traje; pero también la Catedral de la Almudena, el Palacio Real, el edificio de Telefónica en Gran Vía, las copas de los árboles del Parque del Retiro, el edificio de Azca, y las cumbres nevadas (o no) de la  Sierra de Guadarrama. 180 grados de agudeza visual panorámica.. 

   Enseguida el Faro, visible desde todo el noroeste de la ciudad, y que ocupaba el puesto nº11 de los rascacielos madrileños, debió de echar en falta alguna que otra marea, porque no tardaron en aparecer defectos en su construcción. Zarandeados por el viento, grandes paneles metálicos se desprendieron de la parte más alta. Al poco de empezar a utilizarse, uno de los dos ascensores translucidos se averió. La escalera interior (de 80 centímetros), construida en forma de espiral, resultó demasiado estrecha para ser práctica; y su barandilla, colocada como apoyo en la subida a pie, transmitía ráfagas de indeseable electricidad, con solo posar la mano.

   Entonces, en 2005, cuando el edificio Windsor ardió en llamas, el tema de la seguridad, en boca de todos, llevó al propio Ayuntamiento de Madrid a tomar la decisión de clausurar “definitivamente” el Faro de Moncloa por “incumplimiento de normas de seguridad y accesibilidad”. Pero, en 2010, el entonces alcalde Alberto Ruiz-Gallardón decidió recuperarlo, y en 2011, 6 millones de euros después, el séquito municipal (re)inauguró oficialmente el Faro de Moncloa. Sin embargo, la puerta al público siguió cerrada con llave. La torre permaneció rodeada por una verja de seguridad, junto a la que fueron creciendo malas hierbas, algunas amapolas, y otras flores silvestres despistadas.. hasta el pasado mes de febrero.

   El 23 de febrero de 2015, la alcaldesa, Ana Botella anunció su reapertura, repasando en visita oficial las novedades: un puesto de información turística, mostradores de atención al público, una cafetería en lo más alto, y el proyecto de una terraza junto a la entrada. Por fin, Madrid tendría su mirador de altura, y nunca mejor expresado.   

   Hoy, Viernes 24 de abril de 2015, el Faro de Moncloa, que ha permanecido más años cerrado que en funcionamiento, ha reabierto sus puertas al público para recuperar todo el tiempo perdido. 

                                                   (De Sol Alonso, el 24 de abril de 2015)

Referencias útiles:
FARO DE MONCLOA
Avenida de los Reyes Católicos, s/n
28040 Madrid
M Moncloa

Horario: de Lunes a Domingo, de 9h30 a 20h30.

PD: Visitas guiadas en grupo (máximo 25 personas) gratuitas, en español o en inglés, entre 9h30 y 13h30. Duración: 45 minutos.

Precio: 3 euros (entrada general); 1,50 euros (para niños de 7 a 17 años, mayores de 65 años, desempleados y personas con discapacidad); entrada gratuita para menores de 7 años.

PD de actualización: Hoy, Lunes 27 de abril de 2015, el Ayuntamiento de Madrid ha tenido que cerrar el Faro de Moncloa ¡por goteras!.

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