¿La mejor educación es la que no se ve? ¿En qué consisten el currículum oculto o la educación expandida? ¿Encajan igual todos los alumnos en las sillas de un aula? Cuando, en 2005, la escritora y profesora de universidad Elizabeth Ellsworth definió el concepto de Pedagogías Invisibles en su libro Po­siciones en la Enseñanza, en el que desmonta las bases obsoletas de la educación tradicional, apostando por la direccionalidad, para que lo social no devore a lo personal y al aprendizaje de lo inesperado; no sabía que, 4 años más tarde, se convertiría en un colectivo de acción e investigación en el ámbito educativo.

   Las futuros componentes de Pedagogías Invisibles se conocieron en el Departamento de Didáctica de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, haciendo el doctorado; y del grupo que compartía charlas y lecturas, en las que confluían disciplinas artísticas, pedagógicas y humanísticas, pasaron a ser en 2010, un colectivo sin ánimo de lucro y transdisciplinar, formado por 2 hombres y 12 mujeres, que prefieren hablar siempre en femenino plural, no solo por la obvia mayoría, sino por los postulados feministas que defienden. Desde entonces, realizan “la conceptualización, el diseño y la gestión de proyectos culturales así como el desarrollo de programas de curaduría educativa y creación de dispositivos educativos, materiales didácticos y publicaciones”. Entre sus numerosas propuestas, su muestra “Ni Arte ni educación”, elaborada en colaboración con GED (Grupo de Educación Disruptiva), llega al Matadero Madrid.

   A priori puede resultar complicado hablar de una exposición que versa sobre arte y pedagogía, sin que ninguno de los 2 conceptos se muestren de manera explícita. De entrada, les dicen “agentes” a los artistas, y sus trabajos (instalación, taller, vídeo, audio, documentación e investigación) se plantean como “dispositivos pedagógicos”, no como obras de arte, ya que como explica Andrea de Pascual, miembro de Pedagogías Invisibles junto con David Lanau (retratados aquí): “No pretendemos que el público simplemente pasee por las salas”, sino todo lo contrario. No habrá vigilancia. Todo se podrá tocar, con el debido respeto.

   Por ejemplo, los libros de la instalación de Ana Cebrián, dedicada a la cultura afrodescendiente, estarán para ser leídos. La fotógrafa Angélica Dass calculará el pantone de nuestra piel, cuestionando la expresión “de color carne”. Sí, pero, ¿qué carne? ¿Acaso las razas diferentes a la “blanca” son de plástico? En el asiento colocado por Paloma Calle, un cartel dice bien claro: “Está permitido sentarse en la silla”; y en el Wiki kiosko de los colombianos Laagencia, se practicarán muchas modalidades de autoedición. Y así hasta 21 proyectos, que quedan a merced de una convocatoria que atenderá las propuestas de colectivos, escuelas, asociaciones vecinales y el público para que sean un agente (artista) más: “De momento, una madre nos ha pedido celebrar la fiesta de cumpleaños de su hijo. Todo lo contrario a los museos convencionales, donde solo te dicen lo que no puedes hacer”, concluyen Andrea y David.

   ¡Bienvenidos a “Ni Arte Ni Educación” donde, antes de entrar, te darán la bienvenida dos sentencias del activista político y poeta visual uruguayo, Luis Camnitzer: “El artista aprende a comunicarse. El público aprende a hacer conexiones” y “El museo es una escuela”.   

                                           (De Sol Alonso, el 29 de octubre de 2015)

Referencias útiles:
Ni ARTE Ni EDUCACiÓN

¿CUÁNDO? Desde el Viernes 30 de octubre de 2015 al Domingo 10 de enero de 2016, de Martes a Viernes, de 16h a 21h; y los Sábados, Domingos y Festivos, de 11h a 21h.

¿DÓNDE? En la Nave 16 de Matadero Madrid
Plaza de Legazpi, 8
28045 Madrid
915 177 309
M Legazpi

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