Detrás de cada una de sus fotos, hay una historia -casi siempre urbana- y, por supuesto, una canción. “Afluencias. De la costa Este a la costa Oeste”, de Miguel Trillo, es un paseo adolescente por una órbita que imita a la del sol, en las magníficas naves de la Tabacalera que, según el propio artista, “son perfectas para que se establezca un diálogo entre las fotos y el espacio. He dado con el espacio ideal de Madrid”. La muestra es el resultado de casi cinco años de trabajo, retratando a jóvenes por ciudades de tres continentes. Hanói, Ho Chi Minh-Saigón, Rabat, Casablanca, Nueva York y Los Ángeles. Asia, África y América del Norte. Y, en la primera de las naves, fotos en blanco y negro de jóvenes vallekanos, de finales de los años 70, nos dan la bienvenida y nos invitan un intenso intercambio de miradas intergeneracional y intercontinental.

   Miguel Trillo (en la ilustración) ha vivido entre Madrid y Barcelona, pero nació en Cádiz en 1953. Licenciado en Imagen y Filología Hispánica, aquel muchacho que apenas descansó en una década en la que costaba irse a dormir -la de los 80-, hace tiempo que dejó de ser el retratista oficial de la Movida. Antes incluso, exprimió a todo tipo de personajes madrileños, aplicando el slogan de autoría británica y protestona “No future”, que se oía gritar en las pandillas de punkys colocados con las uñas sucias y las crestas impecables, cruzando Putney Bridge. Muchos, Trillo entre ellos, creímos que el Apocalipsis estaba a la vuelta de la esquina. ¡Qué mejor refugio que la barra de un bar!

   Trillo disparó en los 80 como si no hubiera un mañana. Dio brillo y esplendor a la subcultura urbana, convirtió en celebridades a personajes anónimos, retrató la coquetería de barriada, y dejó que los estilismos de sus modelos callejeros se convirtieran en auténticas declaraciones de principios. En definitiva, con Trillo, una pose se tornaba en actitud. Nadie como él supo dar con los verdaderos dandys de extrarradio.

   Trillo es un fotógrafo que gusta de andar ligero de equipaje. No utiliza trípode, apenas modifica la iluminación, ni pierde tiempo en alterar las imágenes con retoques o montajes. Un disparo es una bala que va directa al blanco. Porque su objetivo no es tanto una cuestión de última tecnología. Sabe lo que busca, aquí, en Los Ángeles, en Casablanca, o en Hanói.  Personajes de carne y hueso, que vienen y van, o simplemente están parados viendo de reojo cómo pasa la vida. Lo mejor es que el fotógrafo acaba casi siempre haciéndose colega de sus retratados.   

   Miguel Trillo sabe lo que esconden esas cabezas todavía ligeramente párvulas. Conoce el mundo rebelde y soñador de los adolescentes, las angustias cotidianas de pasar horas delante del espejo, y lucir en el banco de un parque sofisticados cortes de pelo: “Cada generación cree que no ha habido otra anterior. Y si, la hubo, prefieren que no le hablen de ella”, cuenta el fotógrafo.

   La teoría es tan aplicable a los jóvenes desnudos de cintura para arriba del cinturón de Madrid, pitillo encendido entre los dedos siempre como a punto de quemarles, como alas punkis de la puerta de Rock Ola, que a modo de protesta, hundían las uñas oscuras y afiladas en sus medias de rejilla, añadiendo al estilismo, una serie de agujeros sin fondo, semejantes a esas puertas que cualquier noche podían conducirlas a sus propios abismos.

   Y de repente, resulta que las edades del hombre no son tan diferentes allén de los mares. Miguel Trillo lo ha entendido y tiene pruebas. Sus fotografías.

                                          (De Sol Alonso, el 05 de noviembre de 2014)

Referencias útiles:
AFLUENCiAS. COSTA ESTE – COSTA OESTE

¿CUÁNDO? De Martes a Viernes, de 12h a 20h; y los Sábados, Domingos y Festivos, de 11h a 20h, hasta el Miércoles 19 de noviembre.

¿QUÉ? Muestra fotográfica de Miguel Trillo, organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

¿DÓNDE? En la Nave Central de La Tabacalera
Calle de los Embajadores, 53
28012 Madrid
M Embajadores

¿CUÁNTO? Entrada gratuita.

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