Mi PETiT VERANO (nº34):
CRÓNiCA SENTiMENTAL DEL BUCEO
Mi PETiT VERANO (nº34):
CRÓNiCA SENTiMENTAL DEL BUCEO
Desde siempre, el hombre ha sentido atracción por el mar y curiosidad por saber lo que esconden los fondos marinos, y ha buscado la manera de explorarlos, o bien para conseguir alimentos y riquezas, o bien por diversión. Crónica Sentimental de una práctica submarina, que desde la Prehistoria ha puesto a prueba el ingenio humano.
Según los grandes yacimientos encontrados en el mar Báltico y en Portugal, se sabe que los hombres prehistóricos ya buceaban a pulmón libre, muy posiblemente con el fin de capturar moluscos enclavados, en ocasiones, a varios metros por debajo de la superficie del mar. Pero los verdaderos expertos en buceo en la Antigüedad fueron sin duda las tribus de la Polinesia, que idearon las primeras (y rudimentarias) lentes submarinas para proteger los ojos de la exposición prolongada al agua salada del mar. Se trataba de un armazón de madera que sostenía una lámina casi transparente hecha de carey o de caparazón de tortuga marina, previamente sometida a un proceso de pulido.
Mientras tanto, en la Antigua Grecia, surgían los primeros buceadores “profesionales”. Eran pescadores, reconvertidos en buscadores de tesoros (como perlas, corales y esponjas) en el Mar Mediterráneo y en el Mar Rojo, como los buzos expertos que se lanzaron al mar en 168 a.C. en busca del botín que Perseo, el último rey de Macedonia, había tirado por la borda. No cabe duda de que dominaban con maestría los dos tipos de aparatos de inmersión, descritos por Aristóteles en el siglo IV a.C., y que harían historia: un antecedente del snorkel (un tubo para respirar, "que les hace parecerse a los elefantes”, según el filósofo) y la campana de buzo, que no era otra cosa que un gran caldero de forma cónica que se colocaba de manera invertida en la cabeza y que, al sumergirse, conservaba el aire en su interior debido a la presión del agua. De lo que pesaba, mejor no hablamos.
Si los griegos también fueron los primeros en descubrir las ventajas bélicas del submarinismo al utilizar a los buzos profesionales como fuerza de combate en operaciones navales como en la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), la primera unidad combatiente anfibia real se debe a los romanos copiones. Armados únicamente con cuchillos, los denominaos urinatores intervinieron por primera vez en la guerra civil entre Julio César y Pompeyo Magno. Aprovechando la noche, nadaron hasta las naves pompeyanas, cortaron los cabos de las anclas y remolcaron los barcos hasta la playa donde el ejército de César se ocuparía de pescar por sorpresa al enemigo. Gracias a esa victoria, los urinatores pudieron constituir un gremio, y empezar a ejercer, en tiempos de paz, de buceadores en los puertos de mercancías.
Después de un paréntesis durante la Alta Edad Media, en la que se vivió más en tierra firme que debajo del mar, el interés por sus profundidades volvió a despertarse con el Renacimiento italiano de la mano de (¿quién si no?) Leonardo da Vinci, quien diseñó las primeras aletas natatorias, guantes palmeados y tubos respiradores de la Historia, es decir, el "equipo que cubre todas las necesidades vitales y las exigencias especiales que un hombre puede necesitar bajo el agua”, según crónicas de la época. De esa época, también datan las extraordinarias proezas del buceador Nicolás, apodado El Pez, citadas en la segunda parte del Quijote, en la que el hidalgo explica que, entre otras virtudes, el caballero andante debe “saber nadar como dicen que nadaba el Peje Nicolao”; y ensalzadas por el dramaturgo Friedrich Schiller en el XVII, en una balada titulada “El Buceador”.
Con la puerta que había dejado abierta el polímata florentino, los grandes inventos que mejorarían las actividades de buceo llegaron en el siglo XVII, empezando por la campana de buzo, que marcó un hito importante. Se trataba de un simple recipiente en el que, al ser descendido hasta cierta profundidad, el agua subía por su interior hasta equilibrar la presión del aire contenido en él, y podía así ser respirado por los buceadores. El sistema ya utilizado a finales del siglo XVI se fue perfeccionando y proliferó a partir del siglo XVII gracias a la campana de Buonaiuto Lorini en 1597, la denominada "Patache" de Jean Barrié en 1640, la del catalán Andreu Ximénez, empleada en aguas de Cadaqués en 1654, o la de Edmund Halley en 1690, que recibía suministro de aire desde la superficie por medio de un sistema de barriles.
Casi un siglo más tarde, otro británico inventó un aparato que hoy vemos con un aspecto gracioso pero al que hay que reconocer el ingenio. En 1766, John Lethebridge ideó una suerte de tonel de madera en el que se metía el buzo sacando los brazos por unas mangas ajustadas de cuero. El aire llegaba por dos tubos situados a la altura de la cabeza y se eliminaba por la parte baja del invento. Su idea sería retomada 30 años más tarde, esta vez por un alemán, el ingeniero Karl Heinrich Klingert, que diseñó un traje que constaba de un casco de metal con mirillas y tubos de entrada y salida del aire, que iba unido a una pieza de cuero sobre el cuerpo de la que colgaban unas piezas de plomo para ayudar en la inmersión.
En 1839, inspirándose en la campana de Da Vinci, el ingeniero británico Augusto Siebe ideó una escafandra con mirillas, que recibía aire del exterior mediante una bomba y que lo expulsaba mediante una válvula. Años más tarde consiguió unirla a un traje impermeable (de lona de caucho) que por primera vez evitaba que el cuerpo del buceador se mojara. Los zapatos eran de plomo para hacer de lastre. Pero su invento fue rápidamente superado por el “Aeróforo” de un oficial de marina y un ingeniero, Auguste Denayrouze y Benedict Rouquayrol, en 1860. Con su depósito de aire, más ligero que la escafandra, que seguía recibiendo el aire de la superficie cuando el buzo aspiraba, mediante un tubo introducido en la boca, y su renovada máscara con mirillas, se trataba de un equipo ultramoderno para la época que entró en la memoria colectiva gracias a las 20.000 leguas de viaje submarino (1869), de Julio Verne.
Pero la verdadera revolución llegó en 1933 de la mano de un oficial de la marina francesa, Paul Gaston Yves Le Prieur, que patentó un aparato (que bautizó como Fernez-Le Prieur, incluyendo el nombre de su socio), que por primera vez en la historia del submarinismo permitía el buceo de forma autónoma, sin conexión con la superficie, gracias a una botella con aire a alta presión. Gracias a ese gran avance, el buzo de combate hizo su reaparición durante la II Guerra Mundial. Los italianos crearon el cuerpo de los famosos “Hombres Gamma” (dignos herederos de sus antepasados romanos, los “Urinatores”), que inspiraron a su vez a los ingleses a la hora de crear sus eficaces Frogmen (hombres rana).
Cuando acabó la contienda y a pesar de su pasado bélico, el buceo pasó a ser una actividad deportiva y de ocio, tal y como hoy la conocemos hoy, gracias a los programas de televisión del archifamoso (oficial naval, explorador y investigador) Jacques-Yves Cousteau y a su compañero de viaje, el ingeniero Emile Gagnan. Juntos crearon un mecanismo denominado Aqua-Lung (o pulmón acuático), que estaba dotado de tres cámaras (de alta y baja presión, y de presión ambiente) y que permitía al buceador una mayor autonomía. En 1943 se realizó la primera prueba de funcionamiento: Frederic Dumas, miembro del equipo de Cousteau, logró sumergirse en Marsella hasta 63 metros por debajo del nivel del mar, y solo cuatro años más tarde, alcanzó los 93 metros de profundidad sin saber que las asociaciones y escuelas de buceo no tardarían en multiplicarse, y que el buceo dejaría de ser un deporte extremo para pasar a ser una actividad recreativa familiar.
A modo de conclusión, es imposible hablar del buceo sin mencionar el sistema PADi, que celebra este año su 50º aniversario y que contra todo pronóstico debe su creación a una botella de... whisky. Según cuenta la historia o la leyenda, una noche de 1966, John Cronin llegó a casa de Ralph Erikson con una botella de Johnny Walker Black Label y la firme intención de acabarla. Entre brindis y brindis por la amistad, los dos amigos buceadores de toda la vida, originarios de Illinois, empezaron a soñar con crear una organización de entrenamiento de buceo, que bautizarían Professional Association of Diving Instructors. Dicho y hecho, y desde finales de los 80, su Asociación de Instructores de Buceo es la principal organización de entrenamiento de buceo del mundo.
¡Feliz buceo!
PD (nº1) titánica: El 01 de septiembre de 1985, los oceanógrafos Robert Ballard y Jean-Louis Michel localizaron los restos del legendario Titanic, a 3.800 metros de profundidad, en las frías aguas del Atlántico Norte, gracias al robot submarino Argo. Lo que nadie sabía es que la búsqueda del “cadáver” del transatlántico era una tapadera para una misión secreta del Gobierno de EE.UU., que había mandado a los científicos localizar los restos de dos submarinos nucleares, llamados Thresher y Scorpion, que se habían hundido en el Atlántico Norte, durante la Guerra Fría.
PD (nº2) militar: En 2002, poco después de los atentados del 11S, el FBi comunicó que temía un ataque terrorista mediante buceadores y sistemas submarinos en las costas norteamericanas, y obtuvo la autorización de entrar en contacto con todas las tiendas y escuelas de buceo para obtener información sobre buceadores y materiales comprados.
PD (nº3): En septiembre de 2014, el nadador egipcio Ahmed Gamal Gabr se convirtió en el primer submarinista en descender a 332,35 metros, la mayor profundidad con botellas y sin asistencia exterior, lo que le llevó directo al Libro Guinness de los Récords. Tardó 12 minutos en bajar y 15 horas en subir de las aguas del Mar Rojo.
PD (nº4) internacional: Cada 16 de julio se celebra el Día de la Mujer Buceadora. Sin comentarios.
(De Abigail C., el 14 de julio de 2016)
Referencias útiles:
¿DÓNDE (APRENDER A) BUCEAR EN MADRiD?
(1) Bubbles Dive (también en Facebook y Twitter) (en la ilustración)
Paseo de la Castellana, 234
28046 Madrid
911 101 090
M Plaza de Castilla
Horario: de Lunes a Sábado, de 11h30 a 20h30.
(2) Casco Antiguo (también en Facebook y Twitter) (ver la ilustración)
Calle de Jorge Juan, 118
28028 Madrid
914 008 710
M O’Donnell
Horario:
- De Lunes a Viernes: de 10h a 20h30;
- Los Sábados: de 10h a 14h y de 17h a 20h.
(3) SoloBuceadores (también en Facebook y Twitter) (ver la ilustración)
Calle de Getafe, 15
28980 Parla
911 720 647
C Parla
Horario:
- De Lunes a Sábado: de 10h a 22h;
- Los Domingos: de 10h a 14h.
(4) Para saberlo todo del PADi, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.
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Desde siempre, el hombre ha sentido atracción por el mar y curiosidad por saber lo que esconden los fondos marinos, y ha buscado la manera de explorarlos, o bien para conseguir alimentos y riquezas, o bien por diversión. Crónica Sentimental de una práctica submarina, que desde la Prehistoria ha puesto a prueba el ingenio humano.
Según los grandes yacimientos encontrados en el mar Báltico y en Portugal, se sabe que los hombres prehistóricos ya buceaban a pulmón libre, muy posiblemente con el fin de capturar moluscos enclavados, en ocasiones, a varios metros por debajo de la superficie del mar. Pero los verdaderos expertos en buceo en la Antigüedad fueron sin duda las tribus de la Polinesia, que idearon las primeras (y rudimentarias) lentes submarinas para proteger los ojos de la exposición prolongada al agua salada del mar. Se trataba de un armazón de madera que sostenía una lámina casi transparente hecha de carey o de caparazón de tortuga marina, previamente sometida a un proceso de pulido.
Mientras tanto, en la Antigua Grecia, surgían los primeros buceadores “profesionales”. Eran pescadores, reconvertidos en buscadores de tesoros (como perlas, corales y esponjas) en el Mar Mediterráneo y en el Mar Rojo, como los buzos expertos que se lanzaron al mar en 168 a.C. en busca del botín que Perseo, el último rey de Macedonia, había tirado por la borda. No cabe duda de que dominaban con maestría los dos tipos de aparatos de inmersión, descritos por Aristóteles en el siglo IV a.C., y que harían historia: un antecedente del snorkel (un tubo para respirar, "que les hace parecerse a los elefantes”, según el filósofo) y la campana de buzo, que no era otra cosa que un gran caldero de forma cónica que se colocaba de manera invertida en la cabeza y que, al sumergirse, conservaba el aire en su interior debido a la presión del agua. De lo que pesaba, mejor no hablamos.
Si los griegos también fueron los primeros en descubrir las ventajas bélicas del submarinismo al utilizar a los buzos profesionales como fuerza de combate en operaciones navales como en la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), la primera unidad combatiente anfibia real se debe a los romanos copiones. Armados únicamente con cuchillos, los denominaos urinatores intervinieron por primera vez en la guerra civil entre Julio César y Pompeyo Magno. Aprovechando la noche, nadaron hasta las naves pompeyanas, cortaron los cabos de las anclas y remolcaron los barcos hasta la playa donde el ejército de César se ocuparía de pescar por sorpresa al enemigo. Gracias a esa victoria, los urinatores pudieron constituir un gremio, y empezar a ejercer, en tiempos de paz, de buceadores en los puertos de mercancías.
Después de un paréntesis durante la Alta Edad Media, en la que se vivió más en tierra firme que debajo del mar, el interés por sus profundidades volvió a despertarse con el Renacimiento italiano de la mano de (¿quién si no?) Leonardo da Vinci, quien diseñó las primeras aletas natatorias, guantes palmeados y tubos respiradores de la Historia, es decir, el "equipo que cubre todas las necesidades vitales y las exigencias especiales que un hombre puede necesitar bajo el agua”, según crónicas de la época. De esa época, también datan las extraordinarias proezas del buceador Nicolás, apodado El Pez, citadas en la segunda parte del Quijote, en la que el hidalgo explica que, entre otras virtudes, el caballero andante debe “saber nadar como dicen que nadaba el Peje Nicolao”; y ensalzadas por el dramaturgo Friedrich Schiller en el XVII, en una balada titulada “El Buceador”.
Con la puerta que había dejado abierta el polímata florentino, los grandes inventos que mejorarían las actividades de buceo llegaron en el siglo XVII, empezando por la campana de buzo, que marcó un hito importante. Se trataba de un simple recipiente en el que, al ser descendido hasta cierta profundidad, el agua subía por su interior hasta equilibrar la presión del aire contenido en él, y podía así ser respirado por los buceadores. El sistema ya utilizado a finales del siglo XVI se fue perfeccionando y proliferó a partir del siglo XVII gracias a la campana de Buonaiuto Lorini en 1597, la denominada "Patache" de Jean Barrié en 1640, la del catalán Andreu Ximénez, empleada en aguas de Cadaqués en 1654, o la de Edmund Halley en 1690, que recibía suministro de aire desde la superficie por medio de un sistema de barriles.
Casi un siglo más tarde, otro británico inventó un aparato que hoy vemos con un aspecto gracioso pero al que hay que reconocer el ingenio. En 1766, John Lethebridge ideó una suerte de tonel de madera en el que se metía el buzo sacando los brazos por unas mangas ajustadas de cuero. El aire llegaba por dos tubos situados a la altura de la cabeza y se eliminaba por la parte baja del invento. Su idea sería retomada 30 años más tarde, esta vez por un alemán, el ingeniero Karl Heinrich Klingert, que diseñó un traje que constaba de un casco de metal con mirillas y tubos de entrada y salida del aire, que iba unido a una pieza de cuero sobre el cuerpo de la que colgaban unas piezas de plomo para ayudar en la inmersión.
En 1839, inspirándose en la campana de Da Vinci, el ingeniero británico Augusto Siebe ideó una escafandra con mirillas, que recibía aire del exterior mediante una bomba y que lo expulsaba mediante una válvula. Años más tarde consiguió unirla a un traje impermeable (de lona de caucho) que por primera vez evitaba que el cuerpo del buceador se mojara. Los zapatos eran de plomo para hacer de lastre. Pero su invento fue rápidamente superado por el “Aeróforo” de un oficial de marina y un ingeniero, Auguste Denayrouze y Benedict Rouquayrol, en 1860. Con su depósito de aire, más ligero que la escafandra, que seguía recibiendo el aire de la superficie cuando el buzo aspiraba, mediante un tubo introducido en la boca, y su renovada máscara con mirillas, se trataba de un equipo ultramoderno para la época que entró en la memoria colectiva gracias a las 20.000 leguas de viaje submarino (1869), de Julio Verne.
Pero la verdadera revolución llegó en 1933 de la mano de un oficial de la marina francesa, Paul Gaston Yves Le Prieur, que patentó un aparato (que bautizó como Fernez-Le Prieur, incluyendo el nombre de su socio), que por primera vez en la historia del submarinismo permitía el buceo de forma autónoma, sin conexión con la superficie, gracias a una botella con aire a alta presión. Gracias a ese gran avance, el buzo de combate hizo su reaparición durante la II Guerra Mundial. Los italianos crearon el cuerpo de los famosos “Hombres Gamma” (dignos herederos de sus antepasados romanos, los “Urinatores”), que inspiraron a su vez a los ingleses a la hora de crear sus eficaces Frogmen (hombres rana).
Cuando acabó la contienda y a pesar de su pasado bélico, el buceo pasó a ser una actividad deportiva y de ocio, tal y como hoy la conocemos hoy, gracias a los programas de televisión del archifamoso (oficial naval, explorador y investigador) Jacques-Yves Cousteau y a su compañero de viaje, el ingeniero Emile Gagnan. Juntos crearon un mecanismo denominado Aqua-Lung (o pulmón acuático), que estaba dotado de tres cámaras (de alta y baja presión, y de presión ambiente) y que permitía al buceador una mayor autonomía. En 1943 se realizó la primera prueba de funcionamiento: Frederic Dumas, miembro del equipo de Cousteau, logró sumergirse en Marsella hasta 63 metros por debajo del nivel del mar, y solo cuatro años más tarde, alcanzó los 93 metros de profundidad sin saber que las asociaciones y escuelas de buceo no tardarían en multiplicarse, y que el buceo dejaría de ser un deporte extremo para pasar a ser una actividad recreativa familiar.
A modo de conclusión, es imposible hablar del buceo sin mencionar el sistema PADi, que celebra este año su 50º aniversario y que contra todo pronóstico debe su creación a una botella de... whisky. Según cuenta la historia o la leyenda, una noche de 1966, John Cronin llegó a casa de Ralph Erikson con una botella de Johnny Walker Black Label y la firme intención de acabarla. Entre brindis y brindis por la amistad, los dos amigos buceadores de toda la vida, originarios de Illinois, empezaron a soñar con crear una organización de entrenamiento de buceo, que bautizarían Professional Association of Diving Instructors. Dicho y hecho, y desde finales de los 80, su Asociación de Instructores de Buceo es la principal organización de entrenamiento de buceo del mundo.
¡Feliz buceo!
PD (nº1) titánica: El 01 de septiembre de 1985, los oceanógrafos Robert Ballard y Jean-Louis Michel localizaron los restos del legendario Titanic, a 3.800 metros de profundidad, en las frías aguas del Atlántico Norte, gracias al robot submarino Argo. Lo que nadie sabía es que la búsqueda del “cadáver” del transatlántico era una tapadera para una misión secreta del Gobierno de EE.UU., que había mandado a los científicos localizar los restos de dos submarinos nucleares, llamados Thresher y Scorpion, que se habían hundido en el Atlántico Norte, durante la Guerra Fría.
PD (nº2) militar: En 2002, poco después de los atentados del 11S, el FBi comunicó que temía un ataque terrorista mediante buceadores y sistemas submarinos en las costas norteamericanas, y obtuvo la autorización de entrar en contacto con todas las tiendas y escuelas de buceo para obtener información sobre buceadores y materiales comprados.
PD (nº3): En septiembre de 2014, el nadador egipcio Ahmed Gamal Gabr se convirtió en el primer submarinista en descender a 332,35 metros, la mayor profundidad con botellas y sin asistencia exterior, lo que le llevó directo al Libro Guinness de los Récords. Tardó 12 minutos en bajar y 15 horas en subir de las aguas del Mar Rojo.
PD (nº4) internacional: Cada 16 de julio se celebra el Día de la Mujer Buceadora. Sin comentarios.
(De Abigail C., el 14 de julio de 2016)
Referencias útiles:
¿DÓNDE (APRENDER A) BUCEAR EN MADRiD?
(1) Bubbles Dive (también en Facebook y Twitter) (en la ilustración)
Paseo de la Castellana, 234
28046 Madrid
911 101 090
M Plaza de Castilla
Horario: de Lunes a Sábado, de 11h30 a 20h30.
(2) Casco Antiguo (también en Facebook y Twitter) (ver la ilustración)
Calle de Jorge Juan, 118
28028 Madrid
914 008 710
M O’Donnell
Horario:
- De Lunes a Viernes: de 10h a 20h30;
- Los Sábados: de 10h a 14h y de 17h a 20h.
(3) SoloBuceadores (también en Facebook y Twitter) (ver la ilustración)
Calle de Getafe, 15
28980 Parla
911 720 647
C Parla
Horario:
- De Lunes a Sábado: de 10h a 22h;
- Los Domingos: de 10h a 14h.
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LAS 50 SOMBRAS DE... LOS MADRiLES
¡¡Ufff!! ¡¡¡¡Qué caló!!!! Si te toca quedarte en la urbe este finde y el siguiente también hasta la “rentrée”, ¡no te pierdas las 50 sombras...
Mi PETiT VERANO (nº68):
LAS 50 SOMBRAS DE... LOS MADRiLES
¡¡Ufff!! ¡¡¡¡Qué caló!!!! Si te toca quedarte en la urbe este finde y el siguiente también hasta la “rentrée”, ¡no te pierdas las 50 sombras...
Mi PETiT VERANO (nº68):
LAS 50 SOMBRAS DE... LOS MADRiLES
¡¡Ufff!! ¡¡¡¡Qué caló!!!! Si te toca quedarte en la urbe este finde y el siguiente también hasta la “rentrée”, ¡no te pierdas las 50 sombras...
Mi PETiT VERANO (nº68):
LAS 50 SOMBRAS DE... LOS MADRiLES
¡¡Ufff!! ¡¡¡¡Qué caló!!!! Si te toca quedarte en la urbe este finde y el siguiente también hasta la “rentrée”, ¡no te pierdas las 50 sombras...
Mi PETiT VERANO (nº68):
LAS 50 SOMBRAS DE... LOS MADRiLES
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Mi PETiT VERANO (nº68):
LAS 50 SOMBRAS DE... LOS MADRiLES
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Mi PETiT VERANO (nº68):
LAS 50 SOMBRAS DE... LOS MADRiLES
¡¡Ufff!! ¡¡¡¡Qué caló!!!! Si te toca quedarte en la urbe este finde y el siguiente también hasta la “rentrée”, ¡no te pierdas las 50 sombras...
Mi PETiT VERANO (nº67):
EL RESPLANDOR (EN CiNEMA USERA)
Para poder terminar de escribir su novela, Jack Torrance acepta un trabajo de mantenimiento en el Hotel Overlock durante la temporada...
Mi PETiT VERANO (nº66): SABiNA URRACA,
PREGONERA DE LA PLAZA EN VERANO
Hoy, Viernes 28 de julio de 2017, Sabina Urraca le pondrá la guinda a su pastel o, como ella dice, la palmerita a ese cóctel que se...
Mi PETiT VERANO (nº65):
HOMENAJE A SEGUNDO DE CHOMÓN
Pese al importante legado que dejó al mundo, pocos sabrían decir hoy en día quien fue Segundo de Chomón y a qué disciplina dedicó...
Mi PETiT VERANO (nº64):
RUTA DEL FUTBOLíN
Presentes hasta hace poco en la mayoría de los bares europeos y norteamericanos, sus mesas han ido desapareciendo de nuestro entorno...
Mi PETiT VERANO (nº63):
AMERiCAN GRAFFiTi
“¿Dónde estabas en el 62?”. Este era uno de los reclamos publicitarios de “American Graffiti”, de George Lucas, estrenada en 1973...
Mi PETiT VERANO (nº62):
LAS CHANCLAS
Con el calor del verano, nuestros pies piden a gritos salir de su encierro y todos, sin excepción, sacamos del armario unos zapatos que...
Mi PETiT VERANO (nº61):
MADAMA BUTTERFLY
Aunque en un primer momento no fue bien recibida por el público y la crítica, “Madama Butterfly”, con música de Giacomo Puccini...
Mi PETiT VERANO (nº60):
RUTA DEL GAZPACHO
Considerado -con razón- como uno de los platos estrella del verano y, por ende, de la dieta mediterránea, declarada Patrimonio Inmaterial...
Mi PETiT VERANO (nº60):
RUTA DEL GAZPACHO
Considerado -con razón- como uno de los platos estrella del verano y, por ende, de la dieta mediterránea, declarada Patrimonio Inmaterial...
Mi PETiT VERANO (nº59):
¡FELiZ DíA (UNiVERSAL) DE LOS ABUELOS!
Coincidiendo con el día de San Joaquín -el abuelo materno del Niño Jesús- y de Santa Ana -la presunta inocente madre de la Virgen María...