SLOW LiFE - Mi Petit Madrid * - Mi (PETiT) MADRiD DE ADOPCiÓN (nº9):HiLARY THOMSON DE iNTERNATiONAL HOUSE

Mi (PETiT) MADRiD DE ADOPCiÓN (nº9):
HiLARY THOMSON DE iNTERNATiONAL HOUSE

Lo que más le gusta de Madrid es la vida en la calle que tiene la ciudad, la cantidad de gente que encuentras caminando a cualquier hora del día y de la noche… ¿Será este el único motivo por el que Hilary Thomson (en la ilustración) lleva más tiempo en Madrid que Edimburgo, su (preciosa) ciudad natal?

Hilary nació en la capital escocesa, y estudió Literatura y Lengua Inglesa y Escocesa en la Universidad de Aberdeen. Cuando finalizó su carrera en los 80, la tasa de desempleo era tan alta que, con apenas 21 años, decidió emigrar. Su primer destino fue Londres, donde trabajó por primera vez como profesora de inglés para extranjeros. Con la academia en la que trabajaba, saltó a Estambul, donde impartió clases durante un año. En la capital cultural de Turquía, compartía piso con una compañera que había trabajado en Galicia, y fue ella quien le sugirió su próximo destino. ¿Por qué no ir a España? Hilary no se lo pensó dos veces, e hizo las maletas.

Aterrizó en Madrid en 1987 con 25 años recién cumplidos: “Era el final de la Movida. Para mí, supuso un shock de culturas. En Estambul, tenía que cubrirme los hombros para salir a la calle. Al llegar a Madrid, me sorprendió la vestimenta de las mujeres. Chicas con minifalda desfilando por la calle, una pareja besándose en cada esquina, la gente fumando en los bares… había muchísimas libertades”.

Nada más llegar a la Villa, empezó a trabajar en la escuela de inglés que International House tiene en la calle Zurbano (ver la ilustración): “En aquella época, era una escuela pequeña. Los profesores éramos como una piña, y lo pasábamos pipa”, recuerda Hilary, que alquiló un piso con otras compañeras en el Barrio de Pacifico. El primer año fue “movidito”. Un día, una mujer que había forzado la puerta de su piso, la sorprendió mientras dormía para atracarla. Ella apenas podía expresarse en nuestro idioma, y le dio todo lo que tenía encima… Seis semanas más tarde, la atracaron por la calle. Pero “hoy, Madrid es muy seguro”.

Si al principio no hablaba español, nunca tuvo problemas para entenderse con los madrileños, que “eran y son gente muy agradable, y aunque te observaban con curiosidad, siempre se esmeraban por ayudarte. Recuerda que, cuando iba al mercado, “compraba por señas lo que quería, y si me perdía, me mostraban un mapa o me acompañaban…”. Poco a poco aprendió nuestro idioma hablando y tomando cafés con los alumnos sin imaginar que precisamente así conocería a su marido, Miguel Ángel: “Fue alumno mío pero no ocurrió nada hasta después de los exámenes”, se apresura a aclarar Hilary, entre risas.

También recuerda que, cuando llegó a Madrid, en la escuela había muchísimos principiantes que querían hablar inglés y que casi nadie había viajado fuera de España. Cuando ella les preguntaba dónde habían estado en vacaciones, ellos respondían: “¡En España! ¿Por qué vamos a salir? España tiene de todo”. Hoy, el nivel de inglés del alumnado se ha incrementado considerablemente, y la mayoría de los alumnos de la academia tienen un nivel intermedio-alto o avanzado, y casi todos han salido del país. Pero la motivación para aprender inglés sigue siendo la misma: encontrar un trabajo mejor.

Finalmente, Hilary (que vuelve 3 ó 4 veces al año a Edimburgo a ver a la familia) prefiere no imaginar el futuro, sino vivir el presente en su barrio, Chueca, que adora, yendo cada día a trabajar caminando, disfrutando de su hijo Alejandro, que está a punto de cumplir los 13, y descubriendo nuevos lugares de la villa de la mano de un madrileño de pura cepa, su marido Miguel Ángel…

(De Carla Pulín, el 23 de noviembre de 2015)

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