Hay para quienes haber inspirado a alguno de los personajes más memorables y ricos de la historia de la literatura podría parecer una honra con la que vivir orgulloso, en cambio, para Peter Llewelyn-Davies, encarnar durante más de 50 años la figura de Peter Pan, supuso una pesada losa que le acompañó toda su vida, hasta que decidió terminar con ella arrojándose a la vía del metro de Londres. Desde el pasado mes de octubre, se puede ver en los cines de la Villa “Pan: Viaje a Nunca Jamás”, que se centra en los orígenes del emblemático personaje proponiendo una interpretación libre de cómo llegó al país de Nunca Jamás y conoció al Capitán Garfio y Tigrilla. Crónica Crítica del niño que nunca quiso crecer.

   James Matthew Barrie (1860-1937) ya era un afamado autor teatral de la Inglaterra victoriana cuando conoció a los hermanos Llewelyn-Davies. Solía sacar a pasear a su perro Phortos a los jardines de Kensington donde se encontraba con George y Jack, los hijos mayores. Y al mismo tiempo y por casualidad, conoció en una cena a Sylvia du Maurier, hija del famoso escritor e ilustrador George du Maurier, casada e intensamente enamorada de su apuesto marido, Arthur -un abogado londinense-, y madre de los niños del parque y de otros 3 más: Peter, Michael y el pequeño Nico. Enseguida, entre los dos, surgió una profunda amistad.

   La coincidencia de que el dramaturgo hubiera conocido previamente a 2 de sus hijos en el parque, le resultó interesante, y así, con naturalidad, J.M. Barrie entró a formar parte de la familia Llewelyn-Davies, quienes entendieron como algo perfectamente natural la relación casi obsesiva que tenía el autor con los niños. También es verdad que el magnetismo y la desbordante capacidad para contar historias fantásticas y participar en juegos inacabables de Barrie, le convirtió en inseparable de los niños, quienes por su parte, le fueron suministrando la inspiración y una suerte de matices necesarios para crear a su inmensa criatura: Peter Pan.  

   En 1904, Barrie estrenó “Peter Pan” en formato obra de teatro, y en 1910, se publicó como novela. El libro no solo se convirtió al minuto en un bestseller de la época, sino que entró por la puerta grande en el Olimpo de las obras maestras al encerrar entre sus páginas un arquetipo colectivo, que sirve para definir la primera adolescencia en su totalidad. Peter Pan, el niño pájaro que se niega a crecer, es un espíritu libre y líder nato. Como seductor aventurero que no le tiene miedo a nada excepto a hacerse mayor, es un personaje frankensteniano, construido a partir de varios de los hermanos Llewelyn-Davies. Aunque el nombre lo coge del tercer hermano, el autor usó como primer modelo a George, el mayor de los hermanos y su favorito junto a Michael, el segundo más pequeño.

   Según Rodrigo Fresán -autor de Jardines de Kensington (una recreación sobre la figura de Peter Pan y del propio Barrie)-, “los grandes y luminosos clásicos de la literatura infantil suelen estar fundamentados en oscuras patologías de sus autores”; una afirmación que se puede aplicar con claridad entre Barrie y Peter Pan. En efecto, la muerte de su hermano mayor (de 13 años), David, en un accidente patinando, cuando el escritor contaba con 6 años, le rompió el corazón. Pero lo que marcó su infancia y personalidad no fue el trágico suceso en sí sino como su madre, que nunca se recuperó de esa pérdida, lo afrontó. Al parecer, en repetidas ocasiones, cuando se encontraba con el pequeño James en una habitación oscura, su madre le llegó a preguntar casi demente “David, ¿eres tú?”, y al darse cuenta de que no era su hijo muerto, respondía decepcionada, “ah, sólo eres tú”.

   Inconsciente o conscientemente, James Barrie luchó toda su vida por agradar a su madre, e intentar llenar el espacio de su hermano a la vez que buscaba otros lugares donde esconderse de una realidad sofocante y cruel. Y así fue cómo, con apenas 6 años, comenzó a crear Neverland, un lugar fantástico y mágico donde los niños no crecen (ni mueren). Puede resultar paradójico que la escritura de un libro, que rehúye la tristeza, y que busca tanto escapar de todos esos aspectos adultos íntimamente relacionados con las obligaciones, fuera rodeada de tantos episodios trágicos tan encontrados con lo que el libro ensalza. Per, como bien se sabe, muchas veces, la realidad supera la ficción.

   Al poco de estrenarse la obra, tanto Sylvia como Arthur, los padres de los niños, murieron de cáncer con apenas tres años de diferencia. Los huérfanos quedaron al amparo de Barrie quien se hizo cargo de ellos -se dice que el escritor modificó el testamento de Sylvia para que así fuera-. Durante la Primera Guerra Mundial, George, con apenas 21 años perdió la vida en una trinchera. En 1921, Michael, “el más Peter Pan de todos” según el propio autor, se ahogó en un estanque, junto a Rupert Errol, su compañero inseparable de Oxford, en lo que todo apunta a un pacto suicida homosexual. El terrible suceso sumió a Barrie en una profunda tristeza de la que no fue capaz de salir. A partir de ese momento y hasta su muerte en 1937, el dramaturgo se encerró en su mansión para escribir historias de fantasmas, sin apenas salir de sus muros. 

   Finalmente, Peter, de quien tomó el nombre el vampírico personaje de “esa espantosa obra maestra”, creció odiándolo, y sobre todo, rechazando que todo el mundo le asociara con él. Su posterior relación con el escritor no fue buena, y nunca le perdonó que no le hubiera dejado en herencia los derechos de la obra -después de la muerte de Michael, Barry donó todos los derechos de autor al hospital londinense para niños de Great Ormond Street-. El 04 de abril de 1960, Peter Llewelyn-Davies, que era un reconocido editor de 63 años, llegó lentamente hasta la estación de metro de Sloane Square, y justo cuando el tren se aproximaba, se arrojó a la vía, falleciendo en el acto. Y como era de esperar, los desoladores titulares que se pudieron leer a la mañana siguiente decían: “Peter Pan se suicida”.    

PD (nº1) mítica: En 1932, en la Universidad de Columbia, Peter “Pan” Llewelyn Davies, de 35 años, se encontró con la “Alicia” (o Alice Liddell) del País de las Maravillas (de Lewis Carroll), que ya contaba con 80 años. ¿Hablarían de lo que suponía cargar con el peso de ser un mito a pesar suyo?

PD (nº2) ¿bucólica?: En homenaje a su encuentro con los niños Llewelyn-Davies en Kensington Gardens, J.M. Barrie colocó una estatua de Peter Pan en los jardines, la noche del 01 de mayo de 1912, sin ser visto, puesto que le habían denegado el permiso necesario para hacerlo. No obstante, el día anterior, publicó un artículo en The Times revelándoles a los niños que les esperaba una sorpresa.

                                         (De María Glück, el 10 de noviembre de 2015)

Referencias útiles:
   Para seguir los pasos animados de PETER PAN, conéctate (en inglés) a su Facebook y su Twitter. En cuanto a la película “Pan: Viaje a Nunca Jamás”, de Joe Bright, aún puedes verla en los Cines Cinesa, Yelmo y Kinepolis. 

[Volver a Mi Petit Filmoteca, Biblioteca, Callejero o Blogosfera]