Fue el escultor abstracto por excelencia y probablemente el más importante del siglo XX. En sus manos, madera, piedra, mármol y bronce dejaron atrás el realismo académico para dar lugar a obras que mostraban su núcleo y mínima expresión. Geométrico, figurativo, reservado y pionero del arte moderno, Brancusi logró convertir la talla artesana de sus horas muertas como pastor en los montes Cárpatos, en icono y referencia. Hoy, en el año del 140º aniversario de su nacimiento, mientras sus piezas siguen siendo admiradas e imitadas, el Instituto Francés vuelve a recordarlo con “Brancusi se graba a sí mismo”, una muestra que reúne a imágenes inéditas grabadas por el proprio artista, entre 1923 y 1939, así como el material que rodó con una cámara de 35mm que le prestó el fotógrafo Man Ray y en el que asoma su conjunto escultórico titulado Târgu-Jiu, la cima de su obra, compuesta por “La puerta del beso”, “La mesa del silencio” y “La columna del infinito”, en honor a los caídos de la Primera Guerra Mundial.

   Constantin Brancusi nació el 19 de febrero de 1876 en Hobita, un pueblo de Rumanía, en el seno de una familia pobre de agricultores. Sin escuela ni estudios, con sólo 7 años empezó a ganarse la vida trabajando como pastor, y cuentan que ahí arrancaron sus primeras tallas en piedra y madera, con un sentido primitivo y arcaico que le acompañaría a lo largo de toda su vida y obra. Monaguillo, tintorero o lavaplatos fueron otros de los oficios que ocuparon su mente y manos hasta que una apuesta le cambió la vida.

   Dicen que, siendo mozo de una posada de Bucarest, un cliente le desafió a fabricar un violín. Entonces, el joven Brancusi hirvió las tablillas de una caja de naranjas, y se puso manos a la obra. El resultado fue tan espectacular que otro asiduo, impresionado, se convirtió en su protector, y le pagó los estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Craiova, donde llegó con 18 años después de aprender solito a leer y a escribir. De allí pasó a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Bucarest, pero en 1903, con París en su cabeza, el artista decidió abandonarlo todo para emprender un viaje que le llevó a recorrer a pie gran parte de Europa hasta llegar a su destino.

   En París su obra llamó la atención del mismísimo Auguste Rodin que le propuso trabajar en su taller, pero Brancusi, a pesar de su precaria situación económica, decidió rechazar la oferta, simplemente porque, como él mismo contó, “a la sombra de un gran árbol nada crece”, y aparcó su admiración para no frenar su talento. Lo que sí hizo fue sumergirse en la bohemia de Montparnasse, donde nutrió su espíritu y círculo social, rodeado de artistas e intelectuales como Pablo Picasso, el poeta Guillaume Apollinaire, el compositor Erik Satie, o el pintor italiano Amedeo Modigliani, al que enseñó a tallar después de convencerle de empezar a esculpir piedra.

   En 1907, Brancusi recibió su primer gran encargo, un mausoleo al que le siguió su pieza “El beso” en respuesta a la gran obra de Rodin y como una clara muestra de un lenguaje único y sin duda diferente al maestro. Su diálogo con la materia, su respeto ante las formas originales, el bloque y la conexión con sus entrañas, hicieron de Brancusi un artista tan especial que en 1913, después de ganar el primer Premio de Escultura en el Salón Oficial de Bucarest y participar en el Salón de los Independientes de París de 1912, expuso en el Armony Show de Nueva York. Su obra cruzó el charco de manos del mecenas John Quinn, un abogado y su mayor protector y coleccionista, con el que alcanzó también Chicago y Boston.

   Pintor y también fotógrafo, Brancusi inmortalizó el proceso de creación de su obra escultórica, con más de 1.200 fotografías y 215 esculturas entre las que destaca la polémica “Princesa X” (1915), que realizó con su amante la princesa Bonaparte como modelo, y que en el Salón de los Independientes de 1920, escandalizó a público y artistas, incluido Matisse, que no pudo contenerse al verla y exclamó: “¡Un falo!”. Una interpretación compartida por tantos que al final fue retirada por la policía de la exposición. También su obra “Pájaro en el espacio” sufrió las consecuencias de una mirada equivocada, pues cuentan que en 1926, en un viaje a Estados Unidos, los agentes de aduanas la menospreciaron al considerarla no una obra de arte, sino un objeto manufacturado por el que había que pagar tasas, con el consiguiente escándalo y juicio que se solventó 2 años después recuperando su categoría artística.

   Brancusi murió en París el 16 de marzo de 1957 como un ermitaño, en su estudio, rodeado de sus obras, como “Leda” (1926), la bailarina que giraba eternamente sobre un disco de bronce y que siempre le acompañó en un rincón de su taller, cuyo contenido, al morir, donó al Patrimonio Nacional de Francia. Hoy en día, su obra es el más importante legado de lo abstracto, aunque es curioso porque él, que siempre apostó por una simplicidad que definía como lo más complejo, llegó a decir: “Con imbéciles los que califican mi arte como abstracto. La obra de arte requiere paciencia y una absoluta lucha contra el miedo”.

PD (nº1) anecdótica: Una versión de cuerpo entero de su obra “El beso” custodia la tumba de Tania Rachevskaia, una joven rusa anarquista que al parecer se suicidó por amor y que fue enterrada en el cementerio parisino de Montparnasse, donde 47 años después descansaría también el autor.

PD (nº2) de récord. Su escultura “Pájaro en el espacio” (1922), una de sus obras más célebres, fruto de la estilización al límite de otra de sus grandes piezas, “Maiastra” (1912), alcanzó en 2005 los 27 millones de dólares en una subasta de la Casa Christie’s de Nueva York.

                                               (De Lidia Martín, el 10 de marzo de 2016)

Referencias útiles:
BRANCUSi SE GRABA A Sí MiSMO

¿CUÁNDO? El Jueves 10 de marzo de 2016, a las 20h.

¿QUÉ? Organizado por el Instituto Cultural Rumano y el Instituto Francés de Madrid, el evento, a cargo de Philippe-Alain Michaud, conservador del Centre Pompidou de París, contará con la Conferencia “Brancusi se graba a sí mismo”, sobre el papel de la fotografía y el cine en la obra del escultor + Proyección de imágenes inéditas grabadas por Brancusi, entre 1923 y 1939, en las que se podrá ver al artista en su estudio junto a Marcel Duchamp o Victor Brauner, entre otros.

¿DÓNDE? En el Teatro del Institut Français de Madrid
Calle del Marqués de la Ensenada, 10
28004 Madrid
917 994 800
M Colón

¿CUÁNTO? Entrada libre.

Para saberlo todo del evento, conéctate a la web del iNSTiTUTO FRANCÉS (también en Facebook y Twitter).

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