Sus activistas revolucionaron la escena política, social y económica de los EE.UU de finales de los años 60. Fueron un fenómeno efímero dentro del movimiento de liberación de la mujer, pero prolífico e impactante. En poco más de 1 año, realizaron acciones tan brutalmente ofensivas como efectivas, promovieron numerosos boicots y aquelarres públicos, realizaron varios manifiestos, ocuparon redacciones de periódicos y... desaparecieron. Una vida corta, pero escandalosa que asestó un puñetazo directo a la supuesta estabilidad y perfección de la sociedad puritana de la época. Bajo las siglas de W.i.T.C.H. (de Women´s International Terrorist Conspiracy from Hell”), se armó una sorprendente guerrilla feminista, cuyas armas eran los conjuros y hechizos mágicos, el arte reivindicativo y los golpes de efecto.

   A finales de los 60, EE.UU. parecía ser un espacio de libertad y experimentación en el que los jóvenes acudían desnudos a conciertos multitudinarios y las drogas de diseño recorrían los cuerpos y las mentes de todos aquellos que quisieran probarlas. Se respiraba creatividad y color y la contracultura florecía no solo de manera psicodélica. Eran sin duda tiempos de ruptura y de cambio, tiempos en los que varios movimientos radicales salieron a la luz… o, en este caso, de las tinieblas.

   Precursoras de otros grupos feministas como las Guerrillas Girls, las Pussy Riot e, incluso, FEMEN, las WiTCH comenzaron siendo 15 en Nueva York, en 1968, y, al extenderse a diferentes Estados (antes de su disolución en 1970), terminaron congregando a más de 100.000 mujeres en algunos de sus actos. La mayoría de sus activistas provenían de la izquierda radical (a la que no dudaron en cantarle las cuarenta cuando vieron que pretendía construir una nueva sociedad sin contar con el feminismo), o estaban directamente relacionadas con los “yippies” (algo así como el brazo político de los hippies). Creían que las acciones debían ser transgresoras y espectaculares. En resumen, eran mujeres que tenían un ideario y un pensamiento definido, que estaban formadas y que, desde el principio, sabían lo que hacían.

   Escogieron identificarse con el arquetipo de las brujas a conciencia (histórica) porque, como explicaban en su manifiesto: “Las brujas fueron mujeres sin miedo de existir ni de ser valientes, agresivas y curiosas, inteligentes e inconformes, independientes y liberadas sexualmente que nunca se arrodillaron ante ningún hombre”. Revolucionarias avant la lettre, fueron también las primeras en practicar el control de los nacimientos y el aborto; así como las primeras alquimistas (¡transformar piedra en oro, es muy peligro para el capitalismo!); lo que explica sin duda que 9 millones fueran quemadas vivas.

   Como dignas herederas (¿o sobrevivientes?) de la más antigua cultura (feminista), que la represión espiritual, económica y sexual de la sociedad fálica e imperialista destruyó sin reparo, las activistas sesenteras protagonizaron actos públicos vestidas con toda la simbología de las brujas (escoba incluida), lanzando sus bragas al aire, vociferando conjuros y oraciones -como “En nombre de la madre, la hija y de la santa nieta”-; y destrozando por las calles vajillas enteras como metáforas de liberación.

   Entre sus numerosas manifestaciones, cada cual más original que la anterior, la que se consideró en su momento la más transgresora de las WiTCH y que agitó e incomodó las conciencias durante tiempo, fue la entrada triunfal de una mujer-bruja desnuda, en la Convención del Partido Demócrata. En medio del evento, la activista en traje de Eva caminó por la sala llevando en sus manos una bandeja con una cabeza de cerdo y perejil de adorno para denunciar el ambiente dominado por el peloteo de unos y el parloteo de otros y provocar, entre los asistentes, un sentimiento revulsivo para despertar  sus conciencias adoctrinadas.

   Cuenta la historia que, víctimas de su propio éxito, las WiTCH desparecieron del mapa casi del día a la mañana, a finales de los 70. Pero, y si la realidad fuera que, tanto el fondo como en la forma, todas somos (por lo menos, un poco) BRUJAS…

                                                  (De Noemí Z., el 31 de marzo de 2014)

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