Desde pequeñas, Lilo e Ingrid Acebal soñaban con montar un negocio juntas. Después de crecer, recorrer mundo, triunfar en sus trabajos y nutrirse de la vida… una noche de verano de 2001, las dos hermanas conspiraron y nació Panta Rhei. Desde entonces, cuando uno entra en su librería de artes visuales, diseño e ilustración, “todo fluye” como indica su nombre griego y uno de los dichos del filósofo Heráclito. El tiempo se detiene y sabes que, a veces muy a tu pesar, no vas a salir de allí con las manos vacías.

   Para entender cómo convirtieron su pasión compartida en un proyecto de trabajo y de vida, hay que conocer un poco más a las hermanas Acebal. Pasaron su infancia de un país a otro. Sus padres eran diplomáticos y a ellos les deben una educación que consistió, más allá de los libros de texto, en vivir, viajar y convivir con diferentes culturas; lo que explica su perfecto inglés y alemán, su dominio del francés (aunque ellas digan que sólo lo chapurrean) y suficientes nociones como para atender a alguien en birmano (aunque no ocurra a diario).

   Ingrid estudió periodismo y Lilo Bellas Artes. Ingrid era por entonces directora en España de Amref (la ONG de los Flying Doctors que fundó una mujer, como no, médico y piloto). Lilo dirigía el Centro Cultural de España en Paraguay (lo que viene a ser el Instituto Cervantes). El gusto de Lilo por el dibujo les hizo pensar al principio en una galería-café. Pero ¿qué haría Ingrid? Por eso surgieron los libros y por eso, decidieron especializarse en arte y diseño. Así habría un poco de cada una en el proyecto.

   Con ese objetivo en mente, arrancó el proceso: búsqueda de local, entenderse con la administración, superar las opiniones de los que te ven como un marciano… y prepararse. Para nutrirse, Ingrid trabajó de voluntaria en Rubiños, la librería más antigua de España, para aprender el arte de saber elegir y vender libros. Y se llevó los mejores trucos de los mejores maestros. Hoy, parece que lo hubieran leído todo. Cuando uno pregunta, siempre saben aconsejarte y suelen dar en el clavo. Y aunque confiesen que es imposible leer todo lo que tienen, sí al menos echan un ojo y se reparten. Tienen suerte. Cada una tiene gustos diferentes y así, todos felices.

   Aún en obras, un localizador de cine les alquiló el espacio y ganaron su primer sueldo sin ni siquiera abrir. Eso sí, tuvieron que superar el susto vecinal. Para la película, ¡convirtieron la futura librería en una funeraria! Esto fue en la calle Pelayo, donde un 1 de septiembre de hace 13 años, abrió una librería diferente en un Madrid que no conocía nada igual. Ese día pusieron su primer libro en el escaparate (un anuario de creatividad y fotografía) y lo vendieron. El negocio creció y hace años tuvieron que mudarse a un local más grande que es ya todo un clásico en la zona de Malasaña.

   De aquí, no sólo salen libros, también han surgido amigos del alma, proyectos culturales e incluso se han cambiado los hábitos de algunas editoriales. Gustavo Gili decidió publicar en español uno de sus libros después de consultar a las hermanas Acebal. Lilo incluso está inmortalizada en papel y un personaje de un cuento de Kokinos lleva su nombre.

   ¿Qué más se puede pedir? Exposiciones, en la planta de abajo. Como no, de dibujo. Para mantener esa mecha que prendió en 2001. Definitivamente en Panta Rhei, todo fluye.

                                                         (De Lidia Martín, el 12 de febrero de 2014)

Referencias útiles:
PANTA RHEi
Calle Hernán Cortés, 728004 Madrid
913 198 902
M Tribunal / Chueca

Horario:
De Lunes a Viernes: de 10h30 a 20h30.
Los Sábados: de 11h a 20h30.

Para seguir los pasos (re)creativos de PANTA RHEi, conéctate a su web, su tienda online y su Facebook.

PD: Si te gustan los perros serás bienvenido. Con ellas siempre están Frola, Gruby y desde hace poco, la cachorra Dua. Tres perrillos que veréis encantados entre tanto tomo y libro. Además, este año reeditan “El perro existencialista” de Zoe Berriatúa, uno de los 3 libros con los que se lanzaron a ser editoras y que ya es su amuleto.

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