Los apellidos no son como las caras. Unos reflejan el alma, y otros no. Al poeta, ensayista, narrador, flamencólogo, pensador, alumno y maestro, Félix Grande (1937-2014), el suyo le retrata y le define. Nos dejó hace un año y cuatro días, cuando justo eran cuatro los días que le faltaban para cumplir 77. Le recordamos sereno, siempre dispuesto a escuchar. Como si su pelo hubiera sido siempre blanco, eterna su sabiduría. Un hombre importante, que nunca se jactó de nada. Nació un día como hoy, 04 de febrero, en la bella Mérida (Badajoz), aunque con solo dos años se trasladó con su familia a Tomelloso, “la Atenas” de la Macha, en pleno corazón de la región. El lugar donde sus restos descansan para siempre. 

   Creció pastoreando cabras como su abuelo, su padre y sus hermanos. “Más pastor que Miguel Hernández, pero menos poeta”, solía comentar. Fue vaquero, vinatero y vendedor ambulante. Bajo la brisa calmada de los molinos de viento, ejerció con orgullo oficios tan prosaicos hasta que una guitarra española le acercó al flamenco, un arte del que jamás se separó, aunque dejó de tocar abrumado por la maestría de otros, mucho mejores, como el genial Paco de Lucía. Cuando decidió estudiar los palos desde la barrera, así le declaró su amor eterno al duende: “El flamenco, siempre tuvo para mí, la misión de dar consuelo”. En 1970, publicó la sublime Persecución, que cantó Juan Peña, El Lebrijano. En el 80, recibió el más que merecido Premio Nacional de Flamencología. Luego, publicó García Lorca y el Flamenco, en 1992, y de su paso por tablaos y bibliotecas, nacieron Memoria del flamenco, en 1995), y Paco de Lucía y Camarón de la Isla, en 1998. 

   Pero hay muchas más fechas honorables y obras memorables para un hombre incansable en el estudio y en la divulgación. Puede que todo empezara con la dureza existencial de un libro que se llamó Las Piedras, Premio Adonáis de Poesía, en el 63; o con Las calles, una novela corta que le valió el Eugenio d’Ors, en 1965. Después, describió el desarraigo amoroso con estrofas poéticas de cuatro endecasílabos, en Las rubáiyatas de Horacio Martín, Premio Nacional de Poesía en el 78. Y, solo hay en su obra algo parecido a una autobiografía, La balada del abuelo Palancas, ya en el año 2003.

   Hombre comprometido, solidario, discípulo modesto ante los grandes, y paciente con los que debutaban, Félix Grande (que vivía en Madrid desde 1957, con su mujer, Francisca Aguirre -también Premio Nacional de Poesía-; y su hija, Guadalupe Grande, que -como sus padres- se dedicaría a escribir versos), entró a trabajar como redactor en Cuadernos Hispanoamericanos, en 1961 , y saltó a la dirección de la revista, en 1983, donde se mantuvo 13 años. Vivió aprendiendo de Antonio Machado, César Vallejo y Luis Rosales, al que defendió convencido con su obra La calumnia, cuando fue acusado de delatar a Lorca, al que refugió en su casa antes de la detención y trágico asesinato.  

   Cuando le preguntaban si era conveniente intentar vivir de la poesía en un mundo como el nuestro, solía responder: “Recuerde que nadie ha vivido jamás de escribir poesía, excepto si prostituye su talento. Procure buscar un sueldo fijo aunque sea bajito para que le deje tiempo libre. Lea constantemente a los clásicos, y con bastante frecuencia la poesía actual. Y, por último, no creerse jamás Antonio Machado ni Neruda. Con pertenecer a la infantería del verso, vamos que lo tiramos”.

   Se lo llevó un cáncer de páncreas. Tendremos que sentirle a través de su extensa producción, y más de un verso inolvidable y agorero:

            Tal y como están las cosas
            tal como va la herida

            Puede venir el fin
            desde cualquier lugar

            Pero caeré diciendo
            que era buena la vida

            y que valía la pena
            vivir y reventar

   Cargado de razón y exento de rencores. Exprimiendo sus casi 77 años, el intervalo entre el principio y el fin. Como esos versos que quiso titular, diciendo mucho con tan solo un nombre, “Poética”. Hoy hubiera estado de  aniversario. Félix Grande, allá donde se encuentre, descanse en paz. 

                                   (De Sol Alonso, el 04 de febrero de 2015)

Referencias útiles:
HOMANAJE A FÉLiX GRANDE

¿CUÁNDO? Hoy, Miércoles 04 de febrero de 2015, de 19h a 20h30.

¿QUÉ? Al cumplirse un año del fallecimiento de Félix Grande, La Casa Encendida quiere rendirle homenaje reuniendo a sus lectores y amigos en un encuentro "en el que presentaremos la edición exenta de su poemario La cabellera de la Shoá. Intervendrán Francisca Aguirre, Guadalupe Grande, Juan José Lanz y Manuel Rico, coordinador del acto. Leerán poemas del libro los poetas Javier Lostalé, Jorge Riechmann, Antonio Crespo y Juan Carlos Mestre.

¿DÓNDE? En la Sala Audiovisual de La Casa Encendida
Ronda de Valencia, 2
28012 Madrid
902 430 322
M Embajadores / Atocha

¿CUÁNTO? Entrada libre. 

Para saberlo todo del homenaje a FEliX GRANDE, conéctate a la web de LA CASA ENCENDiDA (también en Facebook y Twitter); o a la web de BARTLEBY EDiTORES (también en Facebook y Twitter).

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