Se alzó justo en la desembocadura del Pasaje de los Relojeros, a partir de la calle de Carretas, un tramo de calzada peatonal, trazada al estilo de los elegantes pasajes parisinos de la época, perfectos para el café de los caballeros, las compras sin prisas de las damas, y el mirar siendo vistos de los urbanitas más cazatendencias del momento. El céntrico Teatro Albéniz abrió sus puertas, muy cerquita de la Puerta del Sol, un 31 de marzo de 1945, con la función “Aquella noche azul”, de Alfonso Paso (hijo), sin poder imaginar que, sesenta y cuatro años más tarde, “La Vida es sueño” sería su última función.

   Fuera, llamaba la atención el conjunto escultórico (y polémico en su momento) que representaba las provincias de España. Pero, por razones de seguridad, tuvieron que retirarlo y se colocó en el hall del edificio. Cuentan que una desapacible tarde de otoño, la figura que correspondía a Andalucía fue desplazada por un golpe de viento terminando contra un automóvil aparcado en la misma calle de la Paz, a cuyo propietario le disgustó bastante la frenada de la muchacha del sur.

   Espacioso por dentro e impecablemente decorado con figurines en las escaleras y complicadas arañas de un millón de cristales en el techo, ya tenía mil butacas de obligado terciopelo rojo el día de su inauguración. En los sótanos del inmueble, también había una sala de fiestas, bautizada primero “Fantasía”, luego “Folies”, y finalmente “Xairo”, muy de moda durante la década de los 70. Durante un tiempo, el Albéniz también fue cine de moda hasta que, en 1985, la Comunidad de Madrid alquiló el Teatro Albéniz para convertirlo en la sede tanto del Festival de Otoño como de actividades programadas por entidades públicas y privadas.

   Textos, actores, montajes, decorados incontables. Anécdotas también. Por ejemplo, en el estreno de “Solas” -la versión teatral de la película que dirigió Benito Zambrano-, el timbre de un teléfono móvil interrumpió el monólogo de Lola Herrera. La propietaria del aparato, una señora poco mañosa con las nuevas tecnologías, tuvo que salir del edificio, incapaz de rechazar la llamada y silenciar el chisme.

   Pero, en 2009, el Albéniz dejó de ser un teatro. Sus propietarios, que proyectaban convertirlo en hotel y apartamentos de lujo, se declararon en concurso de acreedores y un banco pujó en la subasta y se hizo con el espacio cultural sin la menor intención de que el inmueble volviera a ser lo que era. Mal agüero, el “sueño” de Calderón, tan solo un sueño fue. 

   Frente al Teatro Albéniz cerrado a cal y canto, no es el mejor momento para que la taberna El As de los Vinos (también conocida como “La Casa de las Torrijas”), la sastrería de trajes de luces de Justo Algaba, y Santarrufina -la Compañía de Artículos Religiosos, desde 1887-, disfruten de su fachada. El tiempo y la dejadez se han instalado en sus muros, deteriorado sus curvas y limado sus relieves. Cualquier ornamento sobrevive a duras penas y sin lustre. Las puertas han desaparecido bajo espesos muros de ladrillo, levantados para evitar inquilinos. En otras palabras, un espacio protegido, según el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, que, sin embargo, nadie cuida.

   Tan solo cuando la Plataforma para la Defensa de la Cultura y la Plataforma de Ayuda al Teatro Albéniz organizan alguna acción en sus puertas para reivindicar su uso de siempre, merece la pena acercarse hasta allí. Como cuando el pasado mes de mayo un colectivo formado por actores, bailarines, músicos y artistas plásticos, tunearon sus paredes, y con carteles pintados a mano, imaginaron desenladrillar por un rato las puertas condenadas, dejándonos creer por esa tarde que aquella fachada agonizante todavía podía servir como escenario de vida y de cultura. 

   El pasado 16 de julio de 2014, la Plataforma de Ayuda al Teatro Albéniz denunció ante la Fiscalía a la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, posibles irregularidades en la tramitación del expediente de Bien de Interés Cultural (BiC), que fue denegado al teatro en el pasado mes de mayo.

   Mientras tanto, el destino del edificio sigue siendo una incógnita.

                                                     (De Sol Alonso, el 21 de octubre de 2014)

Referencias útiles:
TEATRO ALBÉNiZ
Calle de la Paz, 11
28012 Madrid
M Sol

Si quieres participar en la Plataforma de Ayuda al Teatro Albéniz (también en Facebook y Twitter), manda un mensaje a salvarelalbeniz@gmail.com.

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