Una barra de suelo a techo (normalmente de acero o de latón) y ganas son todos los elementos que se necesitan para su práctica. A medio camino entre fitness, danza y acrobacias, el pole dance es una disciplina cada vez más practicada tanto por hombres como mujeres, y una manera perfecta de tonificar todo el cuerpo, fortalecer piernas, brazos y abdomen con giros, suspensiones, poses y bailes en torno al poste. Mientras el número de escuelas que imparten clases de baile de barra se multiplica, los profesionales del sector tratan de quitarle el sambenito de baile erótico a un deporte, que hunde sus raíces en la India de hace casi un milenio.

   Pese a que los cuerpazos de los pole dancer hacen pensar otra cosa, el baile de barra es apto para todos los públicos, mujeres, hombres, niños, con o sin experiencia, asegura Noelia Amaro, directora de la Escuela de Danza y Pole Dance Flow (en la ilustración), con cerca de 200 alumnos inscritos en esta disciplina, que imparten desde hace tres años: “Es muy gratificante porque requiere bastante técnica, lo que supone que, en cuanto se aprenden ciertos trucos, enseguida se puede avanzar y conseguir cosas”.

   Existen dos variedades, el pole dance y el pole fitness. La primera es más artística, y la segunda está más enfocada a ejercitar todo el cuerpo, no solo para ponerse en forma, sino también para conseguir la fuerza, resistencia y flexibilidad necesarias en las coreografías, que vendrán en las clases de pole dance más avanzadas.

   Se suele practicar en pantalón corto y top deportivo porque la tela resbala, y lo que tiene que estar en contacto con la barra es la piel (“Por eso suelen salir moratones al principio”). Pero, aunque hay cada vez más alumnos, más escuelas y más gimnasios en los que se practica, muchas personas desconocen su esencia, y lo siguen asociando a los bailes eróticos de clubes nocturnos.

   Sus inicios se remontan al siglo XII, cuando los hombres (y no las mujeres) de la India comenzaron a practicar el Mallakhamb, que consistía en realizar ejercicios acrobáticos en torno a un palo de madera, llamado “khamb” (un poco más ancho que el del pole), con una bola en el extremo. Al principio, se trataba de una actividad reservada para los luchadores (“malla”) en buena forma física, y que se entrenaban para mejorar su fuerza, sus reflejos y su coordinación, pero poco a poco, a medida que se fueron estableciendo reglas y figuras, se convirtió en un arte, en particular a partir del siglo XVII cuando dio el salto a China, donde los hombres practicaban (y siguen practicando) una variedad con dos barras, el Chinese Pole.

   Y no fue hasta el siglo XX cuando hizo su entrada (triunfal) en los bares de striptease. En los años 20, los circos canadienses itinerantes empezaron a contratar a bailarinas eróticas para que entretuvieran al personal, antes de que empezara el espectáculo. Como el escenario se encontraba en carpas pequeñas, llenas de gente, las señoritas estaban obligabas a bailar muy pegadas a las barras que sujetaban el conjunto. Y a partir de los 70, los clubes nocturnos de Canadá y del Tío Sam incorporaron sus bailes lascivos como espectáculo independiente, con mujeres que se iban quitando la ropa provocativamente en torno a la barra.

   En los 90, la canadiense Fawnia Mondey Dietrich tuvo la idea de comenzar a enseñar el baile de la barra como otro tipo de danza. Creó su propia academia, y el pole dance se convirtió en una disciplina artístico-deportiva, cuyo éxito fue creciendo y extendiéndose por todo el mundo. Desde 2005, se practican competiciones internacionales. Incluso se llegó a tramitar, con Fawnia a la cabeza, una petición para que el Pole Dance fuera incluido en las Olimpiadas de Londres, pero fue rechazada por falta de bases para obtener la calificación. ¿Quizá en 2016 en Brasil?

PD: Hoy en día, en las escuelas de Pole Dance así como en los campeonatos de alto nivel, también hay hombres. El primer ganador fue el bailarín Zhang Peng en 2007. ¿Y en España? Está en marcha la fundación de una Federación Nacional, y entre sus deportistas, contamos con uno de los mayores representantes masculinos, Saulo Sarmiento (retratado aquí), de origen canario, acróbata, bailarín y artista multidisciplinar, que ha trabajado en el Circo del Sol.

                                          (De Abigail Campos, el 25 de mayo de 2015)

Referencias útiles:
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28020 Madrid
913 230 150
M Tetuán / Estrecho

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- De Lunes a Viernes: de 11h a 22h;
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