Si hay un plan que se pueda calificar de peregrino es sin duda el que lleva a cabo en Malasaña el astrólogo Lope de Aixela (en la ilustración). Convertido en caminante urbano por las circunstancias, este madrileño vecino y enamorado del barrio de Malasaña persigue acumular 101 noches durmiendo en camas ajenas probando la hospitalidad de sus vecinos, esos seres con los compartimos tanto y a la vez tan poco. 

   Todo empezó cuando la maldita crisis le arrebató la casa a Lope en 2014. En su nueva vida le tocó residir en un piso compartido que, otra vez, a punto estuvo de no poder seguirse costeando: “Fue cuando temí acabar tocando puertas para conseguir un lecho, y de ese temor salió mi proyecto 101 noches en Malasaña con el que quiero provocar la reflexión y remover conciencias. Sí, voy a cuestionar nuestro modo de vida. Lo hago en Malasaña porque es mi barrio actual y tiene esa estructura de casi pueblo perfecta para el peregrinaje”.

   Un hombre medieval que usa internet. Lope acude a redes y medios de comunicación para divulgar su ruta y conseguir anfitriones por un día; o mejor dicho, una noche: “El método de ir tocando aldabas me parecía descabellado para arrancar, así que acepto las ofertas que me van llegando. No sé mucho de mis hospedadores. Prefiero ir “a puerta fría”. Qué los encuentros sean un intercambio de mutua sorpresa”.

   101 noches en Malasaña se va fraguando con las notas que Lope manuscribe en su cuaderno, el que aloja en el zurrón que cruza su chaleco de peregrino. Pañuelo rojo, boina negra, una garrota de junco y la concha de viera junto al corazón completan el atuendo del peregrino urbano. Sabe y acepta que no pocos ojos le miran como si fuera un perturbado. “Las anécdotas me las tomo con sentido del humor porque tampoco han sido ofensivas. Hay gente que me pregunta por el rebaño de ovejas, otros me hablan en vasco, y alguna vez me han cantado “por el camino que lleva Belén…”. No hay drama. Es consciente del estupor que provoca. El mismo reconoce haber utilizado la semilla de la curiosidad para cultivar cierto secretismo.

   De entrada, Lope de Aixela no se llama así. El nombre le gusta por lo que tiene de  conquistador y literario al mismo tiempo. De Lope de Vega a Lope de Aguirre. Por la poesía hacia El Dorado. El apellido, Aixela, es de origen francés y de uso frecuente en Cataluña. Qué las noches sean 101, aunque no ocurre nada si la cifra crece, tiene mucho que ver con aquellos cuentos árabes anónimos que fueron Las mil y una… “En los dálmatas no había pensado. En numerología, 101 es un dos, la cifra de la empatía, la cooperación y la consideración hacia el otro”. Gran verdad la que asegura que tanto nos disgusta salir de nuestra zona de confort como abrirla a los demás.

   En unos días pasará su décima estancia como peregrino. Le ha invitado un joven extranjero que vive en Malasaña y del que solo sabe que se llama Ronald. Le invitan hombres y mujeres por igual, de una media que no rebasa los 40, y de cualquier posición social. “Profesionales liberales casi todos, pero no necesariamente ricos. Duermo en casas de gente que anda sobreviviendo. Como yo”. Siempre le invitan a cenar, aunque no lo pida. La sobremesa es pura charla y el amanecer de Lope una rutina. A las 6 de la mañana abandona el lugar sin hacer ruido, aspirando a que su casero, al despertar y comprobar que la cama de invitados está vacía, se pregunte si no lo habrá soñado. De regalo, siempre deja la carta astral de su convidante. Es el lado novelesco de un proyecto con dos caras, una literaria y otra más social.

   Las 101 experiencias podrían convertirse en libro, puede que en película o, su mayor ilusión, publicarse como cómic. Para Lope fue muy importante aparecer en el documental “Me gusta Malasaña”, de Juanjo Castro, estrenado en las últimas fiestas del barrio, en mayo del 16: “Lo vimos con unos 40 vecinos en Conde Duque y la participación fue extraordinaria. Podría decirse que ahí empecé a ser más conocido por el barrio”.

   Nuevos habitantes mezclados con gente de toda la vida en el tejido humano, que Lope chequea para su experimento: “Me gustaría recibir invitaciones de los vecinos de toda la vida, esos malasañeros que mejor guardan los secretos del barrio, pero comprendo que la gente mayor es más desconfiada, más frágil y por lo tanto insegura”.

   Lope de Aixela confía en que todo irá llegando. Hacer camino al andar, construir barrio, conocer a sus habitantes. No será la prisa quien le venza.

                                         (De Sol Alonso, el 26 de septiembre de 2017)

Referencias útiles:
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