El primer desafío es dar con el lugar, nada señalizado, por ser los bajos de un edificio de principios del siglo XX, que goza de máxima protección. Un tímido toldito, que a duras penas se identifica con la entrada, es lo máximo en señalética permitido por la ley. Tras la reja, una escalera, y al final, una puerta de cristal. Si con suerte está cerrada y hay que llamar al timbre, la visita a Liber Arte toma tintes de gymkhana semiclandestina, premiada con las sorpresas que depara el interior.

   Antes parte del equipo de La Grândola (también en Lavapiés), Fátima Bomfim, brasileña con raíces bahianas -como delata su apellido-, y el napolitano Guiulio Tinessa (retratados aquí), son vecinos madrileños desde hace 11 y 15 años respectivamente. Guiulio es percusionista, con formación en gestión y cooperación cultural, y emigraciones internacionales contemporáneas. A Fátima le encanta el interiorismo, y es una eficaz maestra de samba. Adoran Lavapiés, las músicas del mundo, los experimentos culturales, el arte, el debate sensato, y los equipos formados por gente de todos los colores. 

   Con lo dicho, ya pueden intuir que hablamos de un local donde acontecen cosas: “Pensamos que no hay en todo el barrio una cueva como ésta”, que arranca en un sutil laberinto, que pasa por pequeño reservado, y termina en el salón, donde una barra espaciosa y un escenario pequeño hacen de principio y fin. Las paredes son de ladrillo visto, y en sus huecos, se alojan minúsculos objetos, que pasan desapercibidos al primer vistazo. Son regalos de la clientela y tiernos souvenirs de viajes. Junto al escenario, las energías fluyen limpias, gracias a las lámparas de sal, al amparo de un altar donde Yemayá, diosa cubana del mar, convive con otras vírgenes cristianas. El logotipo es un gato, porque Fátima, responsable de la decoración, adora a los mininos.  

   No quieren una clientela que responda a un solo estilo, a una afición: “Igual que hay música, hay poesía, microteatro, presentaciones literarias, colaboraciones con algunas ONGs, sesiones de djs (como Juan maltés, especializado en flamenco y funky), y no cobramos la entrada salvo en contadas ocasiones en las que optamos por el pay after show, es decir, “la voluntad” de toda la vida”. Y en la cocina, siguen la misma filosofía. De todo un poco y a experimentar: “Somos un laboratorio”. 

   Repasando la carta, lo primero que aplaudimos son los precios (Platos entre 5 y 7 euros). Lo segundo, su nomenclatura. Sepan que si piden una Hendrix, una Pasolini o una Frida, cenarán ensalada. Si prefieren un Sabina, un Tina, un Hering, un Gaudí o un Piaf, tocará bocata. El Dieguito es un churrasco argentino; La Carne Loca lleva un tempero de cuarenta y pico especias bahianas; los dulces son caseros, cocinados por Hassan, el repostero árabe que vive en la misma calle; y el plato especial de los domingos, lo mismo les toca degustar un guiso senegalés que una feijoada, que para eso tienen empleados generosos que comparten la gastronomía de su país de origen. Además, Guiulio asegura que todo se compra en las tiendas y mercados de los alrededores.

   Al subir la escalera, camino de la luz, reparamos en el tablón de anuncios. Clases de guitarra flamenca, taller de turbantes, club social del tango, enología y análisis sensorial… Su vocación está clara, y en la variedad, el gusto.

                                               (De Sol Alonso, el 30 de noviembre de 2015)

Referencias útiles:
LiBER ARTE CANTiNA CULTURAL
Calle del Ave María, 32
28012 Madrid
695 017 351
M Lavapiés / Antón Martín

Horario:
- De Lunes a Jueves: de 16h hasta las 2h de la madrugada;
- Los Viernes y Sábados: de 16h hasta las 2h30 de la madrugada;
- Los Domingo: de 13h hasta las 2h de la madrugada.

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