Es el más importante de todos los premios del cine y también el más antiguo. A punto de cumplir 87 años, con un brillante y torneado aspecto juvenil, los Oscar atraen cada año a millones de espectadores, gracias a una alfombra roja, que acapara flashes, anécdotas y sorpresas, y a una impresionante ceremonia, imitada hasta la saciedad. Crónica sentimental de una gala, donde se junta lo más vitoreado y odiado del séptimo arte, se reconocen los mejores trabajos, y se ve por fin el lado más humano de la gran pantalla.

   Creados por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas americanas, nacida en 1927, de la mano de una treintena de actores, directores, productores, escritores, técnicos y abogados, los permios Oscar se estrenaron apenas 2 años después, el 16 de mayo de 1929, en el Hotel Hollywood Roosevelt de Los Ángeles, durante un almuerzo privado de 5 dólares el cubierto, donde unas 270 comensales fueron testigos del reparto, en menos de un cuarto de hora, de las primeras 15 estatuillas de la Historia.

   Cedric Gibbons, director artístico de la Metro-Goldwyn-Mayer y uno de los miembros fundadores de la Academia, diseñó la primera escultura, de apenas 35 cm de altura y 4 kilos de peso, que fue perfilando gracias al director mexicano, Emilio “El Indio” Fernández, que accedió a posar desnudo para rematar la faena. El siguiente paso lo dio el escultor George Stanley, que usó bronce macizo, bañado en oro, para mostrar a un caballero al natural, sosteniendo una espada sobre un rollo de película de cinco radios, en honor a actores, escritores, directores, productores y técnicos. Desde entonces, no ha habido cambios, excepto durante los años de guerra, de 1942 a 1944, en los que se usó yeso en lugar de oro.  

   En cuanto a su nombre de bautizo, no llegó hasta tiempo después, y de hecho, conviven muchas y variadas versiones al respecto. La que más fuerza tiene le atribuye la elección del nombre a Margaret Herrick, bibliotecaria de la Academia y luego directora ejecutiva, a la que simplemente la estatuilla le recordaba a su tío Óscar. Su reacción fue cazada por el periodista Sidney Skolsky, que años más tarde, en 1934, decidió usarla al escribir sobre el premio a la mejor actriz de Katharine Hepburn. Un lustro después, en 1939, se convirtió en el nombre oficial, aunque todavía circularían otras leyendas como la que señala a la actriz Bette Davis, que -dicen- eligió este apodo en honor a su primer esposo Óscar Nelson.

   Sea como fuere, el que se lleva un Oscar, además de sentir una emoción intensa y aumentar de inmediato los ceros de su nómina, se vuelve a su casita con un amigo para siempre. En efecto, en 1950, la Academia creó una ley para que ni premiados ni herederos pudieran vender el trofeo sin antes ofrecerlo a la Academia por el valor simbólico de 1 dólar. Solo se libró Orson Welles, o mejor dicho sus descendientes, cuando, en diciembre de 2011, y tras demostrar que el director y actor jamás había firmado nada que le comprometiera a devolver a la Academia su estatuilla por “Ciudadano Kane” (1941), sacaron un buen pellizco en la subasta.

   1953 marcó un antes y un después en la historia de los Premios. Fue el primer año en que se retrasmitió por televisión. A partir de ese momento, los intereses publicitarios serían los únicos que conseguirían cambiar la fecha de la glamurosa gala, adelantando algún año su emisión para no coincidir con el Campeonato de Baloncesto de la NCAA (todo un acontecimiento en Estados Unidos), o cambiándolo a los domingos para evitar atascos en Los Ángeles y conseguir una mayor audiencia, al ser un día sin clases ni trabajo.

   El tiempo, tan costoso en televisión, también acortó hasta 45 segundos la duración del discurso de agradecimiento de los premiados. Nunca más volveremos a ver a una Greer Garson tirarse 7 minutos de reloj, en 1943, sobre el escenario al recoger su galardón por “La Señora Miniver”, o a una emocionada Julia Roberts, en 2001, tomarse todo lo que consideró oportuno para mostrar su felicidad por su premio por “Erin Brockovich”, de Steven Soderbergh; ni tampoco, en el otro extremo, a un discreto y tal vez ofendido Alfred Hitchcock que se limitó a un sencillo “Thank you”, cuando en 1967 subió a por su Oscar Honorífico por toda su carrera.

   Pero también los hay que consiguieron multiplicar estos segundos de emoción gracias a su apabullante victoria, como “El Señor de los Anillos: el Retorno del Rey”, de Peter Jackson, que en 2004 hizo un pleno al llevarse 11 premios (de 11 candidaturas), y “Titanic”, de James Cameron, que en 1997 también sumó 11 (de 14 categorías). Otros, sin embargo, se quedaron con las ganas, como “El Color Púrpura”, de Steven Spielberg, que en 1986 estuvo en boca de todos por irse las manos vacías a pesar de las 11 candidaturas.

   Esos nervios, a veces imposibles de disimular ni por los más expertos intérpretes, se han convertido en el día a día de actores tan importantes como Jack Nicholson, 12 veces candidato y ganador sólo en 3 ocasiones por “Alguien voló sobre el nido del cuco”, de Milos Forman, en 1976, y “La fuerza del cariño” y “Mejor, imposible”, de James L. Brooks, en 1994 y en 1984 respectivamente. A su lado, se encuentra Meryl Streep, que ha estado 17 veces nominada pero solo ha escuchado su nombre en 2 ocasiones por “Kramer contra Kramer”, de Robert Benton, en 1979 (y encima olvidó por unos minutos su premio en el baño), y “La Decisión de Sophie”, de Alan J. Pakula, de 1982. En cuanto a Katharine Hepburn, fue la actriz que más estatuillas ha acumulado, 4 en total para “Gloria de un día” (1934), “Adivina quién viene esta noche” (1968), “El león en invierno” (1969), y “En el estanque dorado” (1982); el mismo número que el director John Ford para “El delator” (1936), “Las uvas de la ira” (1941), “¡Qué verde era mi valle” (1942) y “El hombre tranquilo” (1953). Y la familia que más presume del tío Oscar es el clan Coppola, que desde el papá Francis, pasando por la hija Sofía y el sobrino Nicolas (Cage), todos tienen alguno en su haber.

   Woody Allen vendría a ser el Pedro Almodóvar español, al menos en cuanto a su actitud ante la gala, a la que no suele acudir a pesar de haber estado 23 veces nominado. Otro que ha tenido paciencia es Martin Scorsese al que le costó 31 años y 5 candidaturas hasta lograr su primer premio en 2007 por “Infiltrados”, aunque le supera el actor Peter O’Toole con 7 nominaciones y finalmente sólo un premio especial, el Oscar honorífico, en 2003. La palma se la lleva Walt Disney, que con 59 nominaciones y 27 estatuillas, batió todos los récords también en originalidad pues en 1937 le entregaron 7 pequeños mini Oscar en honor a los 7 enanitos de “Blancanieves”.

   Inolvidable también y “muy europea” fue la euforia del actor y director italiano, Roberto Benigni, al escuchar en 1999 su nombre, y saltar entre las butacas para recoger su ansiado Oscar al Mejor Actor. Aquel mismo público, que recibió su reacción con entusiasmo, se mostró muy dividido cuando el director, Elia Kazan, subió para recibir de manos de Robert de Niro y Martin Scorsese el Oscar Honorífico, ya que (casi) todos guardaban el recuerdo de su traición durante la caza de brujas, orquestada por el senador Joseph McCarthy, entre 1950 y 1956. De hecho, aquel año de 1999 estuvo plagadito de anécdotas porque también vivimos un momento “tipical spanish” gracias a Penélope Cruz y su grito de “¡Pedrooooooo!” por el Oscar para “Todo sobre mi madre” del director manchego. Años después, en 2003, la pasión la desató el actor Adrien Brody al plantarle un pedazo de beso a Halle Berry, y grande, muy grande, fue también el discurso del realizador Fernando Trueba, en 1992, al afirmar que no creía en Dios sino solo en Billy Wilder. Al día siguiente, el gran Billy Wilder lo llamó por teléfono y le dijo “Fernando, soy Dios".

   Desde que se han anunciado los candidatos de esta 87ª edición han pasado 6 semanas y, por fin, esta noche, se celebrará la gran fiesta de los Oscar, durante la cual los medios de comunicación (especializados o no) se centrarán más en los trajes, que lucirán las estrellas en la alfombra roja que las películas en competición. Aún así, ¡feliz noche con Oscar!

                               (De Lidia Martín, el 22 de febrero de 2015)

Referencias útiles:
87ª EDiCiÓN DE LOS PREMiOS OSCAR

¿CUÁNDO? Durante la noche del Domingo 22 y la madrugada del Lunes 23 de febrero de 2015.

¿QUÉ? Este año, le toca al actor Neil Patrick conducir la gala del 87ª edición de los Oscar. Descubre aquí las películas nominadas.

¿DÓNDE?
(1) A partir de las 22h30, Canal 24 horas emitirá un programa especial, presentado por Moisés Fernández, y Antonio Gárate analizará todas las películas nominadas y comentará -como no-, con Raquel Caparrós, la llegada de los invitados.

(2) Desde las 2h de la madrugada hasta las 6h de la mañana, Radio Nacional ha preparado un especial “De Película” con Yolanda Flores, que seguirá toda la ceremonia, con especial atención a la candidatura de “Relatos Salvajes”, de Damián Szifrón, nominada a la Mejor Película de habla no inglesa.

(3) En el Twitter de su programa “El séptimo vicio” en Radio 3, Javier Tolentino se pasará la noche comentando la gala.

(4) Finalmente, también podrás seguir en directo y en versión original la ceremonia a través de la web de RTVE.es.

Para seguir los pasos (re)creativos de los OSCAR, conéctate en inglés a su web, su Facebook y su Twitter.

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