Ritual obligado que marca el inicio tanto del invierno como del verano para los amantes de los descuentos, las rebajas -que, como los bebés, vienen de París- llevan más de un siglo llenando nuestras vidas de gangas (im)prescindibles y vaciando los stocks de chollos sobrantes. Íntimamente vinculada al estado de bienestar económico y psicológico de nuestra sociedad de consumo, la “fiebre compradora” y, a veces, compulsiva se ha convertido en un fenómeno de masas, comparable a la del oro en el siglo XIX, pero con una gran diferencia: hoy en día, los medios de comunicación nos proporcionan el mapa del tesoro anunciando gratuitamente las ofertas de las grandes cadenas de distribución, dejando fuera de juego al pequeño comercio. Crónica sentimental de ¿una práctica necesaria o de una orgía consumista?

   Todo empezó en 1830 cuando Simon Mannoury, el fundador del primer gran almacén parisino, el Petit Saint-Nicolas, revolucionó las técnicas de venta establecidas (y anticuadas) implantando nuevas estrategias centradas en el consumidor. Además de abandonar el tradicional sistema de regateo generalizado y de introducir precios fijos y etiquetados en cada uno de sus productos, el hombre de negocios nato rellenó las estanterías de su tienda con varios ejemplares de un mismo artículo para que la gente pudiera pasearse por sus pasillos en lugar de hacer cola delante del mostrador hasta poder encargar el género deseado. Resumiendo, entendió como buen consumidor que era (antes de excelente vendedor) que si las cosas entraban por los ojos, la venta estaba hecha. Sin embargo, algo se le había escapado: los invendidos. Pero, una vez más, el comerciante demostraría su ingenio.

   Para deshacerse de sus “stocks”, el dependiente galo organizó, en 1831, una jornada de ventas especiales de los productos del año vencido a precio (casi) de coste. Gracias a los carteles publicitarios colocados estratégicamente tanto en el interior como en los escaparates de la tienda ¿y a la distribución de “flyers” en la acera?, el éxito fue total. Las Rebajas habían nacido y su concepto sería explotado hasta límites insospechados. Pero la Historia no se quedaría con el nombre de Mannoury sino con el de Fred Lazarus Jr. (1882-1947), el inventor del célebre lema “Compre ahora y pague después”.

   Después del “crack” bursátil de 1929, el avispado empresario norteamericano y máximo responsable de los míticos grandes almacenes Macy’s, buscó la manera de relanzar la economía del país, azotado por la Gran Depresión -debida (¿como siempre?) a la especulación financiera- y, de paso, deshacerse de las prendas que no se habían vendido durante la temporada. Pero, contra todo pronóstico, la primera gran liquidación de restos de serie no tuvo el éxito esperado. Tanto los estómagos como los bolsillos seguían vacíos y la ropa era el menor de los problemas de la población. Entonces, a Lazarus se le ocurrió la brillante (y, sobre todo, sonante) idea de ofrecer la posibilidad de pagar en “cómodos” plazos. Más que las Rebajas, el banquero disfrazado de tendero había inventado el hoy en día denominado crédito al consumo (además del Día de Acción de Gracias, pero ésta es otra historia).

   Mientras tanto en España, el comerciante asturiano César Rodríguez (1882-1966), su primo, Pepín Fernández (1891-1982), y su sobrino, Ramón Areces (1904-1989) regresaban a Madrid -después de haber hecho (más o menos) fortuna trabajando, codo con codo, en los famosos almacenes El Encanto de La Habana-, con la firme intención de montar un negocio a gran escala en la capital. El 8 de septiembre de 1934, Pepín fundó las Sederías Carretas, en la madrileña calle Preciados -que daría en 1943 su famoso nombre a las (hoy desaparecidas) Galerías-, y empezó a adquirir los inmuebles de la manzana para construir un nuevo edificio que acogería el primer gran almacén de la capital... pero, a principios de 1935, Ramón y César se hicieron con una pequeña tienda de confección para niños, fundada en 1890 (en la calle Rompelanzas) y llamada El Corte Inglés. Fruto de la rivalidad sin retorno entre los dos primos, las primeras Rebajas llegaron a la Villa en enero de 1940 y en el resto de la península poco después.  

   Hoy, Martes 01 de julio de 2014, se abre la veda de las Rebajas de verano, que durarán como mínimo 2 meses, hasta la tregua en septiembre… Y, una vez más, tener o ser será la verdadera cuestión.

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