Como bien dice un tal Fernando Díaz, “de una olla bien cerrada solo salen aromas; de una que no cierra bien, se escapan ideas”. ¿Prueba de ello? El novísimo y encantador lugar del barrio de Argüelles es fruto de puertas cerradas y ventanas abiertas en la vida de Eugen Andreescu (retratado aquí), rumano del Principado de Valaquia de nacimiento y madrileño por enamoramiento desde 2000, que había venido para 6 meses, pero la Villa le conquistó y se quedó. La Tapa de la Olla surge por la confluencia de muchos factores, pero sobre todo, según cuenta su feliz dueño, porque “tenemos un ángel o alguna fuerza especial que nos ayuda a que todo encaje”. Y, en este caso, el querubín de Eugen y su socio tiene nombre y apellido: Concha Díaz del Río (retratada aquí).

   Todo comenzó cuando, después de perderlo casi todo en plena crisis (“la casa, varios coches, dos furgonetas, a mis empleados, el dinero y el horizonte”), Eugen se dio cuenta de que quejándose o compadeciéndose no iría a ningún sitio. “Tenía dos hijos a los que mantener”: la única opción que le quedaba era empezar de cero. Ni corto ni perezoso, el ingeniero de edificaciones (es decir, nuestra Ingeniería de Caminos), que afortunadamente no había perdido ni a sus buenos contactos ni a sus buenos clientes, se puso el traje de faena como un obrero más “para trabajar con sus manos”, y levantar el socavón de su empresa.

   Trabajó duro, durísimo, y poco a poco, el verdugo de la crisis fue aflojando la mano de su cuello. Entonces, en 2014, cuando su negocio de reformas Deco Domme parecía saneado y capaz de seguir adelante, la experiencia del fracaso le recordó que la diversificación era una opción sabia para la vida. E, influenciado (quizás) por el amor de su mujer hacia la gastronomía y acompañado de su socio “reformista”, el empresario nato decidió montar un restaurante, en un hermoso local de la calle de Vallehermoso, que había albergado durante décadas la Taberna El Maño, un clásico de los vermuts y cañas de grifo madrileño, cerrado a cal y canto por defunción del dueño.

   El destino quiso que Eugen y su socio coincidieron en tiempo (y deseos de inmiscuirse en la restauración) con, Concha Díaz del Río, famosa por su impecable trayectoria profesional (creadora de marcas tan conocidas como Acherón, Uno de 50 o Nº3), quien se involucró de lleno en el proyecto. De hecho, el estilo y el diseño de la talentosa Directora Creativa autodidacta se siente desde la misma fachada. Tonos claros, detalles pensados al milímetro, lámparas originales y únicas, hechas con aceiteras, extintores, tostadores o cortadores de embutido, baños en los que los lavabos son ollas blancas, mesas con abridores, que sirven para colgar los bolsos o los abrigos, cuadros que hablan del amor por la buena mesa… Un no parar de ingenio, que hace que, nada más cruzar la puerta de La Tapa de la Olla, ya estés queriendo sentarte a disfrutar de la comida del chef Alejandro Rojo Arienza, encargado de llevar a buen puerto la mezcla de sabores que prepara con mimo, y de la cuidada selección de vinos de la sumiller Bag, cuyas botellas colocará en ollitas-hieleras, suspendidas en el tablero de la mesa (que se pueden adquirir).

   La Tapa de la Olla abrió sus puertas a finales de diciembre de 2014, como -según sus propietarios- una alternativa a los gastrobares, que se están abriendo en el centro de Madrid y con la pretensión de ofrecer una experiencia de primera “a un precio más razonable”. Definitivamente, cuando se levanta la tapa, la olla rezuma buen gusto. ¡Ven a comprobarlo!

GastroPD (nº1): En los fogones, Alejandro Rojo Arienza, cocinero formado en la Escuela de Hostelería de San Cayetano de León con los más avanzados conocimientos y técnicas de la gastronomía, aplicados al arte del tapeo, que apareció en el momento oportuno, cuenta con el asesoramiento del francés, Jean Claude Lobato, un reputado chef, que -dato curioso- es el encargado de cocinar para los Dalai Lama cuando vienen de visita a estas latitudes.

PD (nº2) “Take away”: Cada vez hay más gente que se anima a llevarse lo que ha sobrado de una comida o cena a su casa en una Doggy bag (“Bolsita del perro”). En La Tapa de la Olla, no solo puedes llevarte lo que ha sobrado sino que puedes llevarte absolutamente todo lo que se te antoje, previo pago de su importe, desde una mesa a una lámpara pasando por un cuadro o, incluso, el concepto entero del negocio, a modo de franquicia ya que, como bien afirma Eugen, “nuestro objetivo es crear una red de franquicias atendiendo a los siguientes elementos: conseguir la relación perfecta entre calidad y precio, trabajar con pocas y cuidadas referencias y cuidar el diseño y la imagen de los locales”.

                                          (De Noemí Z., el 06 de marzo de 2015)

Referencias útiles:
LA TAPA DE LA OLLA
Calle de Vallehermoso, 59
28015 Madrid
915 653 300
M Canal / Quevedo

Horarios:
- Local: de Martes a Sábado, de 11h30 hasta la 1h de la madrugada; y los Domingos, de 11h30 a 16h;
- Cocina: de Martes a Sábado, 13h a 16h y de 20h30 a 0h30; y los Domingos, de 13h a 16h.

Precio medio: entre 10 y 20 euros. Menú diario: 11 euros

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