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ANA ELENA PENA NOS ENSEÑA SUS CiCATRiCES
(ENTREViSTA by DiANA ALLER)

ANA ELENA PENA NOS ENSEÑA SUS CiCATRiCES
(ENTREViSTA by DiANA ALLER)

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   Hay una especial obsesión en nuestra cultura por enseñar a las niñas a ser objetos inertes, jóvenes y sexualmente deseables. Se premia la belleza sobre todas las cosas (un tipo de belleza muy particular además) y se castiga la libertad y el salirse de la norma. Las mujeres, interiorizan desde bien pequeñas estos mensajes, lo que se espera de ellas, las expectativas imposibles, y lo difícil es digerirlo de una forma sana. Para dar coherencia a todo lo que circunda a la vida de una chica, nuestros organismos, nuestros cerebros buscan desesperadamente mecanismos de recompensa, de agradar, de encajar en el molde. Y esto es una labor profundamente dificultosa.


   Ana Elena Pena, artista multidisciplinar y talentosa como ella sola, ha sido víctima de una monstruosa realidad sociocultural. Esta valenciana, guapa, lista y exitosa, acaba de desenmascarar el horror que ha vivido durante años. Tras callar y ocultar todo un infierno, se ha atrevido a sacar un libro sanador -y muy duro-, llamado Cicatrices.


   No solo pone de manifiesto toda la consternación asociada la bulimia que ha padecido; también ha exteriorizado un mundo privado, lleno de heridas y común a muchas (muchísimas más de lo que creemos) mujeres.


Diana Aller: ¿De qué dirías que trata “cicatrices”?
Ana Elena Pera:
De heridas a punto de curar, y otras que ya están sanadas. Principalmente abordo mi problema con la bulimia, que arrastré durante años y sin darme cuenta afectó a todos los aspectos de mi vida, de manera que vivía en una montaña rusa constante. Un día estaba arriba, otro día estaba abajo… No tenía autocontrol ninguno, ni sobre la comida, ni sobre el alcohol, ni sobre muchísimas otras cosas. Un desastre.


D.A.: Hay dibujos, poesía, textos… y supongo que mucho dolor.
A.E.P.
: Hablo de mí, pero solo muestro una parte, la que concierne a mi trastorno de ansiedad y a los ataques de pánico asociados a una mala alimentación y a una vida desordenada. Este libro empezó a gestarse hace unos años y al final ha quedado en 92 páginas. No quería extenderme demasiado, pero tengo muchas balas en la recámara, así que si hago una segunda edición seguramente añada más detalles. Quería ir poco a poco, y estar segura de dar un primer paso, ya que cuento detalles muy íntimos y personales y eso te hace vulnerable, pero también supone una liberación. Me parecía importante informar a la gente a través de mi relato de que la bulimia es tan destructiva como la anorexia, aunque es menos conocida y cacareada ya que las afectadas no muestran evidencias físicas notables. Es una enfermedad que se vive en silencio. Durante los primeros años, nunca leí nada al respecto, ningún testimonio, nadie me ayudó a comprender qué me pasaba. Por eso escribo este libro, para que se sepa lo devorador que es este trastorno, y como se instala en tu vida sin darte cuenta, como un parásito.


D.A.: ¿No crees que las enfermedades de la alimentación y las enfermedades mentales en general responden a algo perverso de la cultura y la sociedad? Es decir, los enfermos son los demás, a mí me parece una reacción muy lógica enfermarse, caer, sufrir, no adecuarse a un molde absurdo… ¿no crees? ¿Cómo lo ves tú?
A.E.P.
: De alguna manera, todos padecemos algún trastorno mental en algún momento de nuestra vida. Es importante no estigmatizarlos. Adicciones, depresiones, paranoias, compulsiones, obsesiones… Y en todo, como en todo, hay grados. Cuando eres adolescente o muy joven, eres mucho más vulnerable e influenciable al impacto social de la moda y los cánones de belleza. Buscas desesperadamente adaptarte al molde y limar las aristas sobrantes, formar parte de lo socialmente aceptable, ser sexualmente atractivo. Pero la relación patológica con la comida va más allá de pesar más o pesar menos. La comida se convierte en una vía de escape, una forma de evasión, una manera de aliviar tus carencias afectivas y no enfrentar los problemas. Pierdes el control. Luego comienzan los altibajos emocionales, te obsesionas con otras cosas, llenas tus vacíos con lo que tienes más a mano, aunque te perjudique. No solo tienes una relación extraña con la comida, sino con todo lo demás, incluido el sexo.


D.A.: Llegas a hablar de suicidio
A.E.P.
: Por lo que respecta a mi experiencia personal y las que he vivido de cerca, el suicida lo que desea no es quitarse la vida, sino acabar con el sufrimiento. Cuando estamos bien, psicológica, física y emocionalmente, la vida tiene su brillo. Cuando estamos mal, todo desluce, todo cuesta un esfuerzo terrible y somos incapaces de apreciar la belleza de las cosas pequeñas y de encontrar placer en nada.


D.A.: ¿Cómo es la cadena de patologías: ansiedad-anorexia-bulimia-pánico…?
A.E.P.
: El perfil psicológico de la anoréxica es distinto del de la bulímica, aunque a veces se puede dar un patrón mixto. Yo empecé con un capítulo de anorexia, pero no tenía fuerza de voluntad. Era impulsiva y muy emocional, tiendo al desorden y al caos, mientras que las anoréxicas son más organizadas y poseen más autocontrol y disciplina. Pero estamos todas en la misma mierda. Somos lo que comemos, esto es así. Y cómo comemos. Aunque pienses “yo controlo, no pasa nada”, en realidad no controlas nada. Tu vida social se ve alterada, te asalta una profunda sensación de inseguridad, desconectas de tu cuerpo, tus relaciones sexuales se vuelven compulsivas, a veces te asquean, y vas siempre de un lado a otro, incapaz de conectar con nadie realmente, porque no eres capaz de conectar contigo misma.


D.A.: Imagino que todo esto responde a un horror personal, a un viaje interior muy solitario ¿no?
A.E.P.
: Bueno, (casi) todo está en el libro. En efecto, es siempre un viaje solitario. Te acostumbras a guardártelo todo, a “comerte” tus malos rollos y miedos tú sola. A veces piensas que vomitando se va todo lo malo, lo ponzoñoso, por el retrete. Pero no es así. ¿Sabes lo más terrible de todo? Que te acostumbras a estar mal. No pides ayuda porque sencillamente piensas que lo normal es tener dos o tres ataques de ansiedad a la semana, llevar Valium en el bolso, pillarte un pedo cada dos por tres y pasar en la cama dos días. Vomitar de vez en cuando… Cosas así. Y no, hasta que no rompes con los malos hábitos no eres consciente de que puedes tener una mejor calidad de vida. Que “eso” no era vida.


D.A.: Tú eres artista (además de varias disciplinas), ¿has podido sacar toda esa rabia, esa autodestrucción hacia afuera gracias al arte?
A.E.P.
: Mi trabajo artístico siempre ha estado íntimamente ligado a mi vida emocional (con mayor o menor acierto), a mis problemas, obsesiones, y a la relación con mi entorno. El cabaret de estos últimos años ha sido una gran vía de escape, un acto casi confesional, por eso no me gusta que se grabe en vídeo, quiero que eso quede allí… en la intimidad del momento. No me han interesado especialmente los aspectos formales y técnicos, sino el contenido, tanto en la pintura como en el cabaret. Fue todo sobre la marcha, nadie me enseñó cómo moverme en un escenario ni cómo vencer el pánico escénico. Me tomaba dos o tres cervezas, un par de chupitos y hala, ¡a los leones! Por eso siempre ha sido una cosa muy fresca, nunca había nada programado. Me gusta saber que ha sido una evolución lenta, pero segura, donde he ido despojándome de cosas superficiales, hasta convertirlo en algo muy sencillo, reduciendo nuestras actuaciones a sitios pequeños y teniendo mucha complicidad y cercanía con el público. Nada de plumas, corsés y esas cosas de divas.


D.A.: Dicen que los trastornos alimenticios no se curan del todo. Siguen latentes, como las adicciones ¿tú lo crees así? ¿Cuál es la forma de no recaer?
A.E.P.
: Siempre te quedas algo “tocada”, pero se puede vivir bien, con tus pequeñas manías y todo eso. Pero hay que ir a la raíz del problema y mantenerse alejado de los entornos y personas tóxicas. No hay que desesperar si se tiene alguna recaída porque es algo normal, nadie se cura de un desorden alimenticio de un día para otro, en ese sentido no es como otras adicciones.


D.A.: Es admirable tu honestidad, pasar por un infierno así, y sacarlo, y mostrarlo. Ojalá sea terapéutico también para otros.
A.E.P.
: Somos nuestros errores y nuestros horrores, cara a cara, sin filtros. Pero somos muchísimas cosas más. Recuerdo especialmente mi etapa más jodida, entre los 20 y los 23 años, cuando me autolesionaba e iba con los brazos llenos de cicatrices, y en todos mis cuadros aparecían muñecas mutiladas o crucificadas. Recibía anónimos maliciosos, llamadas extrañas… Me quedó claro que hay gente que disfruta demonizando a ciertas mujeres que se salen de la norma o que resultan sospechosas, oscuras o incluso poderosas de modo latente. También hay quien espera ver a estas mujeres finalmente haciéndose pedazos, hundiéndose. Conocí muy malas personas en esa época, directa e indirectamente. Pero he salido adelante, además haciendo siempre lo que me salía del coño. Sin victimismos ni historias. Miro atrás y pienso, “joder, ¡menudo viaje! Pero no todo han sido penas.


Sigo haciendo pequeñas ilustraciones y cabarets de vez en cuando, pero como disfruto ahora de una vida muy tranquila y ya no trabajo en la noche, prefiero estar en casa, escribiendo. Disfruto mucho preparando los envíos, envolviendo los libros y llenándolos de pegatinas y cuidando los detalles. Cuando era adolescente me hacía especial ilusión recibir cartas de mis amigas en verano, con recortes de revistas, notas, colores y sorpresas. Es una pena que se haya perdido la costumbre de enviar correo postal, la emoción de recibir una carta escrita a mano y llena de dibujos no se puede comparar con un frío mail con gif animado o el meme de moda. A veces los funcionarios de Correos me preguntan entusiasmados “ooh, ¿es una carta de amor?” o bien, “¿es para una niña?”. No- contesto- , es un libro. Para una chica que no conozco. “¡Qué pena que ya no se manden cartas así!.”


PD: Si quieres conocer mejor a Ana Elena Pena, la artista valenciana presenta su libro Cicatrices:
¿CUÁNDO? El Viernes 12 de diciembre de 2014, a las 20h30.


¿DÓNDE? En Arrebato Libros
Calle de la Palma, 21
28004 Madrid
912 821 111
M Tribunal


         (Entrevista a Ana Elena Pena by Diana Aller, el 11 de diciembre de 2014)


Referencias útiles:
Para seguir los pasos (re)creativos de ANA ELENA PENA, conéctate a su web, su blog, su Facebook y su Twitter.


[Volver a Mi Petit Biblioteca, Callejero o Blogosfera]

   Hay una especial obsesión en nuestra cultura por enseñar a las niñas a ser objetos inertes, jóvenes y sexualmente deseables. Se premia la belleza sobre todas las cosas (un tipo de belleza muy particular además) y se castiga la libertad y el salirse de la norma. Las mujeres, interiorizan desde bien pequeñas estos mensajes, lo que se espera de ellas, las expectativas imposibles, y lo difícil es digerirlo de una forma sana. Para dar coherencia a todo lo que circunda a la vida de una chica, nuestros organismos, nuestros cerebros buscan desesperadamente mecanismos de recompensa, de agradar, de encajar en el molde. Y esto es una labor profundamente dificultosa.


   Ana Elena Pena, artista multidisciplinar y talentosa como ella sola, ha sido víctima de una monstruosa realidad sociocultural. Esta valenciana, guapa, lista y exitosa, acaba de desenmascarar el horror que ha vivido durante años. Tras callar y ocultar todo un infierno, se ha atrevido a sacar un libro sanador -y muy duro-, llamado Cicatrices.


   No solo pone de manifiesto toda la consternación asociada la bulimia que ha padecido; también ha exteriorizado un mundo privado, lleno de heridas y común a muchas (muchísimas más de lo que creemos) mujeres.


Diana Aller: ¿De qué dirías que trata “cicatrices”?
Ana Elena Pera:
De heridas a punto de curar, y otras que ya están sanadas. Principalmente abordo mi problema con la bulimia, que arrastré durante años y sin darme cuenta afectó a todos los aspectos de mi vida, de manera que vivía en una montaña rusa constante. Un día estaba arriba, otro día estaba abajo… No tenía autocontrol ninguno, ni sobre la comida, ni sobre el alcohol, ni sobre muchísimas otras cosas. Un desastre.


D.A.: Hay dibujos, poesía, textos… y supongo que mucho dolor.
A.E.P.
: Hablo de mí, pero solo muestro una parte, la que concierne a mi trastorno de ansiedad y a los ataques de pánico asociados a una mala alimentación y a una vida desordenada. Este libro empezó a gestarse hace unos años y al final ha quedado en 92 páginas. No quería extenderme demasiado, pero tengo muchas balas en la recámara, así que si hago una segunda edición seguramente añada más detalles. Quería ir poco a poco, y estar segura de dar un primer paso, ya que cuento detalles muy íntimos y personales y eso te hace vulnerable, pero también supone una liberación. Me parecía importante informar a la gente a través de mi relato de que la bulimia es tan destructiva como la anorexia, aunque es menos conocida y cacareada ya que las afectadas no muestran evidencias físicas notables. Es una enfermedad que se vive en silencio. Durante los primeros años, nunca leí nada al respecto, ningún testimonio, nadie me ayudó a comprender qué me pasaba. Por eso escribo este libro, para que se sepa lo devorador que es este trastorno, y como se instala en tu vida sin darte cuenta, como un parásito.


D.A.: ¿No crees que las enfermedades de la alimentación y las enfermedades mentales en general responden a algo perverso de la cultura y la sociedad? Es decir, los enfermos son los demás, a mí me parece una reacción muy lógica enfermarse, caer, sufrir, no adecuarse a un molde absurdo… ¿no crees? ¿Cómo lo ves tú?
A.E.P.
: De alguna manera, todos padecemos algún trastorno mental en algún momento de nuestra vida. Es importante no estigmatizarlos. Adicciones, depresiones, paranoias, compulsiones, obsesiones… Y en todo, como en todo, hay grados. Cuando eres adolescente o muy joven, eres mucho más vulnerable e influenciable al impacto social de la moda y los cánones de belleza. Buscas desesperadamente adaptarte al molde y limar las aristas sobrantes, formar parte de lo socialmente aceptable, ser sexualmente atractivo. Pero la relación patológica con la comida va más allá de pesar más o pesar menos. La comida se convierte en una vía de escape, una forma de evasión, una manera de aliviar tus carencias afectivas y no enfrentar los problemas. Pierdes el control. Luego comienzan los altibajos emocionales, te obsesionas con otras cosas, llenas tus vacíos con lo que tienes más a mano, aunque te perjudique. No solo tienes una relación extraña con la comida, sino con todo lo demás, incluido el sexo.


D.A.: Llegas a hablar de suicidio
A.E.P.
: Por lo que respecta a mi experiencia personal y las que he vivido de cerca, el suicida lo que desea no es quitarse la vida, sino acabar con el sufrimiento. Cuando estamos bien, psicológica, física y emocionalmente, la vida tiene su brillo. Cuando estamos mal, todo desluce, todo cuesta un esfuerzo terrible y somos incapaces de apreciar la belleza de las cosas pequeñas y de encontrar placer en nada.


D.A.: ¿Cómo es la cadena de patologías: ansiedad-anorexia-bulimia-pánico…?
A.E.P.
: El perfil psicológico de la anoréxica es distinto del de la bulímica, aunque a veces se puede dar un patrón mixto. Yo empecé con un capítulo de anorexia, pero no tenía fuerza de voluntad. Era impulsiva y muy emocional, tiendo al desorden y al caos, mientras que las anoréxicas son más organizadas y poseen más autocontrol y disciplina. Pero estamos todas en la misma mierda. Somos lo que comemos, esto es así. Y cómo comemos. Aunque pienses “yo controlo, no pasa nada”, en realidad no controlas nada. Tu vida social se ve alterada, te asalta una profunda sensación de inseguridad, desconectas de tu cuerpo, tus relaciones sexuales se vuelven compulsivas, a veces te asquean, y vas siempre de un lado a otro, incapaz de conectar con nadie realmente, porque no eres capaz de conectar contigo misma.


D.A.: Imagino que todo esto responde a un horror personal, a un viaje interior muy solitario ¿no?
A.E.P.
: Bueno, (casi) todo está en el libro. En efecto, es siempre un viaje solitario. Te acostumbras a guardártelo todo, a “comerte” tus malos rollos y miedos tú sola. A veces piensas que vomitando se va todo lo malo, lo ponzoñoso, por el retrete. Pero no es así. ¿Sabes lo más terrible de todo? Que te acostumbras a estar mal. No pides ayuda porque sencillamente piensas que lo normal es tener dos o tres ataques de ansiedad a la semana, llevar Valium en el bolso, pillarte un pedo cada dos por tres y pasar en la cama dos días. Vomitar de vez en cuando… Cosas así. Y no, hasta que no rompes con los malos hábitos no eres consciente de que puedes tener una mejor calidad de vida. Que “eso” no era vida.


D.A.: Tú eres artista (además de varias disciplinas), ¿has podido sacar toda esa rabia, esa autodestrucción hacia afuera gracias al arte?
A.E.P.
: Mi trabajo artístico siempre ha estado íntimamente ligado a mi vida emocional (con mayor o menor acierto), a mis problemas, obsesiones, y a la relación con mi entorno. El cabaret de estos últimos años ha sido una gran vía de escape, un acto casi confesional, por eso no me gusta que se grabe en vídeo, quiero que eso quede allí… en la intimidad del momento. No me han interesado especialmente los aspectos formales y técnicos, sino el contenido, tanto en la pintura como en el cabaret. Fue todo sobre la marcha, nadie me enseñó cómo moverme en un escenario ni cómo vencer el pánico escénico. Me tomaba dos o tres cervezas, un par de chupitos y hala, ¡a los leones! Por eso siempre ha sido una cosa muy fresca, nunca había nada programado. Me gusta saber que ha sido una evolución lenta, pero segura, donde he ido despojándome de cosas superficiales, hasta convertirlo en algo muy sencillo, reduciendo nuestras actuaciones a sitios pequeños y teniendo mucha complicidad y cercanía con el público. Nada de plumas, corsés y esas cosas de divas.


D.A.: Dicen que los trastornos alimenticios no se curan del todo. Siguen latentes, como las adicciones ¿tú lo crees así? ¿Cuál es la forma de no recaer?
A.E.P.
: Siempre te quedas algo “tocada”, pero se puede vivir bien, con tus pequeñas manías y todo eso. Pero hay que ir a la raíz del problema y mantenerse alejado de los entornos y personas tóxicas. No hay que desesperar si se tiene alguna recaída porque es algo normal, nadie se cura de un desorden alimenticio de un día para otro, en ese sentido no es como otras adicciones.


D.A.: Es admirable tu honestidad, pasar por un infierno así, y sacarlo, y mostrarlo. Ojalá sea terapéutico también para otros.
A.E.P.
: Somos nuestros errores y nuestros horrores, cara a cara, sin filtros. Pero somos muchísimas cosas más. Recuerdo especialmente mi etapa más jodida, entre los 20 y los 23 años, cuando me autolesionaba e iba con los brazos llenos de cicatrices, y en todos mis cuadros aparecían muñecas mutiladas o crucificadas. Recibía anónimos maliciosos, llamadas extrañas… Me quedó claro que hay gente que disfruta demonizando a ciertas mujeres que se salen de la norma o que resultan sospechosas, oscuras o incluso poderosas de modo latente. También hay quien espera ver a estas mujeres finalmente haciéndose pedazos, hundiéndose. Conocí muy malas personas en esa época, directa e indirectamente. Pero he salido adelante, además haciendo siempre lo que me salía del coño. Sin victimismos ni historias. Miro atrás y pienso, “joder, ¡menudo viaje! Pero no todo han sido penas.


Sigo haciendo pequeñas ilustraciones y cabarets de vez en cuando, pero como disfruto ahora de una vida muy tranquila y ya no trabajo en la noche, prefiero estar en casa, escribiendo. Disfruto mucho preparando los envíos, envolviendo los libros y llenándolos de pegatinas y cuidando los detalles. Cuando era adolescente me hacía especial ilusión recibir cartas de mis amigas en verano, con recortes de revistas, notas, colores y sorpresas. Es una pena que se haya perdido la costumbre de enviar correo postal, la emoción de recibir una carta escrita a mano y llena de dibujos no se puede comparar con un frío mail con gif animado o el meme de moda. A veces los funcionarios de Correos me preguntan entusiasmados “ooh, ¿es una carta de amor?” o bien, “¿es para una niña?”. No- contesto- , es un libro. Para una chica que no conozco. “¡Qué pena que ya no se manden cartas así!.”


PD: Si quieres conocer mejor a Ana Elena Pena, la artista valenciana presenta su libro Cicatrices:
¿CUÁNDO? El Viernes 12 de diciembre de 2014, a las 20h30.


¿DÓNDE? En Arrebato Libros
Calle de la Palma, 21
28004 Madrid
912 821 111
M Tribunal


         (Entrevista a Ana Elena Pena by Diana Aller, el 11 de diciembre de 2014)


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Para seguir los pasos (re)creativos de ANA ELENA PENA, conéctate a su web, su blog, su Facebook y su Twitter.


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