Sin él no solo no se entendería la historia de nuestra cultura sino tampoco la Historia del Arte al que aportó una mirada, una técnica y un estilo, que supusieron una revolución ya en su tiempo. Sin embargo, a pesar de ser admirado y aplaudido por un mundo, que le entendía y respetaba, Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) murió solo en el exilio. Hoy, Lunes 30 de marzo de 2015, coincidiendo con el día de su nacimiento y a un mes de que se termine la muestra “Goya en Madrid” en el Museo del Prado, Mi Petit Madrid quiere rendir homenaje al pintor y grabador aragonés, repasando la huella, que dejó en el séptimo arte.

   Gracias a los escritos y correspondencia del artista, las siguientes generaciones y posteriores estudiosos tuvieron la oportunidad de conocer los orígenes, la vida, el sentir, las alegrías y pesares de un genio indiscutible. Sus retratos de costumbres, su acercamiento al pensamiento ilustrado, sus trabajos en la Corte de Carlos IV y la Casa de Alba, su testimonio gráfico de la Guerra de Independencia, sus pinturas negras en el otoño de su vida, y su evidente influencia en el Impresionismo le han hecho ser uno de los artistas más completos de todos los tiempos.

   A pesar sus orígenes humildes, Goya consiguió formarse en Madrid gracias al famoso pintor Francisco Bayeu (con cuya hermana se casaría), asombrado por el talento del joven. En 1771, después de proseguir su formación en Italia, la Real Fábrica de Tapices le encargó una serie de cartones (bocetos sobre los cuales se teje el tapiz) para decorar las distintas residencias reales. Ese trabajo, que le ocuparía 18 años de su vida, es la muestra ahora expuesta en el Prado. Se trata de unos trabajos alegres, donde los mozos y las mozas se muestran despreocupados y sencillos, bebiendo agua, jugando a la gallina ciega o enzarzándose en una disputa de cartas. Muestran toda la grandeza del espíritu español, en donde se mezclan manolos, majas y nobles, con la dignificación del trabajo en el campo. Un sensacional retrato de la Ilustración, que abandonó en 1789 cuando el rey Carlo IV le nombró Pintor de la Corte.

   Si bien es verdad que Goya tenía en común con Velázquez el deseo casi obsesivo por ascender en la escala social -lo que le llevó a codearse con reyes, duques, pensadores y políticos a los que retrató con mucho acierto-, su corazón seguía con el pueblo, y su pintura se hizo cada vez más crítica y afilada. ¿Prueba de ello? cuando estalló la Guerra de Independencia contra la invasión francesa en 1808, Goya, profundamente patriota, reflejó la muerte, el dolor y el crimen en una serie de grabados, que constituyen el cénit de su carrera gracias también a los grandes óleos de “Los desastres de la Guerra”, que tardó años en terminar, y demuestran el dolor de un alma atormentada.

   Con la vuelta al trono de Fernando VII y su lucha contra el liberalismo, Goya fue desapareciendo de la vida de la corte. Enfermo y sordo, el pintor que había perdido a cuatro de sus hijos en el conflicto fue acusado de traición a España, y la Inquisición le condenó por obsceno. Recluido en La Quinta del Sordo, casi desde finales de la guerra, y harto del absolutismo de Fernando VII, se autoexilió en 1824 a Burdeos, donde pintaría las famosas pinturas negras, escenas surrealistas y crueles que muestran toda la podredumbre moral de que es capaz el hombre, y dan el pistoletazo de salida al Impresionismo pintando la maravillosa “Lechera de Burdeos”.

   De esa vida llena de luces y sombras, el cine ha mirado siempre con especial interés su papel en la Corte, su misteriosa relación con María Teresa de Silva -“la de Alba”- y su oscura y triste etapa final. Entre los más de 20 títulos en los que aparece el personaje de Goya, hay 8 largometrajes imprescindibles para entender la genialidad del artista.

(1) “La Maja desnuda” (1958), de Henry Koster
   Protagonizada por Anthony Franciosa en el papel de Goya y la bellísima Ava Gardner en el de Duquesa de Alba -a la que el artista pintó en varias ocasiones-, lo más significativo de una película, que se ha quedado algo anticuada, es que se cuenta que, desde la propia Casa de Alba, atemorizada por la fogosidad y fama de la Gardner, se trató de impedir que se rodara el proyecto. Parece que hubo hasta amenaza de denuncia e intento de boicot de un filme, pero la (explosiva) actriz siguió adelante... en Roma al ser imposible su producción en Madrid.

(2) “Goya” (1969), de Wilhelm Semmelroth
   Fue una fabulosa producción para la televisión alemana en la que el portentoso actor, Wolfgang Büttner, dio vida al pintor en la última etapa de su vida, antes de exiliarse a Burdeos, en el momento de su reclusión voluntaria en La Quinta del Sordo, amargado, viejo, sordo y deprimido, y en la que dejó para el mundo sus aplaudidas pinturas negras.

(3) “Goya, historia de una soledad” (1971), de Nino Quevedo
   Sección oficial del Festival de Cannes y protagonizada por Francisco Rabal, se trata de la primera gran adaptación para el cine de la vida de Goya. Narra desde el cénit de su carrera, cuando era pintor de la Corte y formó parte del círculo más íntimo de la Duquesa del Alba, a su exilio forzoso en Francia al final de su vida. Sería la primera de las tres veces que Rabal daría vida al genio.

(4) “Goya, el difícil camino del conocimiento” (1971), de Konrad Wolf
   La coproducción alemano-soviética en la que participaron también Bulgaria y Rumanía, en pleno auge del comunismo, no es casual ya que, entre todas las facetas del pintor, destaca -sobre otras consideraciones- la de su pensamiento ilustrado, que le hizo ennoblecer, a través de su pintura, las labores del campo y el digno trabajo del oficio. La cinta también refleja de manera muy intensa cómo su vida en la Corte y el trabajo para los Reyes creó en él una serie de sentimientos ambivalentes, enormemente destructivos.

(5) “Los desastres de la guerra” (1983), de Mario Camus
   Entre “La Colmena” y “Los santos inocentes”, el director cántabro dedicó su talento al gran maestro en una miniserie producida por Televisión Española sobre la Guerra de Independencia española, en la que Francisco Rabal volvió a interpretar al pintor. La producción, realista y cruda, se detiene sobre uno de los episodios más cruento y terrible del siglo XIX español.

(6) “Goya” (1985), de José Ramón Larranz
   Tal fue el éxito de la producción de 1983 que TVE no dudó en repetir la hazaña con una ficción de 6 capítulos con un impresionante elenco: Jorge Sanz para encarnar al pintor de niño y Enri Majó de adulto, Luis Escobar como el rey Carlos III y José Bódalo como Carlos IV, Antonella Lualdi como la Reina María Luisa, Laura Morante como la Duquesa de Alba, Carlos Larrañaga como Godoy, Marisa Paredes como la Duquesa de Osuna, Verónica Forqué como la Condesa de Chinchón, y Luis Prendes como Gaspar Melchor de Jovellanos. La reconstrucción de la Villa y Corte de Madrid, además de la aparición de más de cien obras del artista, hace que sea, hasta la fecha, la producción más fidedigna y completa de la vida del pintor.

(7) “Goya en Burdeos” (1999), de Carlos Saura
   Francisco Rabal, en su tercera y última representación como Goya, da vida al viejo pintor, sordo y exiliado en Francia, mientras crea casi compulsivamente las pinturas negras, y recuerda sus inicios humildes, sus cuadros alegres de costumbres, su vida con los Reyes y los Alba, su horror ante la guerra y sus ideas ilustradas… La concepción colorista y pictórica de toda la filmografía de Saura contribuyó a recrear un ambiente preciosita a la vez que oscuro y triste, absolutamente conmovedor. El Goya joven, interpretado por José Coronado, es seguramente su primer gran papel antes de películas mayores como Caja 507 o La vida de nadie.

(8) “Los fantasmas de Goya” (2006), de Milos Forman
   Aunque la cinta del director de “Amadeus”, que se centra en los horrores de la Inquisición, fue duramente criticada por sus incorrecciones tanto por muchos historiadores españoles como por la crítica tildándola de maniquea, folletinesca y previsible, la interpretación del sueco Stellan Skarsgard en el papel del pintor y de Javier Bardem como repulsivo inquisidor así como la fotografía se merecen matrícula de honor.

   Finalmente, el cine siempre ha tratado con cariño y admiración al genio aragonés. Por eso, en 1987, la recién creada Academia de Cine Español decidió poner su nombre a su galardón con el que premiar los trabajos más representativos de la cinematografía española. Se encargó el diseño de la estatuilla (que recibirían “El viaje a ninguna parte”, en 1987, “El bosque animado”, en 1988, y “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, en 1989) al escultor Miguel Ortiz Berrocal, que coronó la efigie del pintor con una cámara como guiño (demasiado obvio) al mundo del cine. Entonces, en la cuarta edición, aquella figura se cambió por una nueva y reluciente escultura del artista José Luis Fernández, en bronce y menos pesada, que aún se mantiene hoy en día.

                                             (De Belén E., el 30 de marzo de 2015)

Referencias útiles:
“GOYA EN MADRiD”

¿CUÁNDO? De Lunes a Sábado, de 10h a 20h, y los Domingo y Festivos, de 10h a 19h, hasta el 03 de mayo de 2015.

¿QUÉ? Muestra de los cartones para tapices, realizados por Goya, para los Sitios Reales y encargados por la Real Fábrica, a finales del siglo XVIII. Inspiración de sus posteriores Caprichos, se trata de su representación más sincera de la España de costumbres, además de un bellísimo paseo por los rincones más hermosos de Madrid.

¿DÓNDE? En el Museo Nacional de El Prado
Paseo del Prado, s/n
28014 Madrid
913 302 800
M Atocha / Banco de España

¿CUÁNTO? Entrada general (Colección + Expos temporales: 14 euros. Entrada gratuita para todos los visitantes: de Lunes a Sábado, de 18h a 20h, y los Domingos y Festivos, de 17h a 19h.

Para saberlo todo de GOYA EN MADRiD, conéctate a la web del MUSEO NACiONAL DEL PRADO (también en Facebook y Twitter).

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