Seguimos pensando en él como aquel jovencito delgado y de ojos azules, impecable con su eterno sombrero, un tanto inseguro pero no menos mujeriego, apodado La Voz. Hijo de inmigrantes italianos, reivindicativo y luchador de la igualdad, fue la perfecta imagen del sueño americano. Heredero del jazz, a pesar de no saber leer música, creó su propio estilo gracias a un sexto sentido innato que le hizo crecer como los grandes y acumular más de 2.000 grabaciones, 11 Premios Grammy, 1 Oscar al Mejor Actor de Reparto (por “De aquí a la eternidad”), 50 películas, más de 150 millones de discos vendidos, y una agenda tan apretada como exclusiva, con leyendas continuas sobre sus tumultuosas relaciones con presidentes y mafiosos. En el centenario de su nacimiento, hoy, Sábado 12 de diciembre de 2015, (Petit) Homenaje a Frank Sinatra, que entendió el éxito “a su manera” -sin olvidar nunca sus humildes orígenes-, y que fue -para muchos- el mejor cantante del siglo XX.

   Francis Albert Sinatra nació a duras penas un 12 de diciembre de 1915, en el barrio italiano de Hoboken, en Nueva Jersey. Sus 6 hermosos kilos de peso llevaron al médico a usar unos fórceps, que le perforaron el tímpano, y gracias a la maña y rapidez de su abuela que le sumergió en agua helada, el recién nacido reaccionó y respiró. Desde aquel primer aliento, Frank aprendió lo que significaba sobrevivir en una comunidad minoritaria, vapuleada por los prejuicios y el racismo, en una América que hablaba de sueños pero que encasillaba a los italoamericanos como mafiosos o vagabundos.

   Su padre, Antonio Martino Sinatra, conocido como Marty Sinatra, un ex boxeador siciliano analfabeto, reconvertido en bombero, y su madre, Natalia Garaventa, una genovesa de armas tomar que se ganaba la vida asistiendo partos, y de vez en cuando, abortos ilegales entre las jovencitas católicas italianas, regentaban de noche el bar Marty O’Brian -en honor al apodo púgil del progenitor-, donde el pequeño escuchaba jazz sin parar, mientras hacía sus pinitos con su ukelele. Un buen día, Frank añadió su voz al rasgueo de las cuerdas, y ante la buena acogida, el joven empezó a frecuentar otros pubs para ganarse la vida hasta que, una noche de 1939, en el Rustic Cabin, donde servía mesas, cantaba y amenizaba el cotarro con algún que otro chiste, un cliente lo descubrió.

   Era Harry James, líder de una banda de swing que sin pensárselo dos veces se lo llevó a su formación, sin poder imaginar (¿o sí?) que Sinatra no solo se convertiría rápidamente en la estrella del grupo, sino que acabaría firmando un contrato para sacar su primer disco en julio de ese mismo año. “From the botton of my heart” fue solo el arranque, y para evitar roces y pensando en un futuro mejor, Frank cambió de formación, y se fue con Tommy Dorsey, un referente con el que grabó su primer tema en solitario “Night and Day” en 1942.

   Enseguida Sinatra comprendió que necesitaba una dicción perfecta para abrirse a un público general. Con sus primeros ahorros, se pagó clases particulares con un profesor de canto que alucinaba con aquel amplio registro vocal, que encandilaba a todas las jovencitas. Eran las primeras bobby soxer, un fenómeno fan de adolescentes que chillaban enloquecidas, e incluso, se desmayaban cuando el cantante hacía acto de presencia. Sinatra se convirtió en su ídolo, y pasó de ganar 750 dólares a la semana a 25.000. Entonces, quiso volar solo, transformando las buenas relaciones con su mentor en una batalla legal, plagada de amenazas, bulos y porcentajes. Había comenzado la Sinatramania.

   Mientras las ventas subían sin parar, los grandes empresarios de Hollywood no pudieron permanecer ajenos al revuelo que causaba aquel chico. Frank se estrenó en 1941 con una secuencia sin créditos en “Las Vegas Nights” de Ralph Murphy, en la que por supuesto cantaba una canción. Y desde aquel día, el séptimo arte le acompañaría siempre, y Sinatra sabría usarlo como otro medio para dejar clara su postura ante determinadas injusticias o trabas sociales, como en el cortometraje “La casa donde vivo” (“The house I live in”, 1945), de Albert Maltz, en el que aquel delgaducho de 30 años mostró su oposición ante las corrientes antisemitas y los prejuicios que reinaban tras la Segunda Guerra Mundial (de la que por cierto se libró al ser declarado no apto, supuestamente por su tímpano perforado, aunque luego salió a la luz que tuvo más que ver su inestabilidad emocional).

   Muy activo políticamente, Sinatra fue un gran defensor de los demócratas, y desde los años 40, apoyó a Truman, Kennedy o Reagan. Luchó también para normalizar la situación de los ciudadanos “de color” en una sociedad aún con recelos. Lo hizo con un gesto tan sencillo como efectivo: contrató a su amigo Sammy Davis Jr. con el mismo sueldo que los blancos, dejando a todos atónitos y llamando de tal manera la atención que muchos consideran que aquel día marcó un hito en la historia de la igualdad racial.

   En cuanto a su agitada vida sentimental, muchos aún recuerdan el sonado divorcio de su primera mujer, Nancy Barbardo, rendido ante la actriz Ava Gardner con la que -al parecer- llevaba teniendo un idilio mucho tiempo atrás. Fue una de esas relaciones tormentosas, llenas de peleas y escándalos que al hacerse públicas proporcionaron al cantante, el 31 de octubre de 1951, la nulidad de su primer matrimonio por “crueldad mental”, y al día siguiente, una licencia de casamiento para la pareja de famosos tortolitos. Pero no fueron las únicas mujeres de su vida. Sinatra acumuló fama de conquistador a base de sumar, al menos ¿supuestos? romances con Lara Turner, Judy Garland, Kim Novak, Jacqueline Bisset, Marilyn Monroe, Grace Kelly, Lauren Bacal, Elisabeth Taylor o la ya viuda Jackie Kenney. En 1966, una cándida y jovencísima Mia Farrow se convirtió en su tercera esposa, aunque solo 2 años después, el matrimonio dio paso a una bonita amistad, y en 1976, llegó su cuarta y última esposa, Bárbara Marx.

   Con los escándalos de fondo, Sinatra encontró su terreno de juego en Las Vegas. Durante la década de los 50, recorrió todos sus escenarios con su Rat Pack, un grupo íntimo de amigos, entre los estaban Dean Martin, Sammy Davis Jr. o Shirley Maclaire, con los que iba de gira, hacía películas y se divertía sin miramientos.

   Después de una falsa alarma, en 1971, cuando un cansado Sinatra anunció su retirada, La Voz volvió a la carga en 1973, y ya no dejó las tablas hasta el final. Cantó por última vez el 25 de febrero de 1995, y 3 años después, el 14 de mayo de 1998, murió a los 82 años de un ataque al corazón, en el Hospital Cedars Sinai de West Hollywood. Hoy, su pueblo natal, ahora rodeado de rascacielos, celebra el centenario del nacimiento del hombre que puso voz y letra a la ciudad que le acogió, Nueva York.

PD conmemorativa: Mucho se ha escrito y visto de Sinatra, pero parece que aún hay más y sin duda la ocasión es perfecta. Desde libros como The Chairman, de James Kaplan, o 100, de Charle Pignoise, a documentales como “All or nothing at all”, producido por HBO y dirigido por Alex Gibney, que ahora llega en formato Dvd a nuestro país, pasando por homenajes más curiosos como la Edición Especial Frank Sinatra de la marca de relojes suiza Raymond Weil o la botella con su nombre que ha sacado Jack Daniels, la bebida que tanto le acompañó. Y en Madrid, hoy, Sábado 12 de diciembre de 2015, a las 12h, la Biblioteca Pública Manuel Alvar (calle de Azcona, 42; M Diego de León) organiza una fiesta de cumpleaños a Frank Sinatra con una exposición y un recital de poesía, en su Salón de Actos.

                                                  (De Lidia Martín, el 12 de diciembre de 2015)

Referencias útiles:
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