En apenas 2 décadas, pasó de ser el alabado ganador del Pulitzer, a copar las portadas sensacionalistas por su boda con Marilyn Monroe, y a ser perseguido por el gobierno americano en su famosa “caza de brujas”. Si para unos fue un hombre frío y orgulloso, y un seductor nato que necesitaba a las mujeres para existir, todos coinciden en que Arthur Miller cambió para siempre el teatro, con su obra Muerte de un viajante (1949), considerada junto a Un tranvía llamado deseo (1947) de Tennessee Williams, el mejor libreto de la escena americana del siglo XX. Hoy, Sábado 17 de octubre de 2015, cuando se cumple un siglo de su nacimiento en Nueva York, (Petit) Homenaje al maestro del drama moderno, que desmontó el mito del sueño americano.

   Arthur Asher Miller fue el segundo de los 3 hijos de Augusta Barnett e Isidore Miller, inmigrantes judíos polacos de clase media, dueños de una fábrica textil. Gracias al negocio familiar, que llegó a contar con más de 400 empleados, creció con sus hermanos en pleno Manhattan (en la 110th Street), junto a Central Park, y pasó los veranos en su casa de Far Rockaway, de Queens... hasta la Gran Depresión de 1929. Arruinados, los Miller se vieron obligados a cambiar drásticamente de vida, mudándose a un minúsculo apartamento de Brooklyn, que inspiraría la vivienda de Willy Loman, el protagonista de la obra maestra del futuro dramaturgo.

   Después de acabar la escuela secundaria, el joven Arthur se buscó la vida trabajando en un almacén de repuestos de automóviles para pagarse la Universidad de Michigan, donde cursó Periodismo, y se estrenó en el periódico de estudiantes. Sin embargo, tras leer Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, entendió que quería ser escritor. Entonces, entre artículos y reportajes, escribió en apenas 6 días, su primera obra de teatro No Villain (1936), para presentarse al Premio Hopwood, dotado con 250 dólares, y ganó. Había llegado la hora de tomarse en serio la escritura.

   Para lograrlo, seleccionó con mucho cuidado al profesor que quería como tutor, y en 1937, eligió a Kennet Rowe, en cuyo seminario aprendió las primeras nociones sobre dramaturgia, y en especial, sobre la importancia de la estructura para conseguir el efecto deseado. Bajo su tutela, Arthur terminó Honors at Dawn (1936), con la que ganó otro Premio Hopwood, y Todavía crece la hierba (1938), que rápidamente despertó el interés de agentes teatrales. En cuanto a Rowe, a caballo entre crítico, confidente y amigo, se fue convirtiendo poco a poco en una figura fundamental en la vida y obra del dramaturgo (y en 1985, crearía en honor al autor recién fallecido el Premio Arthur Miller de la Universidad).

   En 1938, recién licenciado y a pesar de recibir ya tentadoras ofertas de la 20th Century Fox para pasarse al guión cinematográfico, Miller decidió apostar por el teatro, y se trasladó a Nueva York a probar suerte. Durante 2 años, escribió guiones radiofónicos para ganarse la vida hasta que en 1940 su (calidad de) vida cambió. Cuando se casó con Mary Grace Slattery, una estudiante de psicología que había conocido en la universidad, la madre de 2 futuros hijos, Jane y Robert, le propuso vivir de su salario como secretaria para que se centrara en su deseo de ser escritor. Y así fue.

   Además de empezar a trabajar con Frank Taylor (el que sería editor y productor de “Vidas rebeldes” (1960) -la película que Miller escribiría para Marilyn Monroe-, Arthur se estrenó en Broadway con Un hombre con mucha suerte, pero ni el público ni la crítica supieron apreciar su fuerte crítica al capitalismo y conservadurismo de la América (no solo profunda) de los años 40. A pesar del fracaso, volvió en 1947 con el firme propósito de triunfar, con Todos eran mis hijos, una denuncia de la empresa armamentística. Dirigida por su amigo Elia Kazan -uno de los directores más innovadores del momento-, la obra se llevó 2 Premios Tony (al Mejor Director y al Mejor Autor), lo que confirmó a Miller como un escritor al que había que respetar y prestar atención.

   En efecto, el 10 de febrero de 1949, de nuevo bajo la dirección de Kazan, Arthur Miller -con tan solo 33 años- estrenó su gran obra Muerte de un viajante, que ponía en duda el eterno sueño americano. Dicen que Miller vomitó el libreto, pues escribió el primer acto en 1 solo día, y apenas mes y medio después, había acabado la pieza que le valió otro Tony al Mejor Autor, el Premio del Círculo de Críticos de Nueva York, y el Pulitzer de teatro, convirtiéndose en la primera obra premiada con esos 3 grandes galardones. El éxito fue total. En la primera temporada, recaudó casi 1 millón y medio de dólares, y el tiempo siguió dándole la razón al permanecer 2 años seguidos en cartel.

   Hasta entonces, su relación con Kazan había ido como la seda. Ambos defendían las mismas causas, pero cuando el director fue llamado en 1952 para declarar ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas del senador McCarthy, delató a varios de sus antiguos camaradas del Partido Comunista, entre ellos, a Arthur Miller, para -según Kazan- proteger a su familia y encontrar la paz. Poco después Miller viajó a Massachusetts para investigar las persecuciones de brujas de 1692, y rematar su famosa pieza Las brujas de Salem (1953), gran alegoría de la caza del senador McCarthy, sin saber que a él también le tocaría declarar.

   En 1956, recién divorciado de Mary Grace y acompañado de su nueva mujer, Marilyn Monroe, que arriesgó su propia carrera al aparecer colgada de su brazo, Arthur Miller se presentó al interrogatorio. Pero, a diferencia de su (ex) amigo Kazan, el dramaturgo se negó a dar nombres, por lo que fue multado, y pasó a formarte de la lista negra del poder establecido. Aunque posteriormente su condena sería anulada, el denominado “marido de la mujer más deseada del mundo” pasó a ser un “comunista peligroso”.

   En 1961, Miller escribió para Marilyn el guión de “The Misfits” (mal traducido “Vidas rebeldes” en español), pero la pareja se separó en vísperas del estreno, tras un rodaje que el dramaturgo recordaría como una de las peores épocas de su vida, pero que le inspiraría su siguiente obra, Después de la caída (1964), reflejo del tormentoso matrimonio con la sex symbol, que desató la polémica ya que se estrenó después de la muerte ¿por sobredosis de barbitúricos?, ¿suicidio?, ¿asesinato organizado por la mafia de Chicago o el clan Kennedy? de la diva.

   Si con “Vidas rebeldes” Miller perdió a Marilyn, encontró a su siguiente esposa, la fotógrafa Inge Morath, una de primeras mujeres en trabajar para la agencia Magnum que, precisamente, había sido autorizada para fotografiar en exclusiva aquel rodaje. En febrero de 1962, tras el segundo divorcio del escritor, Arthur e Inge se casaron, y poco meses después, tuvieron a su primera hija, Rebecca, a la que le seguiría en 1966 Daniel, nacido con síndrome de Down, al que al parecer Arthur apartó por completo de la familia, internándolo a la semana de nacer, en un centro especial de Nueva York.

   Activista político y social, Miller fue elegido en 1965 como primer presidente estadounidense del PEN Club Internacional, una asociación de escritores para la cooperación intelectual y la lucha por la libertad de expresión. En el 68, publicó El Precio, y en 1972, La Creación del Mundo, pero con los 70 llegó una época de críticas en la que se le tachó de anticuado y moralista. Durante los 80, se pasó el tiempo viajando por todo el mundo con su esposa para supervisar la adaptación de sus obras en el extranjero; y volvió a tener éxito con la publicación de su autobiografía, titulada A vueltas al tiempo, en 1987.

   Desde entonces, no han cesado los premios y reconocimientos, entre ellos, el Príncipe de Asturias que recibió en 2002, el mismo año en que murió su mujer y en el que, al parecer, el escritor, había empezado a sus 87 años otra relación con la jovencísima pintora Agnes Barley, de 34 primaveras. A pesar de desearlo, Arthur Miller no pudo volver a casarse porque murió de una insuficiencia cardiaca el 10 febrero de 2005, justo cuando se cumplían 56 años del estreno de su omnipresente Muerte de un viajante. Aquel día, Broadway apagó las luces en su honor.

PD suegril: El actor Daniel Day-Lewis se casó con Rebecca, la tercera hija de Miller y escritora como su padre. Por lo que ve, se conocieron durante el rodaje de la película “Las brujas de Salem”, inspirada en el libreto del dramaturgo y que Lewis protagonizó junto a Winona Ryder.

PD paterno-filial: El cuarto hijo de Miller, Daniel, llegó a participar en los Juegos Paralímpicos, y dicen que pudo abrazar por primera vez a su padre durante una comparecencia pública del escritor en defensa, curiosamente, de un discapacitado mental, acusado de asesinato.

PD (nº) revival: En 1999, coincidiendo con el 50º aniversario de su publicación, se reestrenó Muerte de un viajante en Broadway, y se llevó otro Tony por el Mejor Reestreno.

                                           (De Lidia Martín, el 17 de octubre de 2015)

Referencias útiles:
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