¿Qué sería del hombre sin la comunicación? Una innata necesidad que no sabe de kilómetros ni fronteras y que provocó el nacimiento de una figura tan entrañable como curiosa, la del cartero, que contra viento y marea ha venido cumpliendo su misión viajera desde tiempos inmemoriales. Más allá de las primitivas señales ópticas o acústicas, con humo o tam tam, la historia del correo va indiscutiblemente unida al nacimiento de la escritura, a la creación de los caminos, y con ellos, a todos los avances a la hora de salvar distancias, desde la rueda al satélite, que facilitaron la transmisión del mensaje y mejoraron nuestra vida. Hoy, cuando la tecnología ha convertido el uso de la tinta y el papel en un acto reservado a los nostálgicos, Correos Film Festival, un proyecto organizado para Correos por We Love Cinema, recupera la magia de la carta física con un encuentro cinematográfico que reivindica el sistema postal y apuesta por el papel del director de cine como vehículo transmisor entre emisor y receptor o entre remitente y destinatario, para mostrar con imágenes todo lo que se puede expresar con palabras.

   Para entender nuestra historia postal, hay que remontarse a los primeros “correveidiles” romanos, que aprovechando la maravillosa infraestructura viaria, creada para sus legiones, levantaron toda un entramado que cubría cerca de 49.000 kilómetros de calzadas, con estaciones situadas en zonas estratégicas y un organizado relevo para que los “cursus públicos” y sus caballos pudieran repostar (de donde viene el termino “postal”), tomar fuerzas y así contentar a sus principales clientes -emperadores y ejército-, y mantener en orden el imperio.

   En España, las primeras muestras que han llegado a nuestros días remontan a la Edad Media, cuando cada reino gestionaba su sistema de comunicación. De aquella época es el Código de las Partidas de Alfonso X el Sabio que en el siglo XIII nombraba ya a los mandaderos que llevaban correspondencia; también la orden por la que Pedro II estableció en Aragón y Cataluña en 1283 sayones, o lo que es lo mismo, oficiales subalternos de la Administración de Justicia a los que llamó correos o troteros, dando todo tipo de detalles sobre el tipo de hombre que debía realizar tal servicio y el dinero a cobrar por legua.

   Al llegar la Edad Moderna, bajo el mandato de los Reyes Católicos sobre un territorio que comprendía los reinos de Castilla y Aragón, las extensiones de Europa y las nuevas tierras de América, fue necesario -más que nunca- organizar bien el sistema de correspondencia. Para lograrlo, Felipe el Hermoso, marido de Juana I de Castilla conocida como Juana la Loca, hija y heredera de Isabel y Fernando, encargó dicha tarea a la familia Tasso, originaria de Italia, a la que le concedió como recompensa, la exclusividad de tal gestión, creando así un monopolio bajo el título de Correo Mayor de España. Tal dinastía no era nueva en la materia, pues hacia el año 1500 ya tenían un sistema postal que cubría Bruselas, Roma, Nápoles, Alemania, Francia y al que se unió España; y también fueron ellos los que inventaron el certificado, es decir, un justificante de entrega en caso de extravío. Su gestión fue heredada durante siglos de generación a generación, sumando oficinas postales en las principales ciudades, nuevas estafetas para el relevo de los equinos, y en especial, días fijos para la salida y llegada de los mensajeros, estableciendo así una regularidad que permitió cierto acceso al resto de clases sociales y que dejó para siempre en nuestras retinas una imagen que hoy en día es el símbolo casi universal del correo postal.

   Por entonces, era habitual que el jinete avisara de su cercanía haciendo sonar una especie de corneta o cuerno, el mismo que adorna hoy la marca Correos, y dicen que el amarillo que lo completa, viene del escudo de la familia Tasso, rebautizada como Thurn und Taxis al establecerse en Alemania, y aún hoy uno de los apellidos más acaudalados entre los germanos. Sin embargo, en 1716, su reinado postal terminó, y el correo pasó a manos del Estado que mejoró caminos, racionalizó tarifas, creó el apartado de correos, e inventó el buzón.

   La primera referencia escrita sobre estas ranuras en las que se introducían las cartas se remonta a 1762. Normalmente los buzones tenían forma de cabeza de león para simbolizar el poder Estatal, y de paso, transmitir seguridad con el mejor de los guardianes para custodiarlas. De esa época data también el cuerpo de Carteros Urbanos, una iniciativa de Pedro Rodríguez de Campomanes, Asesor de la Real Renta de Correos, que en 1760 levantó una sede, la Real Casa del Correo, hoy sin duda conocida por todos.

   Con el nuevo siglo, al caballo se le sumó la diligencia, que tuvo su apogeo en los años 60, hasta que el vapor y la electricidad revolucionaron el mundo del transporte, y en consecuencia, el del correo. El primer ferrocarril de España se puso en marcha en 1848 para recorrer el camino entre Barcelona y Mataró, y al ver la cada vez mayor demanda de ese servicio, en 1866, se destinaron los primeros vagones exclusivos para correos, en los que los trabajadores realizaban la clasificación de las cartas durante el mismo recorrido para poder entregarlas en las paradas correspondientes. Y así, con ese nuevo medio de transporte y un nuevo sistema de sellos de franqueo para que fuera el remitente el que pagara los gastos del envío en lugar del destinatario, España se puso en la delantera de la gestión del sistema de correos. 

   En nuestro país, el sello empezó a usarse en 1850 con la imagen de la reina Isabel II de perfil (el famoso “Penny Black”), un sistema que -según cuenta la leyenda- inventó de casualidad Rowland Hill. Un día de lluvia, el maestro británico se resguardó en una fonda cuando justo en ese momento entraba el cartero para repartir una misiva, y vio cómo la criada del local y remitente de la nota, rechazaba la entrega por no tener dinero. Después de marcharse el cartero, la joven le explicó a Hill que “se carteaba” con su hermano mandándose mensajes mediante señales en el sobre, para evitar pagar unos costes que no se podían permitir. Y al comprobar que esa práctica estaba muy extendida, ideó el franqueo mediante previo pago, con una tarifa basada en el peso, y el 6 de mayo de 1840, nació el primero sello de correos, al que luego hubo que añadir el matasellos, para evitar que tal estampa tuviera más de un uso.

   A partir de aquí, el avance en las comunicaciones cambió de forma radical el panorama postal. Primero, con el telégrafo de Samuel Morse, que además de aportar un código único, logró una rapidez tan inusual hasta entonces como sorprendente. En España, la primera línea telegráfica se inauguró en 1855, entre Madrid e Irún, cubriendo casi al instante 613 kilómetros; luego, llegó Graham Bell y su telégrafo parlante o teléfono, y después el automóvil, más tarde el avión, y con él, el nuevo Servicio Aeropostal que se instauró en nuestro país en 1919.

   Hoy, las redes sociales y el correo electrónico son los reyes de la comunicación inmediata, y entre whatsapps y skype, el tacto físico del papel, la búsqueda del momento perfecto para leer con calma la carta recién recogida, y la relectura plagada de otros tantos sentidos, es ya puro cine.

                                       (De Lidia Martín, el  29 de octubre de 2015)

Referencias útiles:
CORREOS FiLM FESTiVAL

¿CUÁNDO? El Viernes 30, a partir de las 16h, y el Sábado 31 de octubre, a partir de las 12h; y el Domingo 01 de noviembre, a partir de las 12h.

¿QUÉ? Celebración del Correos Film Festival, el primer festival de cine postal de España, creado por We Love Cinema, la productora de Pablo Maqueda y Haizea G. Viana, que piensan cada momento de su vida en secuencias de película, y desarrollan eventos de producción cinematográfica como este festival para Correos. Entre los fuertes de esta convocatoria, están una cuidada programación de títulos relacionados con el correo postal; y un Concurso de Cortometrajes para recordar la figura del cartero. De entre los 10 finalistas (de los 100 trabajos recibidos), el jurado formado por los realizadores Félix Sabroso, Juan Cavestany y Roberto Pérez Toledo, elegirá al ganador cuyo nombre se dará a conocer durante la Gala de Premios del festival. Para no perderte nada, ¡consulta la Programación!

¿DÓNDE? En las salas Azcona y Borau de la Cineteca
En Matadero Madrid
Plaza de Legazpi, 8
28045 Madrid
915 179 817
M Legazpi

¿CUÁNTO? Todas las proyecciones y actividades de Correos Film Festival son gratuitas con recogida de entradas en el día, en taquilla de la Cineteca.

Para saberlo todo del I FESTiVAL DE CORREO POSTAL (cuyo precioso cartel se debe al gran Puño), conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

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