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PROYECTO KAHLO

Con un ideario contundente, “Somos libres, somos feministas, somos las chicas que no salen en las revistas, somos inconformistas, somos como tú, no somos convencionales, somos inquietas y somos originales”, la revista digital Proyecto Kahlo, que cumplirá 4 años el próximo mes de noviembre, es más necesaria que nunca...

Todo empezó en 2012 cuando un día Mines Rivero (retratada aquí), que pensaba que, en pleno siglo XXI, en los países desarrollados ya habíamos superado el sexismo, compró diferentes revistas denominadas “femeninas” sobre moda, cotilleos, recetas, trucos, etc., para leerlas con gafas moradas..., y se quedó horrorizada: “¿¡Qué tipo de imagen sesgada y cosificadora se estaba dando de y a las mujeres!?”. La toma de consciencia de la realidad en la que vivimos fue atrapándola hasta lo más profundo de su ser, “No puede ser que haya tantas mujeres y se oigan tan pocas voces”, y sintió la irremediable necesidad de hacer algo alternativo...

Con mucho trabajo y creyendo profundamente en lo que hacía, Mines -entonces estudiante en educación social en Zaragoza- se comenzó a rodear de ilustradoras, psicólogas, sociólogas, sexólogas, trabajadoras sociales, djs, artistas, deportistas... y de todo tipo de mujeres con algo que decir más allá de los pobres y limitados contenidos que encontramos en las numerosas revistas para mujeres; y en noviembre de 2012 salió el primer número de Proyecto Kahlo.

Como bien explica Mines, el movimiento feminista atraviesa hoy en día una etapa en la que no es correcto hablar del feminismo en singular sino en plural. Son muchos feminismos los que conviven en nuestra sociedad y tratan de hacerse oír: feminismo negro, transfeminismo, feminismo islámico., etc. y hay feminismos que incluso chocan entre sí como el feminismo abolicionista de la prostitución y el feminismo que quiere legalizarla. Para Mines, lejos de ser un problema, esta situación enriquece al movimiento, pues se agranda con la diferencia, y se modifica como la vida misma, despertando ante cada situación de injusticia por razón de género.

En el caso de Proyecto Kahlo, Mines tenía cuál tenía que ser uno de los puntos de partida: “En este momento -especialmente de cara a los adolescentes-, es importantísimo “naturalizar” el término de la cultura de la violación y la cultura del acoso. Vivimos en una sociedad en la que los mitos del amor romántico están tan arraigados dentro de nuestra forma de vivir que es muy difícil arrancárselos. Ves a chicas que con solo 15 ó 16 años en búsqueda de ese ideal echan a perder muchas cosas de su vida como amistades, familia, su propia seguridad física y estabilidad emocional”. No es casualidad que uno de los referentes para Mines sea la revista estadounidense Rookie Mag, para adolescentes feministas, de la joven editora, escritora, cantante, actriz y feminista, Tavi Gevinson (Chigaco, 1996).

Otra de las acciones urgentes, que señala la fundadora de Proyecto Kahlo en la lucha contra el sexismo, es redundar en la idea de que los hombres -y los chicos- se alíen a la causa feminista, aunque reconoce que hoy por hoy es una tarea muy complicada, entre otras cosas, por el actual proceso de demonización del feminismo. En efecto, mientras el número de víctimas de violencia de género sigue creciendo, y alcanza cotas espeluznantes, hay quienes se esfuerzan en desacreditar a todas las mujeres que se enfrentan activamente contra sus múltiples tentáculos: “Muchos hombres rechazan el feminismo porque les exige que renuncien a ciertos privilegios de género”, una actitud que ha dado origen hasta a un nuevo término peyorativo, Feminazi, que no busca sino el descrédito ante un movimiento imparable que cada vez se extiende más y se hace presente en el discurso de más y más mujeres.

“Hasta ahora las feministas hemos sido un movimiento muy marginal, pero ahora se está convirtiendo en algo mainstream, y las chicas jóvenes lo están asumiendo. El feminismo está en los telediarios y en las canciones de Lady Gaga. Ya no somos cuatro colgadas con pelos en los sobacos que gritamos el 08 de marzo por las calles, sino que somos mujeres en cualquier circunstancia: en nuestro puesto de trabajo, en el aula, en familia, en el parque... Pero “sin la mitad de la población es imposible conseguir un cambio. Si ellos se sienten atacados, hay que hacerles cambiar de opinión. Esto no va de atacar sino de colaborar y de conseguir encontrar la mejora para todo el mundo”.

Así pues, Proyecto Kahlo se presenta como una revista necesaria cuyas “gafas moradas” le permiten detectar todas esas situaciones en las que se producen agresiones sexistas, se limitan las aspiraciones vitales de las mujeres, y se las presiona por alcanzar una imagen física y corporal imposible: “Si no tenemos capacidad para hacer leyes u otras cosas con impacto social, sí podemos servir a la educación y coeducación, a desaprender y aprender juntas otra forma de ser mujer”. Hoy en día, la familia Kahlo cuenta con más de 40 colaboradoras fijas y además da voz y visibilidad a todos los colectivos de mujeres marginados que no encuentran espacio en otras publicaciones y todas aquellas lectoras que también quieran aportar su granito de arena.

(De María Glück, el 31 de marzo de 2016)

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