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Mi PETiT BARRiO:
TABERNA ANTONiO SÁNCHEZ

Dice la historia que se fundó en el año 1830, pero hay leyendas que dan fe de la existencia de una cantina en el número 13 de la calle Mesón de Paredes, a principios del 1800. Cuentan que, en el Levantamiento del 2 de mayo contra los franceses, unos madrileños mataron a un soldado de Napoleón, en la Plaza de Tirso de Molina, y que, para evitar represalias, lo escondieron en una de las tinajas de la bodega centenaria. A partir de entonces, los habituales del lugar empezaron a pedir “vino de la Cuba del francés” porque, dicen, tenía el dulce sabor de la venganza. Era la tinaja número 6 que, aún hoy, se conserva en la Taberna de Antonio Sánchez, también conocida como la Taberna de los 3 siglos.

Se sabe que el primer dueño oficial de la taberna fue el picador Matías Uceta “Colita” y que se la vendió al diestro Cara Ancha en torno al año 1770. En 1884, fue adquirida por el comerciante de vinos de Valdepeñas, Antonio Sánchez Ruiz, que la bautizó con el nombre de su hijo (es decir, el suyo pero sin el apellido materno) cuando su ojito derecho tomó la alternativa, en 1922, de la mano de Ignacio Sánchez Mejía. Pero, en 1929, las cornadas que recibió pudieron más que su afición y Antonio Sánchez II se retiró definitivamente de los ruedos para volcarse en el oficio de tabernero.

Después de una larga convalecencia, Antonio se metió de lleno en el mundillo intelectual y artístico que, en aquella época, bullía en la Villa. Se hizo íntimo amigo de Ignacio Zuloaga, y se aficionó a pintar hasta convertirse en discípulo incondicional del pintor costumbrista. En las tertulias nocturnas de su taberna, pasaron grandes como Pío Baroja, Sorolla y Julio Camba. ¿Demasiado ocupado?, el galán nunca se casó y, cuando falleció, la taberna pasó naturalmente a manos de su hermana Lola, que se hizo cargo del negocio familiar, junto con Curro Cíes, el encargado, hasta el último momento. Pero, sin herederos, la Taberna Antonio Sánchez cerró sus puertas, en 1979.

Afortunadamente, poco tiempo después, apenas unos meses, Juan Manuel Priego Durán, un abogado sevillano y gran aficionado a los toros, decidió remediarlo, compró la taberna y la regentó con su mujer (de origen sueco). Como cuenta Óscar, su hijo y actual propietario de la taberna taurina (retratado aquí): “Mi padre, que en paz descanse, adoraba este lugar. Siempre decía: “No soy simplemente el dueño de una taberna, soy responsable de un patrimonio nacional y mi deber es conservarlo”. Con este legado, a Óscar también le gustaría que las futuras generaciones de su familia pudiesen conservarla y disfrutarla tanto o más que él.

Aún se acuerda de los veranos que pasó trabajando en la taberna, cuando era estudiante, para sacarse unos eurillos… Recuerda con especial cariño al que fue el encargado, durante años, Curro, que le contaba anécdotas de los toreros, intelectuales y artistas que habían pasado por allí … Gloria Fuertes era una habitual de la taberna donde escribió gran parte de su obra, refugiada bajo una cabeza de toro, en una de sus mesas de mármol, mojando pan en el vino. También fue la sede de la tertulia de “El rato” y, en San isidro, el punto de encuentro de la primera peña taurina sueca. Y, no hace tanto, en este local, Joaquín Cortés rodó alguno de sus trabajos así como Pedro Almodóvar en “La Flor de mi secreto”: “Un día, llamó a mi padre y le preguntó si le importaba que fuese a rodar allí una escena. Para mi padre fue un honor y allí estuvieron con los cables, las luces y las cámaras 3 días enteros”, cuenta, con orgullo, Óscar.

Gran parte del atractivo de la histórica taberna madrileña radica en que, en sus 184 años de existencia, nada ha cambiado. El mostrador de zinc, los frescos que adornan las paredes (en los que están retratados sus antiguos propietarios, Cara Ancha, Frascuelo y Antonio Sánchez padre), las lámparas de gas que iluminan el local, las dos cabezas de toro (una es la de Fogoso, el toro con el que tomó la alternativa Antonio Sánchez hijo), los recortes de periódico que equiparan el poder del vino al de un antibiótico, los carteles que venden torrijas a 15 céntimos o prohíben escupir en el suelo, todo sigue en su lugar original tal y como los actuales propietarios lo han querido, convirtiendo poco a poco la taberna en un museo castizo.

A la vista, está la barrica de vino de consagrar, tan popular entre sus clientes: “Es una mezcla de moscatel y mistela que marida de miedo con las torrijas. Es el vino que toma el sacerdote en misa”, explica Óscar. En su carta, no faltan las recetas más castizas como el Cocido madrileño, la Olla Gitana, los Caracoles Guisados, la Tortilla de San Isidro, los Huevos Estrellados o el Rabo de Toro. Pero también hay espacio para las tortillas de camarones de Cádiz, las patatas marineras u otras recetas de la gastronomía española; y, por supuesto, un menú del día para los trabajadores de la zona o quien quiera acercarse. Y, finalmente, los viernes por la noche, puedes cenar o tomarte un vino y una tapa disfrutando de un espectáculo de flamenco.

Como bien dice Óscar, conservar la tradición y cuidar con mimo lo antiguo mientras miramos al futuro con los brazos abiertos es la receta del éxito no solo para la Taberna de Antonio Sánchez.

(De Carla, el 08 de junio de 2014)

Referencias útiles:
TABERNA DE ANTONiO SÁNCHEZ
Calle del Mesón de Paredes, 13
28012 Madrid
915 397 826 (Reservas)
M Tirso de Molina / La Latina

Horario:
De Lunes a Sábado: de 12h a 16h y de 20h hasta medianoche.Los Domingos: de 12h a 16h30.
PD: Excepcionalmente, durante el mes de julio, la Taberna estará cerrada los Lunes.

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