En 1994, cuando aún parecía que la moda era cosa de mujeres y que, en el neceser masculino, solo había productos de afeitado y (con suerte) un frasco de colonia, nació la edición española de la revista GQ. Dos décadas después, el hombre -no necesariamente “metrosexual” (acertada ecuación léxica de “metrópoli” + “sexual”, acuñada por Mark Simpson en 1994)- ha recuperado su derecho a vestirse, y se ha incorporado a las tendencias y aficionado a los cosméticos. Una (r)evolución que ha ido plasmando ¿y provocando?, en sus páginas, la publicación mensual, que celebra sus 20 años de ajetreada vida con una exposición prometedoramente titulada “Man in Progress”...

   Corría el mes de noviembre de 1994 cuando la editora de revistas Condé Nast, referente de las publicaciones relacionadas con el mundo del placer y lujo (Vogue, Traveller, W, Vanity Fair…), tiró la casa por la ventana para lanzar al mercado español la edición española de GQ,, treinta y siete años más tarde que su hermana mayor y primogénita, la estadounidense originalmente titulada Gentlemen's Quarterly, que fue todo un símbolo de modernidad. Sí, España estaba “madura” para acoger a una revista de moda masculina… y Harrison Ford, un icono masculino de la época y fotografiado por Annie Leivobitz, inauguraría la primera portada.

   Más de 200 números después, la cover del último número (el de octubre de 2014) es para Bryan Cranston, protagonista de la serie (reciente, pero ya mítica) “Breaking Bad”, pero esta vez sin el sombrero de Heisenberg. Sin embargo, en cuanto a contenidos, parece que veinte años no es nada: “Echando un vistazo a los primeros números, se aprecian cambios en la maquetación o la fotografía, pero ya entonces se hablaba de actualidad, cine, música, moda o belleza, igual que ahora. Ha habido una evolución en clave de gustos o estilos, pero no en cuanto a contenidos”, reconoce el director de GQ, Daniel Entrialgo.

   Entre los 203 números (11 al año) y los especiales de tendencias, estilo, etc.), que se han publicado a lo largo de los últimos 20 años, destacan algunos números míticos, como el de 2007, cuando se hizo un especial para celebrar los 50 años del GQ estadounidense, que incluía una portada desplegable (muy a lo Condé Nast) y que reunía a un montón de personajes como Antonio Banderas o Ferrán Adriá. Sin embargo, a Daniel Entrialgo hay una portada que se le resiste, la del Rey Felipe VI, que se intentó (sin éxito) hace unos años, cuando aún era Príncipe: “En otros países no es raro que los jefes de Estado hagan este tipo de cosas, en publicaciones como Times o Vanity Fair. Hemos visto a Putin, a Obama o a David Cameron, pero en España no es muy habitual”, cuenta.

   Lo que sí ha variado en estos veinte años ha sido la moda, uno de los contenidos fundamentales de GQ. Desde que el “hombre cool” de los 90 llevara el primer pantalón Dockers y los primeros zapatos Pelotas de Camper, creados en 1994 y 1995 respectivamente, y oliera a la fragancia masculina, por excelencia, CKOne (creada por el español Alberto Morillas), mucho ha llovido en tendencias. “Lo que más ha cambiado en dos décadas ha sido la introducción del color”, explica José Luis Díez Garde, editor de moda de la web de GQ,  creador del blog Esmoquin Room -referente en el sector-, y comisario de la exposición “Man in Progress”, en el Museo del Traje.

   “Con la Revolución Francesa y el triunfo de la burguesía, a finales del siglo XVIII, el hombre incorporó al uniforme de trabajo en blanco y negro, en su armario e imaginario, y así durante 2 siglos, con algunas excepciones como el movimiento hippie o la movida madrileña”, añade Díez Garde. Pero, hoy, el hombre ha recuperado la libertad por el vestir. Las tribus urbanas han sido sus grandes aliadas, así como una serie de iconos y prescriptores de estilo, sobre todo, los futbolistas, que han permitido que aspectos tales como la depilación o los cuidados de belleza dejaran de verse como algo exclusivamente homosexual. Hoy, los hombres se cuidan. Si les apetece, llevan sandalias y enseñan los dedos de los pies. Y, si quieren, son extravagantes.

   También han influido las pasarelas (en Londres hay una exclusiva de moda masculina y en Madrid se hacen pinitos) y la incorporación a este barco de la industria de gran consumo, con la creación de líneas para hombre por parte de cadenas como Mango o Blanco. “Somos el nuevo cliente, estamos ahí y no nos vamos a ir”, dice el editor de moda de GQ España. Y es que “el hombre GQ no es solo deporte, solo mujeres, solo política o solo moda, sino que es capaz de tener gusto por todos esos aspecto a la vez”, opina Marta Blanco, consultora de moda, presidenta de la Asociación Amigos del Museo del Traje y también comisaria de “Man in Progress”. Simplemente, es más poliédrico (o menos básico, si se nos permite).

   Las siluetas y los patrones de la moda para hombre han cambiado en estos veinte años, desde líneas mucho más amplias a otras más “slim” (ajustadas al cuerpo), que a su vez han venido aparejadas por otra tendencia: el gusto por cuidarse (¿o fue antes la gallina que el huevo?), porque para lucir según qué cosa hay que seguir dieta y actividades deportivas. Y el neceser masculino tiene hoy en día bastante más productos porque... ellos también lo valen...

PD: Para celebrar los veinte años de la revista, GQ y el Museo del Traje han organizado la exposición “Man in Progress”:

¿CUÁNDO? Desde el Viernes 26 de septiembre hasta el Domingo 02 de noviembre de 2014, de Martes a Sábado, de 9h30 a 19h; y los Domingos y festivos, de 10h a 15h.

¿QUÉ? La muestra reúne piezas icónicas que simbolizan cómo el hombre se ha relacionado con la moda en este tiempo, que es otra forma de hacer historia. Podrás ver el esmoquin de Tom Ford para la primera película de Daniel Craig como 007; el sombrero amarillo de Boy George, creado por Philip Treacy; el traje de torero, versionado por Jeremy Scott para Adidas; el esmoquin de lunares, creado por Dolce & Gabbana, para que Leo Messi recogiera el Balón de Oro… La pieza más antigua es un trench de Burberry de 1971. Algunas diseños forman ya parte de la historia de la moda masculina, como el look dandi que llevó Adrian Brody en el desfile de Prada de otoño-invierno de 2012 o el traje masculino con falda plisada de Jean Paul Gaultier. Las sneakers se codean con los zapatos de hombre que han ido evolucionado del básico con cordones a las multitachuelas, lanzadas por Prada y llevadas al límite por Louboutin. Y hay unos Manolos masculinos exclusivos, inspirados en el mundo del toreo, y unos zapatos Salvatore Ferragamo de Andy Warhol.

¿DÓNDE? En la Sala de exposiciones temporales del Museo del Traje
Avenida de Juan de Herrera, 2
28040 Madrid
915 504 700
M Moncloa / Ciudad Universitaria
Bus 46, 82, 83, 132, 133, G

Para saberlo todo sobre GQ, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

                            (De Abigail Campos, el 26 de septiembre de 2014)

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