Hoy en día, símbolo por excelencia de la feminidad y arma de seducción fetichista (¡ummm!) por antonomasia, los tacones, más estéticos que prácticos, se han convertido en (¿oscuros?) objetos de deseo que irradian sensualidad. Sin embargo, si como muchas otras piezas de nuestro fondo de armario nacieron para paliar una necesidad, no fueron concebidos originalmente para las mujeres sino para los hombres. (Petit) Homenaje al mejor testigo de la historia del género (humano), que siguió al pie de la letra los cambios sociales y culturales.

   Según los expertos en la materia, los hititas -que (sobre)vivieron entre los siglos XVIII y XII antes de nuestra era (muy cristiana) en la península de Anatolia (actual Turquía)-, fueron los primeros en utilizar tacones. Gracias a excavaciones realizadas a finales del siglo XIX, el antropólogo francés, Charles Texier, descubrió la avanzada civilización indoeuropea, cuyos jeroglíficos y costumbres se encargaría de descifrar más tarde Kurt Bittel. ¡Cuál fue la sorpresa del catedrático alemán cuando comprendió que las botas con incómodos taconazos puntiagudos, que había encontrado, no estaban destinadas a embellecer los pies de las amas de casa o de las damas de compañía, sino a fijar los de los adiestrados jinetes hititas en los estribos para que ganaran estabilidad y pudieran usar, con sus manos liberadas, armas de precisión durante la batalla!

   Los tacones empezaron a tocar tierra firme 3.000 años a.C. con los carniceros egipcios, que se ataban plataformas alrededor de los pies, para no ponerse perdido con los charcos de sangre (animal), que se formaban a su alrededor, cuando degollaban y descuartizaban sus presas. Pero, fuera de su horario de trabajo, los matarifes como, de hecho, el resto de la población, iban descalzos por la vida ya que solo el faraón y los máximos dignatarios podían llevar las noble sandalias, confeccionadas con paja trenzada.

   Cuenta la historia que fueron los griegos los que adaptaron el calzado en función del tipo de pie y de la actividad realizada. Huelga decir que los tacones no entraron en sus patrones, salvo contadas excepciones. Y, en Roma, a pesar de su fin estrictamente funcional, los zapatos (más planos que nunca) empezaron a reflejar el estatus social de sus dueños, pero el tacón seguía sin realzar la figura de nadie. Habría que esperar hasta la Edad Media para que los tacones iniciaran su imparable ascensión social gracias (como siempre) a la clase pudiente, que comenzó a usar un calzado especial, con alzas y suela de varios centímetros, para poder pisar los suelos sucios de las calles y plazas, llenas de basuras y deshechos; y que acabó agradeciendo ser más alta que su servidumbre. El salto decisivo al mundo de la moda no tardaría en llegar.

   Si bien es verdad que Catalina de Médici y Enrique II de Francia llevaron sendos pares de zapatos de tacón en su boda, en 1533; el que los popularizó definitivamente fue Luis XIV (1638-1715), apodado “el Grande” (a pesar de su metro sesenta y tres de altura). It-boy avant la lettre, gracias al indudable talento de Nicolás Lestage (el primer zapatero estrella de la Historia), el Rey Sol no solo desafío las leyes de la gravedad al subir la altura de sus tacones -como si de una metáfora de su supremacía se tratara-, sino que creó tendencia en la Europa aristocrática (casi) ilustrada, que buscaba por todos lo medios distinguirse del vulgo.

   Pero, a pesar de los esfuerzos de parte de los miembros varones de la Corte por emular al Monarca, incorporando brocados, piedras preciosas, ricos tejidos, lazos etc., nunca llegarían a superar al real maestro… por estrictas órdenes del Rey de Francia, que exigía tener exclusivas y prohibitivas características diferenciales: las suelas de color rojo (sí, el señor Louboutin no inventó nada) y los tacones con una ligera curvatura y bordados con hilos de plata que representaban escenas de batalla. Pero, aún hay más. Por si aún alguien tuviera tentaciones de superarle, amenazó con pena de muerte a quien se atreviera a copiarle los modelitos. De llegar a ejecutar su sentencia, hubiera dado lugar al primer fashion victim real de la Historia.

   Finalmente, la racionalidad de la Ilustración desterró los tacones y sus adornos superfluos de todos los vestidores, y la Revolución Francesa les dio el remate final... hasta que, como el Fénix, volvieran a nacer de sus cenizas. En el siglo XX, mientras los primeros tacones de aguja, creados por Salvatore Ferragamo, esculpían las piernas de las mujeres, las botas de cowboy en los 60, los zapatos con plataforma en los 70 y los zapatos de baile flamenco en España permitieron a los hombres seguir al pie del cañón calzándose tacones.

   Y es que, como bien se sabe, tarde o temprano, todo vuelve…

PD nº1: ... como, por ejemplo, esta tarde, con la Carrera de Tacones del World Pride Madrid:
¿CUÁNDO? El Jueves 29 de junio de 2017, a las 18h.

¿QUÉ? Chumina Power presentará la XX edición de la famosa carrera de tacones, que vuelve un año más a su fiel cita en la calle de Pelayo.

¿CÓMO? Inscripciones en LL ShowBar (calle Pelayo, 11).
PD: Hay 1.000 euros en premios, cortesía de LL ShowBar.

¿DÓNDE? En la calle de Pelayo
28004 Madrid
M Chueca

PD nº2: En cuanto a las mujeres, en el siglo XVII, pasaron de ponerse zapatos altos en algunos saraos nocturnos a llevarlos de diario y, a principios del siglo XVIII, las damas aristócratas ya calzaban entre 8 y 15 centímetros de tacón, lo que obligaba a algunas a llevar bastón para poder caminar sin caerse de bruces y evitar esguinces. Hoy en día, existen tantos tacones como mujeres... y hombres.

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