Hoy, Domingo 24 de agosto de 2014, se celebra en numerosas playas y plazas de los 5 continentes y por séptimo año consecutivo el Día Mundial del Topless. De San Francisco a Bolívar (Colombia) pasando por Nueva York, de París a Hermanus (Suráfrica) pasando por Londres, de Rimini (Italia) a Hong Kong pasando por Craiova (Rumanía), de Byron (Australia) a Vancouver (Canadá) pasando por Honolulu (Hawái), miles de mujeres liberarán sus pechos del sostén (prenda que, por cierto, ha cumplido 100 años de incondicional sostenibilidad opresora este año) por las calles, los parques o las calas para reivindicar la igualdad de derechos entre hombres y mujeres para pasear con el torso desnudo. Crónica sentimental de una práctica ancestral, condenada moral y (i)legalmente, desde siempre, por nuestra sociedad patriarcal.

   Hasta la llegada de los misioneros cristianos europeos, evangelizadores de conciencias y gurús involuntarios de la moda, las culturas tradicionales de África, de América y de Oceanía no consideraban la desnudez mamaria como una provocación (por partida doble) del demonio sino como una expresión transcendental del cuerpo de la mujer. Símbolo, por excelencia, de la fertilidad y la feminidad, las mamas se acostumbraron a la oscuridad de la sociedad hasta que los escotes (en V o en U) y, por rebote, de los canalillos se pusieron de moda entre las damas de la nobleza del Viejo Continente, a partir del siglo XVII. Pero la Revolución Francesa taparía aquel abismo donde se estrellaban las miradas masculinas del siglo XVIII y, en su lugar, las transparencias de las muselinas y las gasas de la moda burguesa insinuarían la desnudez de ese oscuro objeto de deseo occidental.

   En los locos años 20 del pasado siglo, mientras Gala, la musa y amante de Dalí así como de muchos más surrealistas, se paseaba con los pezones al aire libre por las playas catalanas, los espectáculos de cabaret pusieron de moda el Topless en los escenarios parisinos donde el French Can-can causaba (rubor y) furor entre el público masculino ¿aburrido en casa? Sin embargo, en la calle, la Alta Costura incipiente, al liberar a las mujeres del corpiño, trasladó el escote a la espalda y empezó reducir los centímetros de las faldas para descubrir otro tesoro, hasta ahora muy bien guardado: las piernas femeninas.

   En los años 50, el escote volvió a cobrar todo su sentido gracias a las divas del cine de Hollywood. Pero, eso sí, ni Marilyn Monroe, ni Rita Hayworth, ni Gina Lollobrigida, ni Sophia Loren, ni Anita Ekberg, se atreverían a probar el primer “monokini” oficial de la historia (una braga negra hasta la cintura con dos -inútiles- tirantes), inventado en 1960 por Rudi Gerneich (1922-1985) y que solo luciría, con elegancia pero a duras penas, su modelo fetiche, Peggy Moffit, en las pocas revistas de moda que aceptaron publicar sus fotografías de frente. A pesar o gracias al revuelo que generó el provocativo traje de baño, se vendieron 3.000 piezas, pero nunca llegaron a verse en las playas donde Brigitte Bardot, desde Saint-Tropez, popularizó la práctica del topless (es decir, omitiendo la pieza de arriba del bañador), en 1964. Entonces, el diseñador norteamericano, de origen austriaco, volvió al ataque con el “No-Bra”, pero “su” sujetador transparente de tela elástica tampoco consiguió imponerse en los armarios de la mujer supuestamente liberada del siglo XX.

   ¿Y si, en realidad, enseñar el pezón constituyera la verdadera transgresión?

   Últimamente, muchas revistas han anunciado la “muerte” inminente del topless en las playas de todo el planeta a base de argumentos tan válidos y verdaderos como la concienciación de las mujeres ante los estragos del cáncer, el rechazo de la pornificación de un acto que en su día fue revolucionario, y el miedo a ver circular sus pechos por las redes sociales sin ser al origen de la descarga fotográfica. Y, de ahí, a hablar del regreso del pudor solo queda un paso. Pero, el problema es que, detrás de esta doble moral, se critica de manera insidiosa los movimientos feministas, que recurren hoy en día (como nuestras abuelas en los 70) al topless como arma de denuncia masiva de nada más y nada menos que la violación de los derechos de la mujer, desde las Femen cuyos pezones están censurados tanto en Facebook como en Instagram al movimiento (y película) Free The Nipple (“Libera el pezón”).

   Finalmente, para tener una visión global del debate que opone dos visiones ¿irreconciliables? no viene mal recordar que el pecho al descubierto de Marianne fue el símbolo de la Revolución francesa y que sigue siendo la encarnación de los (más teóricos que practicados) valores de la república (no solo francesa): “Libertad, igualdad, fraternidad”. Por algo será...

   ¡Feliz Día Mundial del topless a tod@s, sí o sí!

PD nº1: Para seguir los “pasos” de FREE THE NiPPLE, de la activista estadounidense Lina Esco, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

PD nº2: La ilustradora alemana Fabiafabia te propone compartir pezones en Facebook desde su preciosa web Share the nipple.

PD nº3: O puedes lucir The TaTa Top (también en Facebook y Twitter), el bikini que simula la color de la piel con las aureolas de los pezones dibujados, ideado por las feministas Robyn Graves y Michelle Lytle, después de ver a Scout Willis (la hija de Demi Moore y Bruce Willis) haciendo topless por las calles de Nueva York el pasado mes de mayo.

PD nº4: Desde hace 40 años, la fotógrafa Lucy Hilmer se autorretrata en topless, con un par de zapatos y calcetines y unas bragas blancas, el día de su cumpleaños. Descubre la historia visual de la artista californiana en su web.

Referencias útiles:
DíA MUNDiAL DEL TOPLESS

¿CUÁNDO? El Domingo 24 de agosto de 2014, durante todo el día.

¿DÓNDE? Consulta el mapa de Go Topless, el colectivo impulsor del evento.

Para saberlo todo (en inglés) sobre el DíA MUNDiAL DEL TOPLESS, conéctate a la web de GO TOPLESS (también en Facebook y Twitter).

PD: Ilustración de Jara Domínguez.

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